LADY MACBETH DE MTSENSK, un impresionante espectáculo de sexo y violencia en el Teatro Real

CRÍTICA

Salvaje. Oscura. Satírica. Lírica. Sórdida. Trágica. Mágnífica.

Esta Lady Macbeth de Mtsensk, ópera de Shostakovich estrenada en 1936 (que no gustó en exceso a Stalin), y que ahora se nos presenta en un montaje dirigida en lo musical por Harmut Haenchen y en lo escénico por Martin Kusej, es brutal a todos los niveles (y en todos los sentidos). La historia, basada en el relato de Nikolái Leskov (aunque modificada por Shostakovich), nos narra la trágica y sórdida historia de Katerina Ismailova, la mujer de un comerciante, aburrida y atrapada en un mundo del que necesita escapar pero no sabe cómo. Hasta que conoce a un nuevo empleado de la hacienda, del que se enamora perdidamente. Lo que le arrastra a cometer horribles acciones y acabará de forma trágica.

Y es que la música de Shostakovich es increíblemente rica y convierte esta Lady Macbeth en un carrusel de emociones en el que todo cabe, desde los momentos más líricos, hasta masas sonoras estruendosas, pasando por momentos de casi vals o fanfarria, metales alocados, exultantes interludios musicales entre escena y escena… A propósito de su primer estreno, un periódico afín al régimen stalinista publicó un artículo vilipendiando el espectáculo llamado «Caos por música». Pero lo cierto es que comparada con su obra precedente es menos atrevida y el propio Shostakovich afirmó que todas las partes de esta ópera eran muy cantables. Y es cierto. Aunque cierto un poco de ambas afirmaciones (también de la de la publicación comunista) hay. Porque algo de caos tiene. Pero un caos maravilloso. Aunque desde luego no tan disonante como otras óperas que nos han visitado recientemente como «San Francisco de Asís» o la propia «Elektra» de Strauss. Hay momentos profundamente líricos y otros de orquesta atronadora (Haenchen, el director musical, dice que es una de las óperas con más decibelios que hay). Las transiciones de unas frases a otras son simplemente magistrales y desde luego en el Real sonaron magníficamente. Así como sonó magnífico el coro, con una presencia muy importante durante todo el espectáculo, casi como otro personaje más, al principio como la masa de trabajadores de la hacienda y en el último acto como los presos deportados a Siberia.

La puesta en escena de Kusej, fría, cruda y física, sitúa esta acción no tanto en la Rusia zarista prerrevolucionaria sino en un contexto más moderno (el vestuario es actual, o incluso podría ser de otras décadas del siglo XX, incluso casi de mediados de los años cincuenta), que apunta a esa sociedad podrida en todas las escalas sociales no como producto del régimen zarista sino incluso del comunista o de cualquier sociedad. Así como se establece otro claro paralelismo con las deportaciones masivas a Siberia en los tiempos zaristas y stalinistas, que de todas formas se puede extrapolar a cualquier dictadura. La tierra oscura que cubre el suelo de las primeras escenas (sobre la que se arrastran y manchan los personjes), el agua de las últimas (que provee de una extrema frialdad térmica y desolación a la estancia de los presos), la nieve que cae en la muerte de Zinovi… Todos elementos de fisicidad increíble que aporta una interacción para los personajes que enriquece la puesta en escena. Una puesta en escena extremadamente fría, con una iluminación podríamos decir que feísta (lo que no quiere decir que no sea un gran trabajo), que fomenta la sordidez de este espectáculo. Porque escenas como la agresión a la cocinera (desnuda y humillada por decenas de hombres en medio del escenario), el azote de Serguei a base de latigazos hasta hacerle sangrar, o la sexualidad que impregna todas las escenas (cuyo momento álgido es el fantástico coito con luces estroboscópicas entre los protagonistas, un delirio absoluto), son imágenes duras y sórdidas también, pero no gratuitas en modo alguno. Seguramente se tache a Kusej en algunos mediose de provocador, pero no creo que sea ésa la intención en absoluto. Es una puesta en escena al servicio de transmitir una serie de sensaciones que, desde luego, funciona. La jaula de cristal llena de zapatos por la que se mueve Katerina es una idea simple pero magnífica. Las duchas de los policías funcionan perfectamente, la escena de la boda también, y sencillamente espectacular es la aparición del piso inferior en el que se encuentran los presos: primero observamos a los guardias con perros (vivos) y linternas paseando por escena, y poco a poco esa superficie va elevándose y descubrimos que lo que vigilan es el piso inferior, repleto de personas semidesnudas, casi fantasmas moviéndose entre agua y metal. Sin olvidar ese magnífico momento de pesadilla con cuatro figuras subiendo por las paredes y otras arrastrándose por el suelo mientras Katerina cree ver el fantasma de  su suegro.

