ODIO A HAMLET, de la Compañía Guindalera. La guinda cómica.

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Reseña publicada originalmente en la web de cultura NOTODO.COM, que se puede encontrar pinchando aquí.

Odio a Hamlet se traslada de los Teatros del Canal al Teatro Guindalera

Los Teatros del Canal acogieron hace unos días un delicioso programa doble para gourmets. Dos montajes de la compañía Guindalera que, una vez pasada la temporada escénica navideña, vuelve a su casa post-Navidad y traslada Odio a Hamlet, una comedia de Paul Rudnick dirigida (como es habitual en esta compañía) por Juan Pastor, al Teatro Guindalera.

La historia comienza cuando el protagonista, un famoso actor de televisión, se traslada a la casa donde vivió John Barrymore. En el mismo momento se le plantea un dilema laboral: interpretar a Hamlet en el teatro o protagonizar una serie acerca de un profesor con superpoderes que le va a hacer tremendamente rico. Y para ayudarle a tomar su decisión aparece el fantasma del anterior inquilino de la casa, con la misión de convencerle para que interprete al Príncipe de Dinamarca. En el transcurso de la historia se cruzarán en sus caminos la novia virginal del protagonista, un director del televisión chulesco y prepotente, la agente del actor y la de la inmobiliaria (que además es médium). Con estos mimbres Rudnick construye una comedia inteligente sobre el recurrente confilcto entre televisión y teatro (dinero o arte, fama o realización personal) que la compañía Guindalera ofrece en una bandeja sencilla y sin ornamentos superfluos para disfrute del respetable.

Odio a Hamlet se erige así en una muestra de teatro de entretenimiento inteligente y bien hecho, con el buen gusto característico de esta compañía. Raúl Fernández en el papel protagonista está estupendo, José Mayaaporta su experiencia a su John Barrymore y María Pastor está deliciosa como la novia del protagonista. Y las excéntricas caracterizaciones de los personajes secundarios de Álex Tormo, Ana Miranda y Ana Alonso (con una increíble vis cómica en el papel de la agente inmobilaria) completan la ecuación. Todos los actores están perfectos en su papel y la acción progresa adecuadamente hasta dejar un muy agradable sabor de boca en el espectador. Un ejemplo de teatro de entretenimiento, como decíamos, sencillo, pero de estupenda factura. Y que con la maravillosa La larga cena de Navidad se convierte en un programa doble que no os podéis perder. Un must de estas navidades.

Odio a Hamlet
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Nombre del montaje: Odio a Hamlet

Disciplina: Teatro contemporáneo

Director: Juan Pastor

Autor: Paul Rudnick

Reparto: Raúl Fernández, María Pastor, José Maya, Ana Miranda, Álex Tormo y Ana Alonso

Ayudante de dirección: José Bustos
Vestuario
: Guadalupe Estévez
Ambientación: Teresa Valentín-Gamazo
Iluminación: Paco Jaenicke
Música: Pedro Ojesto y Marisa Moro
Coreografía: Elvira Sanz

D�nde: Teatro Guindalera

Direcci�n: Martínez Izquierdo, 20. Madrid

Hasta: Marzo

Horario: De martes a sábados a las 21h. Domingos a las 20.30h.

Precio: 18 € (general) y 15 € (socios, vecinos, estudiantes, parados y jubilados)

TRES DESECHOS EN FORMA DE ÓPERA, en la Guindalera. Ópera indigente.

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Reseña publicada originalmente en la web de cultura NOTODO.COM, que se puede encontrar pinchando aquí.

