TOSCA, el triunfo de la la tradición

Foto: Javier del Real

CRÍTICA

Es esta Tosca que se representa en el Teatro Real una de esas típicas óperas «de repertorio», de las clásicas, las tragedias melodramáticas con grandes arias y que ofrecen voces espectaculares. De ésas que no defraudan.

Tosca es una ópera tremendamente cinematográfica, muy dinámica, que te atrapa desde el primer momento y no te suelta hasta el final. Melodramática y folletinesca, desde luego, pero por ello mismo logra algo que no deja de tener un mérito increíble: que tres horas (dos, si excluimos los descansos) pasen como media. Es lo grande que tiene esta pieza de Puccini, que no deseas que termine. Y esta reposición del montaje de 2004, dirigido en lo musical por Renato Palumbo y en lo escénico por Nuria Espert, desde luego consigue ese efecto.

En cuanto a los intérpretes: Sondra Radvanovsky como Tosca es francamente espectacular en lo vocal, con una intensidad increíble, aunque para mí le falte algo de pasión en el apartado interpretativo con respecto a los momentos de más intimidad con Cavaradossi. Un Caravadossi muy bien interpretado en este elenco por Jorge de León, y poseedor de una voz privilegiada también. El tercero en discordia y el malvado de la función, Scarpia (en el original policía y en esta versión clérigo lascivo ansioso de poder), lo defiende un George Gagnidze perfecto tanto en su labor musical como interpretativa.

En cuanto al apartado escénico, hay ciertos elementos que, personalmente, no me llegan a convencer demasiado. Tal vez resulta excesivamente recargado el escenario de esa iglesia que tenemos presente en todo momento con los frescos del juicio final, que funcionan como elemento simbólico y asfixiante a la par, pero que tal vez podía haber aparecido sólo al final, como sucede en el tercer acto, pero sin estar de continuo en los dos primeros. Además esas columnas (también repletas de esas imágenes), que parecen de plástico (igual que el resto de paneles), no llegan a convencer. Los elementos centrales (la piedad rodeada de velas en el primer acto, el crucifijo con la mesa delante en el segundo, y el muro de ejecución en el tercero), sin embargo funcionan muy bien. En cuanto al par de momentos en el que se juega más con el escenario, el primero, en el final del primer acto, abriéndose a la procesión eclesiástica, es espectacular, y en el segundo acto, el momento de la tortura resulta algo gratuito. Se transparentan los frescos dejando ver detrás multitud de hombres contorsionándose. Y es gratuito porque no se vuelve a utilizar este recurso en ningún momento y tal vez no cuadra con el resto de la estética.

En cuanto al movimiento de los intérpretes por la escena resulta muy bien orquestado y dota de gran dinamismo a la representación. Con excepción tal vez de esa cuerda de presos del comienzo del tercer acto, que tal vez podría sobrar ya que resulta algo falsa y rompe con el ritmo del resto de la función, por lo menos como está ahora.

De todas formas todo esto son pequeños fallos, simples detalles, para una de esas obras que sirven para enganchar a quien se acerque por primera vez al mundo de la ópera y para seguir enamorando a aquél que ya esté inmerso en él. Momentos como el apoteósico «Te Deum», el intenso enfrentamiento de Tosca y Scarpia o la bellísima aria «E lucevan le stelle» de Caravadossi del tercer acto son momentos de increíble belleza e intensidad emocional que sin duda alguna merecen la pena ser experimentados en un teatro.

FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA

Melodrama en tres actos de Giacomo Puccini (1858-1924), según un libreto de Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, basado en la obra de teatro La Tosca (1887) de Victorien Sardou.

Tosca se estrenó en el Teatro Costanzi de Roma el 14 de enero de 1900.

Esta representación significa una reposición de la producción del Teatro Real de 2004 y se trata de una coproducción con la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera (ABAO).

La ópera se representa en lengua italiana.