Pero desde luego, si hay algo que destacar sobre todo lo demás, es el grandioso trabajo de la protagonista Eva-Maria Westbroek. Que desde el primer momento arrastra al espectador con su voz y su actuación hasta su trágico final. Consigue dotar de una fisicidad y sexualidad maravillosa a su personaje, que hace que la historia resulte completamente absorbente. Impresionante a nivel actoral. Y a nivel vocal no se queda corta, ya que resulta absolutamente perfecta. Un éxito y una interpretación para recordar. A su lado los personajes masculinos empalidecen, e inevitablemente sus intérpretes, pero cumplen con su función sin embargo.

Una historia que te atrapa de principio a fin con una música riquísima y excepcional, llena de violencia, pasión, sexo, tensión y locura, con una puesta en escena impresionante y una actriz protagonista inmensa en un papel sin maniqueísmos, complejo y memorable. Intensa y brutal. Un arrebato operístico memorable de los que llegan a poner los pelos de punta.

© A.T. Schaefer/ Nederlandse Opera Amsterdam.

FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA

LADY MACBETH DE MTSENSK, de Dmitri Shostakovich (1906-1975)

Ópera en cuatro actos y nueve cuadros en lengua rusa.

Libreto de Alexander Preys y Dmitri Shostakovich, basado en elr elato de Nikolai Leskov

Nueva producción en el Teatro Real procedente de la Nederlands Opera de Amsterdam

Director musical:  Hartmut Haenchen
Director de escena:  Martin Kušej
Escenógrafo: Martin Zehetgruber
Figurinista: Heide Kastler
Iluminador: Reinhard Traub
Director del coro: Andrés Máspero
Asistente del director musical: Walter Althammer
Asistente del director de escena:  Herbert Stoeger
Asistente de la figurinista: Beatrix Lorber
Maestros repetidores: Arnaud Arbet, Riccardo Bini

REPARTO

Borís Timfeyevich Ismailov/  Un preso anciano:  Vladimir Vaneev
Zinovi Borisovich Ismailov: Ludovít Ludha
Katerina Ismailova: Eva-Maria Westbroeck
Serguéi: Michael König
Aksinya/Una prisionera: Carole Wilson
Un trabajador harapiento: John Easterlin
Un tendero/Un policía: Francisco Santiago
El porteroAiram De Acosta
Tres capataces: Javier Checa, Ángel Rodríguez, Alain Damas
Un molinero: Igor Tsenkman
Un cochero: Fernando Campo
El pope/Un centinela: Alexander Vassiliev
Un sargento de policía/Un oficial: Scott Wilde
Un maestro: Valentin Jar
Un invitado borracho: Álvaro Vallejo
Sónietka: Lani Poulson

Coro Titular del Teatro Real (Coro Intermezzo)

Orquesta Titular del Teatro Real (Orquesta Sinfónica de Madrid)

FECHA DE LA REPRESENTACIÓN A LA QUE ALUDE LA CRÍTICA:

21/21/2011

AVNER THE ECCENTRIC, EXCEPTIONS TO GRAVITY, volver a ser un niño

CRÍTICA

Ver a Avner Eisenberg es volver a ser un niño. Un privilegio. Un poco de magia en un mundo cada vez más cínico. Un espectáculo de humor blanco como la nieve  con un entrañable abuelo (porque hay que reconocer que ya tiene una edad, lo que lo hace más meritorio) como maestro de ceremonias. Reconocido como uno de los mejores clowns del mundo y conocido por su papel de «La joya» en «La joya del Nilo», Avner hace disfrutar a los adultos como niños y a los niños como lo que son.

Hay una cosa a destacar especialmente, y es la cercanía de este hombre. Y es que es de los que se saben meter al público en el bolsillo al minuto de haber salido a escena. Esa sonrisa continua, esa cara de buena gente, cómo interactúa con el público… Todo ello hace que se tenga la impresión de vivir algo especial y muy entrañable.

Y no hay mucho más que decir con respecto a este espectáculo. Simplemente que si se quiere disfrutar de un rato muy agradable y reírse sin complejos ni complicaciones, merece la pena acercarse por el Alfil a disfrutar de los trucos y sketches de este gran cómico que ha cruzado el Atlántico para venir a este pequeña sala. Si todavía os queda algo del niño que fuisteis, no os arrepentiréis.

FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA

Avner Eisenberg in Exceptions to Gravity

Written, directed and performed by Avner Eisenberg

Staff for Avner the Eccentric

Avner’s assistant……… Martha Daligan
Voice coach……………… Julie Goell

Incidental music, used with permission
Casco Bay Tummlers from their album, Jumpin’ Jewpiter
Klezmorim from their album, Metropolis

TEATRO ALFIL, MADRID

FECHA DE LA REPRESENTACIÓN A LA QUE ALUDE LA CRÍTICA:

15/12/2011


EN LA LUNA, de Alfredo Sanzol, viaje al centro de la memoria


CRÍTICA

En la luna. Recuerdos. Inventados o reales. Cuentos macabros. Fiestas de cumpleaños muy sui géneris. Lejanos paisajes. Planisferios celestes. Policías atracadores. Esposas escritoras de historias para Interviú. Desenterradores de fosas comunes. Paisajes infantiles. O adulterios a vista de telescopio. Elixires milagrosos. Todo cabe en las quince historias que Alfredo Sanzol teje en esta labor de patchwork lunera y nostálgica. Un conglomerado de historias que arrancan carcajadas, sonrisas y ternuras a partes iguales. Recuerdos que podrían ser verdaderos o falsos, que conforman una memoria histórica de una sociedad posfranquista en adaptación a una joven democracia.

Sanzol de todas formas utiliza la exageración y la risa como arma para crear un espectáculo popular y amable, a pesar de esconder no pocos dardos en su interior. El escenario lunar (que afecta hasta a las butacas), nos hace tomar distancia ante algo que, por otra parte, no es tan lejano. Acertada y minimalista puesta en escena con apenas un antiguo ventilador de manivela, un cochecito de bebé antiguo y una pequeña bandera de los EEUU en un lateral.

Porque no hace falta más teniendo a los seis actores que ponen en escena los textos de Sanzol. Seis parejas en continuo cambio de chaqueta interpretativa que arrancan las carcajadas al respetable casi continuamente. Gran labor de caracterización de cada uno de ellos en sus diferentes momentos. Los seis (Juan Codina, Palmira Ferrer, Nuria Mencía, Luis Moreno, Jesús Noguero, Lucía Quintana) conforman un compacto grupo del que no se puede destacar ninguno, ya que todos realizan un gran trabajo. Aunque hay que reconocer que la creación de Nuria Mencía en la historia del cumpleaños es antológica (imposible dejar de reír a carcajada limpia con su «especial» personaje). Tal vez sería uno de los fragmentos más destacables, junto con la macabra adaptación de la historia de los cabritillos y el lobo (la historia más oscura de todo el espectáculo seguramente). Aunque la primera historia y la de la la mujer que escribe en Interviú son francamente buenas también… Como se puede ver, resulta difícil destacar una sola de las historias, con lo cual lo mejor es ir al Teatro de la Abadía a verlas todas y pasar un buen rato teatral En la luna.

Foto: Ros Ribas

 

FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA

Reparto

 

Juan Codina
Palmira Ferrer
Nuria Mencía
Luis Moreno
Jesús Noguero
Lucía Quintana

 

Ficha artística

 

Texto y dirección Alfredo Sanzol
Escenografía y vestuario Alejandro Andújar
Iluminación Pedro Yagüe
Música Fernando Velázquez
Colabora Lazona

 

Teatro de la Abadía, Madrid

 

FECHA DE LA REPRESENTACIÓN A LA QUE ALUDE LA CRÍTICA:

13/12/12

 

LÁZARO, de la compañía de teatro Mirage

 

Para leer la crítica sobre el espectáculo “Lázaro” que se representa en la sala pequeña del Teatro Español de Madrid, remito a mi reseña publicada en la web de cultura NOTODO.COM en el siguiente link:

http://www.notodo.com/escena/teatro_contemporaneo/3009_lzaro_teatro_espaol_madrid.html

Lázaro guía a la compañia Mirage hasta la sala pequeña del Teatro Español

Pues sepa Vuestra Merced, ante todas cosas, que a mí llaman Lázaro de Tormes, hijo de Tomé González y de Antona Pérez, naturales de Tejares, aldea de Salamanca. Mi nacimiento fue dentro del río Tormes, por la cual causa tomé el sobrenombre. Así comienza la novela picaresca por excelencia La vida del Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades. Lázaro, la obra teatral de la compañía Mirage, empieza, sin embargo, de una forma algo más sombría, con el levantamiento entre los restos de ropajes que vemos esparcidos por el escenario de las tres figuras que nos van a acompañar a lo largo de este viaje. Una alusión al Lázaro bíblico y a la resurrección que también el Lázaro novelístico y teatrero realiza, cayendo en desgracia y resurgiendo de sus cenizas una y otra vez. Sin embargo no es tanto oscuridad sino ganas de jugar lo que nos trae esta compañía independiente a la que su Lázaro particular ha guiado hasta la sala pequeña del Teatro Español.