Tres desechos en forma de ópera, lírica reducida en el Teatro Guindalera

¿Podríamos encontrar trazas de materiales para reconstruir una ópera, o algo parecido, en los desechos de la calle? Esto es lo que se pregunta la compañía laperaÓpera, que ha estrenado el montaje Tres desechos en forma de Ópera dentro de la programación Off Guindalera de esta siempre interesante sala independiente. Que en esta ocasión nos sorprende acogiendo una ópera de pequeño formato del compositor Jorge Fernández Guerra. Una viajera entabla un diálogo con un mimo que encuentra en la calle al lado de tres músicos. Los ruidos de la calle dejarán paso a las voces de estos dos intérpretes, Ruth González (soprano) y Enrique Sánchez-Ramos (barítono), que acompañados por clarinete, violín y contrabajo cantarán historias, adivinanzas, y reflexiones sobre la ópera. El mobiliario reciclado incide en el carácter de esta reconstrucción operística sin grandes artificios, despojada de los fastos de los grandes coliseos y que además es hija de su tiempo puesto que parte de la financiación viene dada por crowdfunding.

Fernández Guerra, responsable de la música y del libreto, compone una ópera libérrimamente inspirada en los Trois morceaux en forme de poire de Erik Satie. Hay que incidir sobre un aspecto: es una ÓPERA CONTEMPORÁNEA. No vale para los amantes de las melodías facilonas ni para los desinformados que se acerquen a la sala diciendo: “¡Una ópera! Qué bonito… ¡vamos a meternos, Antonia!”. Porque puede ser peligroso. Cuando recuerdo mi experiencia con las seis horas del San Francisco de Asís de Messiaen que se representó el año pasado dentro de la programación del Real todavía me entran escalofríos. Es un tipo de composición no apta para todos los paladares y uno tiene que hacerse a ello. Una vez puntualizado lo anterior, en este caso la propuesta es sin duda estimulante (y mucho más corta, 50 minutos): el liberar de los espacios operísticos tradicionales a un género constreñido a otros ambientes y aproximar una ópera arrinconada (la española) al público. Para ello Fernández Guerra y la directora Vanessa Montfort han contado con un elenco que defiende su labor en la Guindalera como si estuviesen en la Scala de Milán. Así que bravissimo por ellos. Los especialistas en el género disfrutarán con el recital que se les presenta, sin duda. Pero sin embargo para un público más amplio ya no está tan clara la cosa. Aparte de la dificultad que pueda entrañar este tipo de música (ahí para gustos los colores) el libreto se queda un poco en tierra de nadie, resultando tal vez demasiado reflexivo y autorreferencial para aquellos que buscan una narración, y demasiado narrativo para aquellos que buscan algo abstracto y/o conceptual. El concepto ópera de desechos promete también algo más arriesgado y rompedor en cuanto a puesta en escena. Pero finalmente ésta decide tirar por un tono poético y más bien naïf. Sus creadores reflexionan en el programa: Se trata, pues, de una ópera de la indigencia, del bricolage de desechos. Pero también, quizá, de la única manera posible hoy día (en plena apoteosis del paradigma de la muerte de la ópera y, sobre todo, de la fatalidad de la ópera cantada en español) de abordar unas briznas de textura operística real, al modo de esas plantitas que crecen en los resquicios de las aceras. Es una plantita que puede crecer y permitir que este tipo de propuestas tengan su hueco en otras salas diferentes de las habituales.

Tres desechos en forma de ópera
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Nombre del montaje: Tres desechos en forma de ópera

Disciplina: ópera

Director: Vanessa Montfort

Autor: Jorge Fernández Guerra

Reparto: Ruth González, Enrique Sánchez-Ramos, Mónica Campillo, Gala Pérez Iñesta, Miguel Rodrigáñez

Música y textos: Jorge Fernández Guerra
Escenografía: Florentino Díaz
Adjunta a la dirección: Khrish Otero
Iluminación: Santiago Noreña
Producción: laperaÓpera

D�nde: Teatro Guindalera

Direcci�n: Martínez Izquierdo, 20. Madrid

Hasta: 06.01

Horario: A las 20.30h. Domingos, a las 19.30h.

Precio: 20€.

Venta de entradas: www.entradas.com

CYRANO DE BERGERAC, de La Perla29. Y al final…os hiero.