Dirección de escena: Nuria Espert

Dirección musical: Renato Palumbo

Escenografía: Ezio Frigerio

Figurines: Franca Squarciapino

Iluminación: Vinicio Cheli

Dirección del coro: Andrés Máspero

REPARTO

Floria Tosca: Violeta Urmana/ Sondra Radvanovsky
Mario Carvaradossi: Marco Berti/ Jorge de Léon (sustituyendo a Marcello Giordani)
Baron Scarpia: Lado Ataneli/ George Gagnidze
Cesare Angelotti: Felipe Bou
El Sacristán: Valeriano Lanchas
Spoletta: Carlo Bosi
Sciarrone: Károly Szemerédy
Un carcelero/ Pastor: Francisco Santiago

Fecha de la representación a la que alude la crítica:

26/07/2011

 

CYNDI LAUPER, MEMPHIS BLUES TOUR, la voz de los ochenta


Foto: EFE

CRÍTICA

La duda que podía haber: si la voz de Cyndi Lauper, gran icono de la música de los ochenta, ha cambiado con el tiempo o no (se quiera o no, ya tiene casi sesenta años, ahí es nada).

Respuesta: no.

Sigue siendo la misma voz de chavala de veinte años. Y no sólo sigue teniendo Cyndi Lauper la misma voz, sino también la misma actitud.

Esta noche de los veranos de la villa ha estado llena de blues, pero también de hits reconocibles por todos. La cantante americana ha hecho un repaso de su último disco, lleno de un blues energético y muy potente,  pero también de sus más reconocibles éxitos, canciones que todo el mundo estaba ansioso por escuchar en directo en la primera actuación de Lauper en nuestra ciudad.

Una actuación llena de energía y simpatía, congraciándose con el público bajando del altar del escenario y subiendo hasta las gradas en dos ocasiones desatando la locura entre el respetable. Una Cindy Lauper en esta ocasión pelirroja y vestida de cuero ajustado que ha sabido sacar la sonrisa en más de una vez («Guapa?» Qué es «guapa»? Es un fruta, verdad? Creo que la he tomado alguna vez…) (Por supuesto después el público empezó a corear «Guapa, guapa» hasta que la artista estalló en una risa encantadora y finalmente averiguó lo que significaba).

Tal vez lo único negativo que se le pueda achacar sea que la duración ha sido algo escasa, apenas hora y media, y que en la última parte del concierto se ofuscó con problemas de sonido, haciendo señas e incluso hablando en «Time after time» entre medias para que le subieran la voz. Además de una cierta «vaguería» hacia el final del concierto que se reflejaba en un instar continuamente al público a cantar. Por lo demás, una voz increíble, igual que hace treinta años, y un derroche de simpatía. Y unos temas (el ya mencionado «Time after time», «Good enough», «Girls just want to have fun» o «True colors», que le sirvió además para hacer un alegato a favor de la tolerancia) grabados en la memoria colectiva de toda una generación que nos han hecho volver al pasado.

FECHA DE LA REPRESENTACIÓN A LA QUE ALUDE LA CRÍTICA:

24/07/2011

DON GIOVANNI, DE W. MOZART, Coliseu do Porto (Portugal)

CRÍTICA

Mozart es Mozart, en España, Portugal, o allá donde se represente. Esta ópera representada en el Coliseu de la ciudad de Oporto, en Portugal, dirigida en lo musical por Antonio Saiote y en lo escénico por Antonio Salgado, es una versión sencilla pero efectiva de la obra maestra de Mozart.

El escenario es esquemático: una pantalla de tela blanca enmarcada al fondo, que va cambiando con la iluminación de la escena; unas cuerdas colgadas aquí y allá por el escenario; una entrada que cambia de sitio un par de veces; unos módulos en rampa que sirven tanto para que caminen por allí los personajes como de mesa del banquete final… Desde luego no nos encontramos ante un derroche de presupuesto, algo que se nota en algunos momentos, pero ante todo está la música de Mozart y las voces que los cantantes, ante las que hay que quitarse el sombrero.

