LA CASA DE BERNARDA ALBA. Lorca según Tribueñe


martirio_de_martirio[1]

(Esta crítica fue publicada en la web de cultura Notodo.com con motivo del estreno de la obra La casa de Bernarda Alba en el Teatro Español de Madrid. Una adaptación del universo lorquiano según los cánones de las producciones del teatro Tribueñe.. Para más información podéis hacer clic aquí y ver la reseña en la web de Notodo.)

LA CASA DE BERNARDA ALBA. crítica por Miguel Gabaldón

No quiero ver a estas mujeres solteras, rabiando por la boda, haciéndose polvo el corazón, y yo me quiero ir a mi pueblo. ¡Bernarda, yo quiero un varón para casarme y tener alegría!” Las mujeres de Bernarda Alba (hasta la abuela), lloran y suplican por un hombre, asfixiadas en un matriarcado letal y absorbidas en un bucle religioso. Esta representación comienza con las mujeres entrando y saliendo a través de unos pórticos una y otra vez para asistir al entierro de su padre. Un inicio que ilustra ese luto eterno al que se verán abocadas una vez lleguen a su hogar, enclaustradas en vida. Todo dominado por cinco iconos religiosos casi expresionistas suspendidos en la oscuridad y una silla que preside la escena. No sé cómo sería en su hogar primigenio, la sala Tribueñe, pero en la Sala Grande del Español (olé por la oportunidad que les han brindado a una compañía tan especial como ésta) el sentido religioso, casi eclesiástico del espacio, desde luego cobra relevancia y ocupa el lugar predominante en la puesta en escena. Irina Kouberskaya y Hugo Pérez vuelven a regalar un espectáculo especial como ya hicieran con su Por los ojos de Raquel Meller, pero en este caso partiendo de esa insigne La Casa de Bernarda Alba de Federico García-Lorca.

La simbología lorquiana encuentra su media naranja en estos artistas que consiguen cuadros de una belleza plástica extraordinaria, a la par que lo conjugan con el esperpento valleinclanesco y elaboran una ceremonia mística y expresionista oscura y potente. Sin olvidar unos conseguidos puntos de humor, un humor negro como el espacio en el que se mueven las protagonistas. Fantástica la selección musical, el diseño de iluminación y el espléndido vestuario del propio Hugo Pérez. La puesta en escena de Kouberskaya y Pérez sublima la simbología y ofrece retablos, ora estáticos ora en movimiento, que seguro entusiasmarían al poeta malagueño. Las mujeres se mueven en coreografías al ritmo de pasos de Semana Santa (muy en la línea de La Zaranda, con quienes más de un punto en común tiene este espectáculo) mientras lanzan vituperios cegadas por el deseo.

En cuanto a las interpretaciones, todas las mujeres de esta casa merecen su halago. Aunque la Poncia de Chelo Vivares tiene un personaje especialmente agradecido en cuanto a humor, y su desparpajo y presencia hacen el resto y le sientan como un guante a esa criada ya vivida y más lista que el hambre. Las hijas son fantásticas, resaltando la manera en que se ha tratado la pasión incontenible de Adela y la triste deformidad de Martirio (hay incluso algún bosquejo lésbico entre alguna de las hijas). La Bernarda de Carmen R. de la Pica sorprende por el giro que evita el maniqueísmo del personaje, ofreciendo una Bernarda más frágil y amorosa de lo que estamos acostumbrados a presenciar, llegando incluso a romperse a contratexto (algo que resulta muy interesante). Sin olvidar la Mº Josefa de Irina Kouberskaya, que es una auténtica maravilla, alucinación sacada de un cuento de fantasmas que inunda la escena cada vez que hace aparición. En definitiva, que la compañía de Tribueñe ha vuelto a conseguir un pequeño milagro escénico que no hay que perderse. No hay más que hablar. Sólo queda decir ¡Silencio!

M.G.

Deja un comentario