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CRÍTICA

Voy a heriros, señor, en el último verso, le dice Cyrano de Bergerac a su contrincante Valvert. Y la compañía La Perla 29 nos hiere, efectivamente, con esta versión del clásico de Edmond de Rostand. En el último y en todos los versos. Oriol Broggi dirige con mano maestra un montaje delicioso de este gran melodrama romántico lleno de amor y aventura. Con él y su compañía nos sumergimos en la historia de este famoso narigudo que enamora a su enamorada Roxana, pero no para él sino para otro hombre, Cristián, poniendo en la boca de este joven (más apuesto que él pero infinitamente menos locuaz) sus propias palabras de amor.

El espectáculo posee un ritmo excelente que hace de la representación una verdadera gozada. El decorado, tremendamente sencillo, se basa en algunas sencillas estructuras y un juego de telones que van creando los diferentes espacios. La cálida iluminación ayuda a esta puesta en escena, completada por un perfecto vestuario de época. El suelo de arena ayuda a dotar a la función de una fisicidad muy acorde a la propuesta. Y las coreografías de las escenas de lucha son sencillamente maravillosas. Enfrentamientos con floretes, veraces y excitantes, en las que tienen que haber tardado mucho pero que mucho en los ensayos para alcanzar a esos niveles. Pero Cyrano es, además de un extraordinario espectáculo de acción, una historia de amor de esas bigger than life. Y los momentos íntimos funcionan también a la perfección en este montaje de Oriol Broggi. Y uno de los motivos principales es un espectacular Pere Arquillué, inolvidable en el papel de este hombrea una nariz pegado (que diría Quevedo). Arquillué (al que ya pudimos disfrutar hace poco en el ¿Quién teme a Virginia Woolf? de Veronese) llena el escenario y consigue transmitir la inmensa humanidad del personaje e inundar de sentimiento el escenario. La naturalidad y el dominio con los que recita sus versos son sencillamente fantásticos. Y junto a él, un estupendo elenco al que no se le puede poner peros.

En definitiva, una ocasión magnífica para poder disfrutar de un clásico en todo su esplendor, que atraviesa al espectador con una certera estocada. Más claro que nos lo avisa el protagonista, imposible: Y al finalizar…os hiero.

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FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA

REPARTO (por orden alfabético)
Pere Arquillué, Marta Betriu, Babou Cham, Jordi Figueras, Isaac Morera, Andrea Portella, Bernat Quintana, Cecilia Valencia, Ramon Vila, Pau Vinyals
EQUIPO ARTÍSTICO
Oriol Broggi (Dirección), Max Glaenzel (Espacio), Guillem Gelabert (Iluminación), Berta Riera (Vestuario), Damien Bazin (Sonido) y Ferran Utzet (Ayudante de dirección), Cecilia Molano (Diseño de cartel), Bito Cels (Fotos)
Producción laperla29

 

EL ÚLTIMO JINETE, un musical español de estreno en los Teatros del Canal

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Para leer la crítica sobre el espectáculo El último jinete que se representa en los Teatros del Canal de Madrid, remito a mi reseña publicada en la web de cultura NOTODO.COM, que se puede encontrar pinchando aquí.

El último jinete, un nuevo musical español de estreno en los Teatros del Canal

¿Qué tienen en común Ray Loriga (escritor y eterno atormentado), Andrés Vicente Gómez (fénix de los productores), Albert Hammond (mítico composer) y Arabia Saudí? Pues El último jinete. Un musical de gran formato español, algo sin precedentes (aunque montado con dinero árabe, que no estamos nosotros para invertir), estrenado en los Teatros del Canal con la intención de afincarse después en el West End londinense. Ahí es nada. Una historia de aventuras sobre un beduino que busca un caballo, una mujer y la gloria (sic), ambientada en el desierto y en el Londres del s. XIX. Y que ya puestos nos da un repasillo acerca del nacimiento del estado moderno saudí, que al fin y al cabo para algo lo han pagado ellos.

