ÁRBOL, en Espacio Labruc


arbol

(Esta crítica fue publicada en la web de cultura Notodo.com con motivo del reestreno de Árbol en Espacio Labruc de Madrid. Para más información podéis hacer clic aquí y ver la reseña en la web de Notodo.)

ÁRBOL. Raíces en Labruc
Crítica por Miguel Gabaldón

Sor Margarita quiere matar todas las plantas que habitan en el jardín de la institución psiquiátrica que dirige. Anturio, su sobrino invertido, tiene como misión convertir este vergel demoníaco en un páramo según las órdenes de su tía. Una labor a la que se resiste, pues tiene una particular fascinación por Celidonia, la interna más singular que se encuentra allí, quien trata a uno de los árboles del jardín como si fuera su hijo… Esto es Árbol, el especial montaje que ha vuelto a Espacio Labruc. Un texto de Alessio Arena dirigido por Ángel Málaga y Roberto Morales. La locura y el amor se entrelazan en este espectáculo que transita por las ramas más enrevesadas y retorcidas de la mente (y el corazón) humanos.

El espacio, prácticamente vacío, de Labruc sirve de escenario para una compleja narración que llega a estremecer. Y es que, ante todo, Árbol es la historia de Celidonia y su hijo perdido. La obra, profundamente poética y metafórica, está estructurada entre diálogos de sobrino y tía y monólogos de la interna. Y aunque peca de literaria en múltiples momentos (a alguno lo mismo le rechinarán un poco ciertas expresiones), consigue instantes de intimidad demoledora cuando nos introduce en la cabeza de esta mujer enamorada de su hijo-árbol. Ana Cavilla y Manuel Enríquez son unos acertados Sor Margarita y Anturio, con una confianza extraña pero potente que consiguen transmitir al público. Pero es Itziar Cabello la que resulta completamente fascinante como esa Celidonia. La locura, verdad y turbación que transmiten sus enormes ojos oscuros es una experiencia única. Aunque sólo fuera por poder asistir a esta enorme interpretación ya merecería la pena acercarse a este Árbol de inciertas raíces. Ascendamos con Celidonia a través de las ramas de su mente para acompañarla en su viaje de pérdida y demencia, en su obsesión maternal y estremecedora… “Hijo mío, hijo mío…”

M.G.

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