Todos defienden a la perfección su partitura y actuación, con especial atención a las tres sopranos, Carla Carmujo, Sara Braga y Susana Milena, que consiguen un conjunto tanto en su espectacular voz como en su actuación realmente dignas de alabanza. Son el motor de la identificación del público, en contra del truhán Don Giovanni, y consiguen su objetivo a la perfección.  El único componente del reparto que tal vez no esté a la altura de sus compañeros tal vez sea el actor que juega el rol de campesino, Bruno Pereira, pero aún así no llega a desviar en exceso la atención.

Lo único tal vez algo más pobre es la puesta en escena, como ya he dicho anteriormente. Sobre todo porque uno de los elementos, el de las cuerdas, podría dar muchísimo más juego. Sólo interactúan un par de veces con ellas (el mejor, el momento en el que el sirviente envuelve a una de las conquistas de D. Giovanni con ellas), pero ya está. Como elemento simbólico funcionan a la perfección, todos son marionetas del don juan y están atrapados en su red, pero como ya digo se echa en falta un uso más creativo de ellas, ya que están allí.

Sin embargo se sigue disfrutando (a pesar de que pierda un poco de ritmo en la segunda parte). Por algo es una de las óperas más famosas de la historia.

 

FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA

Direcção Artística: António Salgado

Direcção Musical: António Saiote 

Encenação: Nuno M. Cardoso e Marcos Barbosa

Assistente de Encenação: Diana Sá

Direcção de Produção: Álvaro Santos

Produção Executiva: Filipa Lã

Orquestra: Sinfonieta da ESMAE

Cravo: Alvaro C. Barriola 

Coro: OperaNorte/CEOTM-UA

Correpetição: Angel Gonzalez Casado

 

Concepção Plástica

Luz: Pedro Carvalho 

Cenografia: Ricardo Preto

Figurinos: Susana Abreu

 

Solistas

Don Giovanni (nobre) LUÍS RODRIGUES (barítono)

Leporello (criado de Don Giovanni)  ANTÓNIO SALGADO/Bruno Pereira (baixo barítono)

Donna Anna (filha do Comendador) CARLA CARAMUJO (soprano)

Don Ottavio (noivo de Donna Anna) MÁRIO JOÃO ALVES (tenor)

Donna Elvira (nobre) SARA BRAGA SIMÕES (soprano)

Comendador (pai de Donna Anna) VALTER MATEUS (baixo)

Zerlina (jovem camponesa) SUSANA MILENA (soprano)

Masetto (camponês, noivo de Zerlina) BRUNO PEREIRA/Ricardo Rebelo (baixo barítono)

Fecha de la representación a la que alude la crítica:
09/07/2011
TEATRO COLISEU DO PORTO (OPORTO, PORTUGAL)

 

 

FESTIVAL DE MÚSICA SUPER BOCK SUPER ROCK (PORTUGAL), polvo y música

CRÍTICA

En cuanto a este festival que se ha realizado en Portugal, en la localidad de Meco, a 50 km. de Lisboa, hay que especificar varias cosas. Y la primera de todas es que por un lado hay que separar la calidad de los conciertos y por otro lado la calidad de la organización. Una organización que por momentos oscurecía el disfrute de los conciertos que se estaban celebrando allí.

Dentro de esas deficiencias de organización se encuentra un problema muy serio con el aforo, que se notaba tanto en el palco principal, como en la zona de acampada, facilidad para acceder al recinto en coche (con atascos de varias horas en carreteras locales), etc. Así como la cantidad de polvo que desprendía el suelo del recinto, llegando a ser en algunos momentos insoportable, con gente llevando mascarillas como en un holocausto nuclear. Son problemas importantes que tienen que solucionar para años venideros, porque si no puede llegar a haber otros problemas, y graves.