El caso es que dinero, haberlo haylo, y se nota. Nueve millones de eureles que consiguen que a nivel visual el montaje no desmerezca de otros musicales que se pueden ver en el mundo mundial. Un escenario rodeado de arcos, un par de balconadas, plataformas giratorias (parece que está de moda, y la verdad es que apañado queda), proyecciones y hasta algún efecto en 3D acompañan la travesía del protagonista. Lo malo es que con este despliegue el asunto podía haber sido mucho más de lo que es. Ray Loriga, polémico abanderado de la Generación X a la española, amado por unos y vilipendiado por más, ha sido el encargado de dar forma a la historia en un guión. Y, además de preguntarse uno qué hace un chico como él en un proyecto como éste (¿dónde están los jóvenes atormentados con su eterno cigarrillo en los labios?), pues la verdad es que no llega a triunfar en el intento. Un batiburrillo de referencias que nos lleva desde Lawrence de Arabia a Los miserables. Pasando por El fantasma de la ópera, El Rey León (aunque la recreación del caballo por parte de dos bailarines es de lo mejor de la obra) o los musicales de toda la vida con claqué incluido. Sin olvidar a Indiana Jones y las pelis de espadachines. Y eso sin analizar el componente propagandístico que sobrevuela el espectáculo (no vamos a entrar en este debate, que suficiente hay ya de lo que hablar como para empezar con petrodólares y otros asuntos).

Victor Conde, responsable del montaje de Los Miserables en España es el director, y se nota la mano en determinadas escenas. El comienzo es bastante espectacular y disipa las dudas si esperabas un musical cutrelux. Porque no lo es. La escenografía (que, aunque en su estructura no cambie, está bastante bien resuelta en sus elementos móviles), el diseño de iluminación y el despliegue de vestuario de la oscarizada Yvonne Blakeconsiguen este objetivo. Pero otra cosa es la historia. Sobre todo hay un problema en la primera parte, una sucesión de escenas inconexas que provocan un sopor importante. Ya sabemos que es un viaje necesario de transformación, conocimiento personal, etcétera etcétera, pero podía recortarse en tres cuartos de hora y no pasaría absolutamente nada (a nivel narrativo, otra cosa son las condiciones de los inversores). Vamos, es que hasta que aparece la chica (bueno, y el famoso caballo) pasa casi hora y media, que se dice pronto. Además la identificación con el personaje en este tramo es inexistente y te preguntas por qué demonios la langosta y el camello (sabemos lo que estáis pensando, y sí, suena a Disney) son tan majos con el prota, cuando al beduino le faltó darles una patada en salva sea la parte cuando se los encontró en el desierto. De todas formas la cosa mejora sensiblemente en la segunda mitad del espectáculo, con un inicio técnicamente sorprendente, una narración con ritmo (ahí Loriga encuentra el tono) y varios números bastante acertados. Como el del cinematógrafo (La vida en la pared), que hay que reconocer que es una gozada y no tiene nada que envidiar a los de los musicales de Broadway.

La música corre a cargo de pesos pesados de la música melódica como Albert Hammond, mítico donde los haya, Barry Mason y John Cameron. Hay algún tema pegadizo, pero también es verdad que resulta francamente difícil ser originales a estas alturas de la película. Y respecto al elenco, coro y bailarines cumplen perfectamente su labor. Y a los intérpretes vocalmente no se les puede poner ni un solo pero. Con especial mención para los protagonistas, Miquel Fernández, Julia Möller y Marta Ribera.

La verdad es que esta aventura sobre la búsqueda de los sueños (que dirían sus creadores), ya simplemente por sus dimensiones y lo freak del proyecto, es curiosa y llamativa. Un oasis en el panorama teatral español (y casi mundial). Otra cosa es que funcione debidamente. Porque si metes a Abdul Aziz, fundador del estado moderno saudí, la poetisa árabe Al Khansa en plan oráculo, un camello que toca el piano y hasta a Jack el Destripador y Willy Fog de pasada en el transcurso de la historia, pues no puedes pretender que todo cuadre, claro. Si llegan a pasar por aquí los encargados de Broadway que se ventilaron a Julie Taymor por su Spiderman, a Ray Lorigale defenestran directamente. El caso es que si uno disfruta con este tipo de espectáculos, desactiva el modo criticón y no le da muchas vueltas a la cabeza (porque entonces, olvídate), pues tiene números que no están nada mal. Y hay gente que sale entusiasmada, así que para gustos los colores. Sin ir más lejos, un grupo que tenía sentado al lado estaba dando palmas con las orejas. Y según están las cosas para el teatro, no vendría nada mal llenar las salas.

