MISÁNTROPO, de Miguel del Arco


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(Esta crítica fue publicada en la web de cultura Notodo.com con motivo del estreno de Misántropo, de Miguel del Arco, en el Teatro Español de Madrid. Para más información podéis hacer clic aquí y ver la reseña en la web de Notodo.)

MISÁNTROPO. Del Arco vuelve a dar en la diana.
Crítica por Miguel Gabaldón

«Los halagos chorrean como la mierda en este callejón», anuncia el Misántropo de Miguel del Arco y Kamikaze Producciones que ha recalado en el Teatro Español. Una esperadísima adaptación del clásico de Molière en el que un hombre lucha contra la hipocresía que le rodea en una sociedad corrompida y acaba siendo el bicho raro de la fiesta. Del Arco ambienta la historia en la actualidad, en ese callejón al que da la salida de emergencia de una fiesta. El lugar donde la gente se asoma para hablar en intimidad, fumar, meterse rayas o despotricar contra los demás. Un inmejorable y muy acertado emplazamiento el de Del Arco para ubicar esta historia de corruptelas morales. La puesta en escena es sobresaliente, con un cinematográfico uso de la iluminación y el sonido (y un perpetuo y arriesgado chunda chunda fiestero de fondo) que establece un espectáculo mitad costumbrista-mitad expresionista (con esos apartes alucinatorios del protagonista, cámara lenta incluida) que agarra al espectador y no le suelta hasta que baja el telón.

La versión (del propio director) conjuga frases del original de Molière con expresiones actuales que no rompen en ningún momento la sonoridad del texto, resultando así completamente vigente y bastante natural, con una aleación perfecta entre comedia y tragedia. La contraposición entre honestidad e impostura imaginada por Molière en el s. XVII converge en este lugar con la misma actualidad que en sus tiempos. Políticos, artistas sin talento, chismosos y personajes adoradores de la adoración se entremezclan en esta fiesta, representando figuras harto contemporáneas en manos de un elenco excepcional (que ya demostró su buen hacer de sobra en La función por hacer o Veraneantes).

La ironía con que despliegan sus artes estos intérpretes (desde el primero hasta el último) levanta carcajadas, recabando también potentes momentos de reflexión. Cristóbal Suárez es un fantástico y divertidísimo Orante, José Luis Martínez un esquivo Clitandros, Manuela Paso una genial y retorcida Arsinoé (fantástico el polite enfrentamiento con Celimena), Raúl Prieto un encantador Filinto que además establece una maravillosa pareja de melancólico feeling con la afable Eliante de Miriam Montilla (la más normal de todos). Bárbara Lennie, por su parte, interpreta elegante y seductoramente a la enamorada del protagonista (paradójicamente cúmulo de defectos que él detesta). E Israel Elejalde consigue un más que acertado Alcestes, el hombre recto y honrado que no consigue cuadrar en una sociedad llena de mentiras.

En definitiva, Del Arco y los kamikazes han puesto en pie uno de los espectáculos de la temporada, entretenimiento de primer orden con la calidad que se esperaba (que no era poca). Su frescura y dinamismo la convierten en la adaptación perfecta de este clásico a nuestros tiempos (cambiando sonetos ridículos por canciones de moda no menos irrisorias o cartas por mensajes de whatsapp), encerrando tras la risa y el sarcasmo una amarga moraleja, dejando al espectador la sensación de haber visto no una historia de hace siglos sino completamente contemporánea, tanto en su forma como en su terrible fondo. Y al final, la puerta se cierra y Alcestes abandona ese callejón lleno de mierda “Volverá, hay que confiar. Tenemos que confiar…

M.G.

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