Pero hablemos de los conciertos, que es a lo que iba todo el mundo y lo más importante. Por partes:

 

The Walkmen

Este grupo indie de post punk consiguió calentar el ambiente del primer día del festival por la tarde. Una serie de canciones que conectaban con el público en parte gracias a la actitud y carisma de su cantante, Hamilton Leithauser. Un concierto energético y animado que sirvió como comienzo prometedor (después de Sean Riley & The Snowriders) de tres días de música.

 

 

The Kooks

Gran concierto de los ingleses con un entregado y chulesco (a la par que divertido) Luke Pritchard muy cercano en su look a un Jim Morrison joven. Con su single «Naive» llegaron a la cumbre del que fue uno de los mejores conciertos de la noche.

 

 

Beirut

El grupo de Zach Condon empezó falto de fuelle pero logró remontar en el que fue un concierto algo atípico, remanso de paz entre el rock que le precedió y que vendría. Da gusto que un grupo así, tipo folk con reminiscencias a Goran Bregovic y su música más cercana a los gitanos de la europa del este triunfe de esta forma.

 

 

Arctic Monkeys

El grupo inglés atrajo al mayor número de público del primer día, que se entregó a su garage rock. Aún así estuvieron algo fríos en su puesta en escena y actitud, con su cantante, Alex Turner, muy en la línea de «mírame y no me toques» de otros ingleses famosos como son Oasis.

 

 

The Gift

El grupo portugués aportó la alegría y vitalidad que se necesitaba en su concierto, una explosión de color (e incluso confeti) acompañada por la muy interesante voz y carisma de su cantante, Sonia Tavares, y de su cabeza pensante, Nuno Gonçalves.

 

 

Portishead

El grupo de trip hop consiguió un milagro al hipnotizar a miles de personas con sus proyecciones (así es como se hace un espectáculo) y la increíble voz de Beth Gibbons. Una voz que ya no es la misma que en su primer disco, Dummy (del que repasaron gran parte de sus canciones), sino mejor, más rota y con más experiencia. Verla cantar con los ojos cerrados, sintiendo cada palabra que decía fue una maravilla. Y algo a tener en cuenta: durante todo el concierto no dijo ni una palabra entre canción y canción, para no perder la intensidad, pero en la última canción bajó del escenario y estuvo abrazando y saludando al público de las primeras filas en una explosión de cariño, cosa que no hizo nadie más. Eso para los que pudieran dudar y decir que son fríos. Sin duda una maravilla de espectáculo y algo que merece la pena experimentar, profundamente emotivo.

 

 

Arcade Fire

No hay nada de este grupo que no se haya dicho ya. Un espectáculo en toda regla con todo tipo de matices, intenso… Fantásticos musicalmente hablando y en todos los sentidos. Tal vez lo mejor del festival, en términos generales. Con su himno «Wake up» y 40.000 personas cantando a coro se desató la locura.

 

 

Brandon Flowers

El cantante de «The Killers» tal vez sea algo egocéntrico pero hay que reconocer que tiene una voz privilegiada. Buen concierto a pesar de que tuviera que recurrir para acabar a alguna composición de su banda estrella.

 

 

Ian Brown

El concierto del cantante los extintos y míticos «Stone Roses» fue algo desconcertante. Por momentos funcionaba perfectamente y por momentos parecía algo desastrado. Gran parte de la culpa la tuvo un Ian Brown que parecía iba en chándal, con una actitud que rayaba en la pérdida de respeto a su propia banda cuando en un par de momentos paró él mismo el concierto. De todas formas tuvo grandes momentos con composiciones de su antiguo grupo, o su hit «Stellify», con una línea de trompeta que siempre ayuda. De todas formas daba impresión de ver un concierto de una vieja gloria, ya pasado su momento.