El último jinete
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Nombre del montaje: El último jinete

Disciplina: Teatro musical

Director: Víctor Conde

Autor: Ray Loriga

Reparto: Miquel Fernández, Júlia Möller, Marta Ribera, Toni Viñals, Carlos Solano, Guido Balzaretti, Leo Rivera, Elena Medina

Creación musical: John Cameron, Albert Hammond, Barry Mason y Ranjit Bolt
Director musical: Julio Awad
Arreglista musical: Chris Egan
Escenografía: Morgan Large
Vestuario: Yvonne Blake
Coreografía: Karen Bruce
Productor: Andrés Vicente Gómez y Arabian Horses Production LTD
Coproducción: Tristan Baker
Director de producción: Enrique Espinosa

D�nde: Teatros del Canal

Direcci�n: Cea Bermúdez, 1. Madrid

Hasta: 06.01.13

Horario: De martes a jueves a las 20h. Viernes y sábados 18h. y 21.30h. Domingos a las 18h.

Precio: De 25 a 65 €

Venta de entradas: www.entradas.com

LA ANARQUISTA, de David Mamet. Un estreno mundial en el Español y Broadway

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Para leer la crítica sobre el espectáculo La Anarquista que se representa en la Sala Pequeña del Teatro Español Madrid, remito a mi reseña publicada en la web de cultura NOTODO.COM, que se puede encontrar pinchando aquí.

El Teatro Español repone lo último de David Mamet, La Anarquista

Un despacho de una prisión de mujeres y dos personajes. Ésos son los elementos de la última obra de David Mamet, La Anarquista, que se ha estrenado a la vez en Broadway (dirigida por él mismo y protagonizada por Patty LuPone y Debra Winger) y en la Sala Pequeña del Teatro Español, aquí dirigida por José Pascual y protagonizada por Magüi Mira y Ana Wagener. Tras pasar 35 años en la cárcel por un asalto que acabó en el homicidio de dos policías, Cathy, una mujer de fuertes convicciones políticas, se enfrenta a un definitivo diálogo con Ann, la funcionaria de prisiones cuya última misión antes de abandonar su puesto es decidir si la reclusa podrá salir en libertad o no. Cathy afirma que ha olvidado sus ideales de juventud y ha abrazado la fe. Y como guinda del pastel ha escrito un libro demostrándolo. Ann, evidentemente, tiene dudas más que razonables sobre ello. Así asistiremos a un duelo verbal tan del gusto de Mamet, un ágil juego dialéctico en el que las réplicas vuelan y no todo es lo que parece. Un enfrentamiento entre un personaje encerrado física pero no mentalmente y otro en libertad pero aparentemente bloqueado, prejuicioso y quién sabe si menos libre que el prisionero.