 

 

Slash

El mítico guitarrista de los Guns’n’roses no defraudó a sus fieles, acompañado en la parte vocal por un muy resultón Myles Kennedy. Cuando sonó Sweet Child O’Mine la gente se lanzaba al palco para presenciar esos acordes de guitarra.

 

 

The Vaccines

La banda inglesa de indie rock demostró que la reputación que se está labrando es completamente merecida. El escenario pequeño se llenó de vida y bailes en una actuación que levantó el ánimo de los presentes, con temas muy pegadizos como «If you wanna».

 

 

The Strokes

El grupo neoyorkino repasó temas de su nuevo disco sin olvidar hits como «Last Nite». Un concierto de este tipo, debido a la calidad musical que tienen, siempre funciona y consigue un público fan entregado, pero pasa un poco como Arctic Monkeys: son fríos. Julian Casablancas, al igual que el Alex Turner de los Arctic toman una pose de estrella del rock demasiado elevada como para ni siquiera sonreir.

 

 

Como conclusión: han sido unos días llenos de música de alto nivel cubiertas por demasiado polvo.

 

 

SAN FRANCISCO DE ASÍS (SAINT FRANÇOIS D’ASSISE), seis horas con Messiaen

CRÍTICA

Lo siento mucho. La ópera contemporánea (por lo menos ésta), no me llega. Seguramente si fuese músico o especialista en el tema estaría ahora mismo diciendo que este San Francisco de Asís del compositor Olivier Messiaen ha sido uno de los más grandes acontecimientos de la temporada en nuestro país. Pero no puedo decir lo mismo. Y es una pena, de verdad, porque me gustaría. Además hay que reconocer que, a pesar de permanecer seis horas en el Madrid Arena, donde se desarrolla el espectáculo (con dos descansos, uno de media hora y otro de una), no se hace tan largo como podría parecer (sobre todo a unos cuantos espectadores, bastantes en realidad, que huyeron aprovechando los sucesivos descansos).

Y también hay que destacar que la famosa cúpula de 22 toneladas, base de la puesta en escena, que va cambiando suavemente de color a lo largo de la representación, es espectacular. Hacia el segundo acto se echa de menos que no la aprovecharan un poco más, pero en el último acto es tan hipnótica que se olvida lo anterior. Además impresiona ver a los 130 músicos y 120 integrantes del coro en escena. Aunque luego en sí los personajes que aparecen interactuando no sean más de siete, que van desfilando por una pasarela elevada que se ha construido alrededor de la cúpula, y con muy pocos elementos en escena, apenas un banco y una gran jaula con palomas blancas (reales) en su interior.

Lo que que resulta algo más pesado y lastrante es el estatismo de toda la puesta en escena. Como idea parece fantástica y va muy acorde con el tema, pero simplemente creo que no llega a funcionar. Los movimientos, todo, es tal vez demasiado lento (a Robert Wilson le funciona, pero que hay que saber muy bien cómo hacerlo porque son puestas en escena arriesgadas).

Aunque sí hay momentos muy interesantes y de gran belleza, algunos que incluso llegan a emocionar. Entre ellos cabría destacar la escena del leproso, que contiene la puesta en escena más interesante de toda la representación, con un hombre envuelto de negro, la sombra de la lepra que arrastra al enfermo con él, con una coreografía muy efectiva. Todas las apariciones del ángel, una Camila Tilling salida de otro mundo, son asimismo bellísimas y la voz de esta cantante, la única mujer del reparto, es simplemente espectacular. Y por destacar un momento de coro: el tercer acto, muy potente (que además acaba por ser el mejor acto).

Pero en conjunto esa trascendencia que pretende el autor con esta obra yo no la consigo tocar. Y es una pena. Hay que señalar que a los responsables de este espectáculo les ha costado horas y horas de estudio el conseguir llegara a la esencia de esta ópera, con lo cual es difícil que lo consiga un espectador que la oye por primera vez. Yo personalmente no he entrado. Me resulta una partitura demasiado agresiva en su conjunto (y es la forma de composición, evidentemente no el tema). Un poco, y salvando las distancias, dios me perdone, un poco como digo tipo susto de película de terror. Como cuando meten de sorpresa una subida en la música y aparece el asesino, que pegan ahí un subidón de música tremendo para que grites. Pues así seis horas.

Son estos cambios de ritmo en la música lo que hace que no me emocione. Es un tipo de composición nada melódica. Por no hablar de que si yo hubiera tenido una aparición divina como la que tiene San Francisco de Asís aquí, había salido corriendo. Porque el ángel es, simplemente y llanamente, hermosísimo, pero cuando el coro canta, como si de la voz de dios se tratase, parece el apocalipsis (por cómo y también por lo que le dice al santo). Desde luego, aunque quiera ser lo contrario, a mí no me da una idea nada tranquilizadora de la religión. Como digo, se me hace todo muy agresivo y ténebre. Eso sí, el final, apoteósico, con San Francisco en el escenario y la cúpula cada vez de un color más claro, es una belleza también.

El caso, que nos encontramos ante un espectáculo que yo denominaría duro, y sólo apto para aquellos quienes sepan a lo que van. Tal vez mi fallo ha sido no estudiar antes en condiciones, escuchándola bien, la ópera. Con lo cual éste es un experimento que a mí (y sospecho que a unos cuantos poseedores de abonos de temporada operística que les han hecho salir de excursión teniéndose que trasladar fuera del Teatro Real, lo que no creo que les haya hecho mucha gracia), no me ha llegado a convencer. Pero eso no quita que alabe al señor Mortier por intentar nuevos caminos dentro del Real..

Nota Importante: si van a ir a ver el espectáculo, mucho cuidado con el tema de la localización de las butacas y los sobretítulos, porque a mí me pareció desastroso. Afirmaría que hay puntos ciegos (y no estoy hablando de los de visión reducida de siempre) donde es imposible leer los sobretítulos de ningún lado. No sé por qué, pero no hay pantalla justo encima ni debajo del escenario, con lo cual, dependiendo de donde se esté situado, se puede tener suerte o no, siendo francamente incómodo tener que estar girando continuamente la cabeza para poder leer. Como me pasó a mí (aunque no sea algo exagerado, pero ya te distrae más de lo necesario de la acción). Y yo no estaba en mala zona. Avisados están.

Foto: Javier del Real

FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA

Saint François d’Assise (San Francisco de Asís)
Olivier Messiaen (1908 – 1992)
Ópera en tres actos y ocho escenas
Libreto del compositor
Estreno en España en versión escénica

Representaciones en Madrid Arena
Estrenada en la Opéra de Paris el 28 de noviembre de 1983
Coro Titular del Teatro Real y Coro de la Generalitat Valenciana
SWR Sinfonieorchester Baden-Baden-Freiburg
Dirección musical: Sylvain Cambreling

Dirección musical: Sylvain Cambreling
Instalación: Emllla Kabakov
Instalación: IIya Kabakov
Disposición escénica: Giuseppe Frigeni
Figurines: Robby Duiveman
Iluminación: Jean Kalman
Dirección del coro: Andrés Máspero y Francesc Perales

El ángel: Camila Tilling
Saint François: Alexander Marco-Buhrmester (6 jul, 8 jul, 1 1 jul, 13 jul)
Vicent Le Texier (10 jul)
El leproso: Michael König
Frère Léon: Wiard Witholt
Frère Massée: Tom Randle
Frère ÉlIie: Gerhard Siegel
Frère Bernard: Victor von Halem
Frère Sylvestre: Vladimir Kapshuk

Duración aproximada:

Acto I: 1 hora y 10 min.

Pausa de 30 min.

Acto II: 1 hora y 55 min.

Pausa de 1 hora

Acto III: 1 hora y 10 min.

Temporada de ópera del Teatro Real.