José Pascual opta por una dirección completamente transparente en el que, en un único decorado y ambiente, palabra y actrices son los protagonistas exclusivos. El caso es que esta anarquista es de esas obras a las que vas con unas expectativas demasiado altas. Y eso no suele ser bueno, porque para cumplirse éstas el resultado tiene que ser brutal. Y no llega a ser así. En Broadway por ejemplo se la van a ventilar ipso facto: el día después del estreno ya decidieron (a causa de las malas críticas) que no va a mantenerse ni quince días en cartel. Aunque también hay que decir que allí son un pelín excesivos con estas cosas. Así que aquí vamos a tener un poco más de margen para poder disfrutar de esta versión que, de todas formas, sigue siendo un espectáculo consistente. Hay que reconocer que el texto, aun siendo resultón, no es de lo mejor de este idolatrado dramaturgo y director americano (ahí están Oleanna o Glengarry Glenn Ross, por ejemplo). En ocasiones suena excesivamente intelectual (es genial la crítica del New York Times que dice que las protagonistas hablan como Roland Barthes, con lo cual ya os hacéis una idea) y el final no llega a convencer del todo. Pero aquí, sólo por disfrutar del duelo escénico de las dos protagonistas, ya merece la pena. Ana Wagener, esa gran secundaria que (por fin) está viendo reconocido su trabajo como se merece, interpreta a Ann, la funcionaria de prisiones. Su solidez (es como un muro ante el que su contrincante lanza sus parlamentos) es perfecta para el personaje. Su personaje es una mujer sobria y punitiva, obsesionada con la disciplina. Pero que adivinas ha malgastado su vida en esta labor. Y que dentro rebulle todo aquello que no ha salido a la luz. Pero sin embargo el personaje bombón es el de Cathy. Y Magüi Mira está soberbia como esta activista encerrada física pero no mentalmente en esa prisión femenina. Es una auténtica gozada asistir a esta caracterización: ver cómo se mueve, cómo mira, escuchar cómo dice cada una de sus frases… hasta da gusto observar la forma en que introduce sus manos en los bolsillos de su vieja chaquetilla. Magüi Mira es una actriz excepcional (inolvidable su interpretación en las Escenas de Matrimoniode Bergman dirigida por Rita Russek) y aquí lo vuelve a demostrar. Entre las dos se establece un juego que funciona perfectamente. Una química que llega hasta el terreno sexual, con un lesbianismo que sacan a menudo a colación (siempre dialécticamente, eso sí, no vayáis a imaginaros aquí una lucha de barro entre rejas). La verdad es que el exceso de intelectualidad de los diálogos podría haber hecho naufragar la obra con sus diatribas. Pero Wagener, Mira y Pascual consiguen que el jurado (en este caso el público español) no llegue a condenar la última obra de Mamet (que por otro lado haga lo que haga siempre es interesante). Y que, finalmente, se erige en un atractivo ejemplo de teatro puro y sin aditivos. Un espectáculo sobre el mecanismo del poder, la libertad física frente a la intelectual, moral y política. Un juego dialéctico que reflexiona sobra la capacidad del cambio, la rehabilitación y el concepto de la verdadera libertad. Pero, sobre todo, y por esto es por lo que merece la pena, un duelo de actrices en toda regla.

La anarquista
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Nombre del montaje: La anarquista

Disciplina: Teatro contemporáneo

Director: José Pascual

Autor: David Mamet

Adaptaci�n: José Pascual

Reparto: Magüi Mira, Ana Wagener

Ayudante de dirección: Hugo Nieto
Diseño de iluminación: José Manuel Guerra
Espacio escénico: José Pascual
Una producción del Teatro Español

D�nde: Teatro Español. Sala Pequeña

Direcci�n: Calle Príncipe, 25. Madrid

Hasta: 16.06

Horario: De martes a domingo a las 20.30h.

Precio: 22€. Martes, miércoles y jueves 25% dto.

Venta de entradas: www.telentrada.com

EL DICCIONARIO, con Vicky Peña en la Abadía. La emoción de las palabras

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Reseña publicada originalmente en la web de cultura NOTODO.COM, que se puede encontrar pinchando aquí.

Una inmensa Vicky Peña regresa con El diccionario al Teatro de la Abadía

Oxímoron, palabra, persona, cosa, definición, diccionario, libertad... Palabras y palabras. Un mar de ellas proyectadas sobre las paredes del madrileño Teatro de la Abadía dan nuevamente la bienvenida al espectador sobre el escenario que acogió el montaje a principios de curso cuando entra en la sala para ver El diccionario, de Manuel Calzada Pérez. Una obra dirigida por José Carlos Plaza en la que la formidable Vicky Peña interpreta a María Moliner, la autora del Diccionario de uso del español (según muchos el diccionario más útil, coherente y profundo de la lengua castellana, por encima del de la RAE). El caso es que un biopic sobre un personaje así podría parecer algo peregrino: ¿qué tipo de interés puede haber en la historia de la autora de un diccionario? Pues la verdad es que mucha. Porque, aparte de la hercúlea labor que significó escribir una obra así (y ella solita) y su conciencia política (fue represaliada por la dictadura franquista a causa de sus simpatías republicanas, relegándola a un puesto laboral muy inferior del que le correspondía), a María Moliner le diagnosticaron arterioesclerosis cerebral. Lo que significa que pasó sus últimos años olvidando palabras, lenta pero inexorablemente. Y qué sufrimiento peor se puede imaginar para una persona que ha dedicado toda su vida a las palabras que ver cómo éstas se escurren entre sus dedos.