Recinto: Madrid Arena

Fecha de la representación a la que alude la crítica:

06/07/2011

EL LAGO DE LOS CISNES SOBRE HIELO, deslizándose sobre un clásico

Copyright © Imperial Ice Stars 2005-2010

CRÍTICA

Aunque pueda parecer ligeramente hortera, este lago de los cisnes tiene muchos atractivos y acaba por convencer completamente. En primer lugar, la localización de la que disfruta, en los jardines de Sabatini, con el Palacio Real de fondo, ya es un lujo. En segundo lugar, y aunque algo prosaico, la verdad es que con el calor que hace apetece ver hielo. En tercer lugar, el nivel de patinaje de estos artistas es francamente bueno (no en vano muchos son campeones de certámenes a nivel internacional). En cuarto lugar, la música de Tchaikovsky siempre merece la pena. Y en quinto lugar, que ciertos cambios de guión con respecto a la historia que se suele ver hace que se vea con mayor interés (si has visto ya algún otro montaje en ballet).

Este lago de los cisnes sobre hielo contiene momentos realmente bellos y emocionantes, aparte de ser espectacular la forma en la que los bailarines se mueven por la pista. Todavía me pregunto cómo con toda la gente que hay en la pista en algunos momentos no se rebanan el pescuezo los unos a los otros con las cuchillas de los patines. El tema del patinaje aporta asimismo una delicadeza y suavidad muy acorde con la partitura.

Hay momentos espectaculares y llamados a sorprender al público, como el fin del primer acto con el fuego sobre el hielo o el momento en el que Odette comienza a volar en su danza con el príncipe. Puede ser algo demasiado evidente para epatar al público, pero no hay duda de que funciona y creo que acaba siendo realmente bello.

El primer acto sigue la historia original como la solemos ver normalmente, pero a partir del segundo baile en el palacio, donde el príncipe tiene que elegir a su prometida, la historia cambia. Según los responsables del espectáculo, con el fin de hacerla más cercana a lo que en un momento imaginó Tchaikovsky. Y es que en este lago de los cisnes Odette y Odile no son interpretadas por la misma bailarina, sino que son dos diferentes que interactúan. El príncipe no es engañado por el mago Rothbard, sino que elige a Odile creyendo que Odette no aparecerá. Después presenciaremos el que a mí me parece el momento más hermoso del espectáculo sin duda alguna, cuando en el bosque el príncipe Sigfrido baila con las dos muchachas, Odile y Odette, y Odile, el cisne negro, la hija de Rothbard, se sacrifica al ver el amor que se profesan el príncipe y Odette, dejando de lado su mismo enamoramiento. Esta humanización del personaje de Odile me parece lo más bello e interesante de este trabajo. Es realmente emocionante ver la delicadeza del momento en el que Odile se aparta del camino de los dos enamorados. Finalmente, tras una lucha encarnizada con Rothbard por parte de Sigfrido y su compañero de armas, el amor acaba por triunfar (con lo cual no nos encontramos ante el trágico final del suicidio de los protagonistas).

Los elementos sobre la pista son pocos: una escalera con barandilla para indicar que estamos en palacio y una cortina con árboles semitransparente que se desliza de vez en cuando cubriendo todo el fondo cuando estamos en el bosque. La iluminación y el uso del humo logran una acertada atmósfera de cuento. Y por último, el vestuario, aunque para mi gusto algo recargado, resulta acorde con el espectáculo que se está viendo, resultando especialmente interesante en determinados momentos (el baile de presentación de princesas pretendientes, por ejemplo). La pena es que la música no sea en directo, pero aparte del coste que ello supondría y como comenta el director artístico del espectáculo, todo debe de cuadrar al milímetro, y cualquier variación en el ritmo de la música podría influir en la coreografía de los patinadores de forma fatal.

En definitiva, que es un espectáculo apto para el gran público que, a pesar de sus dos horas, no se hace pesado en ningún momento, y que hay que reconocer que contiene momentos realmente bellos y espectaculares. Muy recomendable.

FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA

El lago de los cisnes sobre hielo

Música: Piotr I.Chaikovski

Adaptación musical: Tim Duncan y Edward Barnwell

Coreografía: Tony Mercer, Evgeny Platov, Albena Denkiva y Maxim Stavinski

Vestuario: Albina Gabueva

Escenografía: Eamon D’Arcy

Iluminación: Gavan Swift

Equipo Técnico en gira:

Company Manager: Cheryl Sheldon

Jefe de producción/Director técnico: Paul Mansfield

Responsable de electricidad: Harry Tabner

Director técnico de escena: Peter Isaac

Maquinista de producción: Chris Rees

Ayudante de director de escena: Andrey Chernyaev

Técnico del hielo: Sergey Evsyutin

Vestuario: Elena kalchikova Dean

Producción: James Cundall, Tony Mercer (The Imperial Ice Stars)y Lunchbox Theatrical Productions(Australia)

Productor en España: Iñaqui Fernández

 

Intérpretes:

Sirvientes de Palacio: Maxim Belyakov, Bogdan Berezenko, Yulia Odintsova, Svetlana Nalimova,

Invitados en el patio: Jurijs Salmanovs & Viktoriia Polzykina, Sergey Karev & Ruslana lurchenko, Yahor Maistrou &-Daria Davletova, Oleg Tazedinov & Yulia Ashcheulova, Vasily Andreev & Anna Lopatochkina 6. Sergey Mokhnatov & Anastasiya Ignatyeva

Personajes: Oiga Sharutenko (Odette), Olena Pyatash (Odile), Andrei Penkin (Príncipe Siegfried), Vadim Yarkov (Baron Van Rothbart), Bogdan Berezenko ( Benno), Alina Saprykina (Reina)

Cisnes Negros: Jurijs Salmanovs, Sergey Karev, Yahor Maistrou Sergey Mokhnatov, Oleg Tazetdinov, Vaily Andreev, Anton Parkhomenko

Invitados en Palacio: Jurijs Salmanovs &Viktoriia Polzykina, Yahor Maistrou Daria Davletova, Oleg Tazetdinov Yulia Ashcheulova, Vasily Andreev Anna Lopatochkina, Sergey Mokhnatov Anastasiya Ignatyeva,  Maxim Belyakov Marina Varankina

Fiesta: Ruslana Lurchenko (Princesa española), Segey Karev (Asistente español).- Yulia Ashcheulova (Princesa gaélica), Oleg Tazetdinov, Anton Parkhomenko, Maxim Be/yakov, Yahor Maistrou Sergey Mokhnatov (Asistentes gaélicos), Marina Varankina, Svetlana Nalimova (Mujeres Gaélicas).- Anna Lopatochkina (Princesa húngara), Vasily Andreev (Asistente húngaro); Viktoriia Po/zykina (Princesa italiana), Yahor Maistrou, Oleg Tazetdinov, Sergey Karev (Asistentes italianos). –  Yulia Odintsova (Princesa rusa),  Maxim Belyakov, Jurijs Salmanovs, Sergey Mokhnatov Anton Parkhomenko (Asistentes rusos).-   Maxim Belyakov, Vasily Andreev, Oleg Tazetdinov, Anton Parkhomenko (Grupo de cazadores)

Cisnes Blancos: Svetlana Nalimova, Anna Lopatochkina, Viktoriia Polzykina, Anastasiya Ignatyeva, Marina Varankina, Ruslana Lurchenko, Alina Saprykina,

Yulia Odintsova,Yulia Ashcheulova, Daria Davletova, Ekaterina Ivleva, Maria Orlova

Director artístico: Tony Mercer

Duración aproximada: 2h. (con intermedio)

JARDINES DE SABATINI, VERANOS DE LA VILLA

Fecha de la representación a la que alude la crítica:

01/07/2011