El muy interesante texto de Calzada, repleto de saltos temporales, se articula en torno a las visitas al médico de Moliner, alternándolas con un discurso imaginario que la autora nunca llegó a pronunciar dedicado a los miembros de la Real Academia Española y otras escenas cotidianas con su marido. Combina inteligentemente drama, puntos sutilmente cómicos, el retrato de una época (las palabras ya no nos pertenecen, dice a causa de sus experiencias en la época franquista) y la vida de esta mujer, logrando conformar la imagen de un personaje absolutamente conmovedor y casi heroico en su tesón y humildad. Con una Vicky Peña inmensa, en el que puede ser uno de sus mejores papeles (y mira que tiene). Peña dota a su María de un alma maravillosa y consigue que sea imposible apartar los ojos de ella. Los recursos de esta actriz son tantos y los maneja de forma tan increíble que uno no puede sino quitarse el sombrero. La angustiosa escena en la que Moliner se retrotrae delirando al tribunal de depuración franquista (por unas simples pruebas que le está realizando el doctor) es de ésas para el recuerdo. Helio Pedregal por su parte está perfecto como el doctor, y las escenas entre los dos son una auténtica delicia (su personaje está convencido de que ha encontrado un nuevo síndrome, el delirio de diccionarista, con lo cual su relación es bastante particular). Y Lander Iglesias resulta tierno y convincente en general como el sufrido marido de Moliner.

José Carlos Plaza dirige este conmovedor trabajo consiguiendo sacar a la luz las emociones y la poética de la heroicidad cotidiana de esta mujer. Un escenario sencillo, con una montaña de muebles y objetos apilados al fondo, la mesa del médico a la izquierda y la mesa de trabajo de la casa de Moliner a la derecha son los elementos con los que juega, completado por un fondo nebuloso (como la neblina que poco a poco va cubriendo la mente de la protagonista). Una cálida y cambiante iluminación y una ambientación musical agradable y emotiva (aunque en algunos momentos resulte algo excesiva ya que se transforma en un fondo continuo en determinadas escenas) crean las atmósferas adecuadas para cada momento. El caso, que este hermoso diccionario es un sentido homenaje a una mujer discreta, tenaz y digna de admiración, pero también un espectáculo teatral de calado, muy recomendable. Una historia humana y emotiva, perfectamente tejida para llegar al corazón del espectador. Una expresión del amor por las palabras. Porque, como dice la protagonista: al final todo se reduce a un acto expresivo… Expresar con la palabra, qué difícil a veces. Pero qué necesario. Expresar. Y entender.

El diccionario
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Nombre del montaje: El diccionario

Disciplina: Teatro contemporáneo

Director: José Carlos Plaza

Autor: Manuel Calzada Pérez

Reparto: Vicky Peña, Helio Pedregal, Lander Iglesias

Escenografía e iluminación: Francisco Leal
Vestuario: Pedro Moreno y Cristina Rodríguez del Yerro
Música y espacio sonoro: Mariano Díaz
Ayudante de dirección: Leo Granulles
Producción: Teatro de La Abadía y Anadramápete

D�nde: Teatro de la Abadía

Direcci�n: Fernández de los Ríos, 42. Madrid

Hasta: 17.11

Horario: De martes a sábado a las 20h. y domingos a las 19h.

Precio: Entre 17 y 24 €

Venta de entradas: www.telentrada.com