El director Juan Ayala y sus compañeros nos ofrecen una versión libre, fragmentaria y deconstructivista del Lazarillo, que sin embargo mantiene toda la esencia del original y lo trae hasta nuestra época en un ejercicio de contemporaneización. Uno de los mayores logros del montaje, ya que gracias a esta intención el Lazarillo único de la novela se convierte en una multiplicidad de Lázaros. Uno árabe, otro gitano, éste inmigrante, aquel un Lázaro de barrio… Cualesquiera se puedan imaginar en nuestros días podrían encontrarse en situación análoga a la del de Tormes. Todo sin perder una unidad estilística y temática, así como respetando en gran parte las historias y el lenguaje del original. Aquí meten un acento, allí introducen otro personaje más… Un montaje que nos trae un texto conocido por todos con intención juguetona a la par que de concienciación (sin dogmatismos) del tiempo en el que vivimos, algo que nunca está de más. Dos actores y un músico con una guitarra (Miguel Pérez Muñoz), una escalera y montones de ropas tiradas por el suelo con las que se van vistiendo como si de baúles de disfraces se trataran son los elementos en escena. Es éste un espectáculo de intención humilde, como el mismo protagonista. Miguel Oyarzun y Daniel Gallardo son los actores responsables de dar vida alternativamente a los lázaros y la multitud de personajes que se encuentran por su camino en un juego interpretativo muy conseguido en continuo cambio y evolución que no deja un respiro al espectador. El texto roto in media res pega brincos en un continuo ir y venir del pasado al presente en el que el espectador debe conformar el rompecabezas de este Lázaro. Un Lázaro que lo que nos confirma es que tristemente sigue de actualidad. Que la sociedad de hoy en día mantiene parecidos razonables con aquella de hace casi cinco siglos que el anónimo autor reflejó con su escrito. Un tiempo de crisis y corrupción en el que sigue habiendo gente que se tiene que buscar la vida de la manera que buenamente puede para poder llevarse algo a la boca. Una escala social en la que en ocasiones pareciendo evolucionar lo que se hace es retroceder. Algo que le pasa al mismo Lázaro, quien acaba traicionando lo que en un momento fue y terriblemente humillado por diferentes razones. Pero sin permitirse reconocerlo. Pues en este tiempo estaba en mi prosperidad y en la cumbre de toda buena fortuna. Pobre Lázaro. Pobre.

+ INFO

Nombre del montaje: Lázaro

Disciplina: teatro contemporáneo

Director: Juan Ayala

Autor: Anónimo

Adaptaci�n: Juan Ayala, Miguel Oyarzun

Reparto: Miguel Oyarzun, Daniel Gallardo, Miguel Pérez Muñoz

Música: Tim Bamber
Escenografía
: Tomás Muñoz, Anabel Strehaiano
Vestuario
: María L. Madrigal, Abraham Diallo
Iluminación
: Miguel Pérez, David Alcorta
Producción
: Isla Aguilar

D�nde: Sala Pequeña Teatro Español

Direcci�n: Calle Príncipe 25. Madrid

Hasta: 01. 01. 12

Horario: De martes a sábados a las 20.30 h. Domingos: 19 h.

Precio: Precio: 16 euros Martes y miércoles 25% descuento

Venta de entradas: www.telentrada.com

MACBETH, de Ur Teatro, la intensidad mal entendida

CRÍTICA

Macbeth es sin duda una obra magna. De todo la producción shakespeariana y del teatro mundial en general. Por eso resulta bastante difícil comprender cómo se pueden tener unos impulsos irremediables de salir de la sala en la que se representa a los diez minutos (cosa que por otra parte no hice, aunque no por falta de ganas). Es cierto que se dice que una obra maldita por un lado, o que es excesivamente de difícil de llevar a las tablas por otro. Cierto es también que al leer el texto de Shakespeare son tantas las sensaciones e imágenes que cada uno se monta su propio Macbeth siendo muy difícil poder ser convencido por una obra audiovisual. Sin embargo se puede hacer, y hay propuestas interesantes, como la magnífica película de Roman Polanski, una maravilla de adaptación que captaba a la perfección las sutilezas y recodos de este personaje.

Este Macbeth de Ur Teatro dirigido por Helena Pimenta es una propuesta visual muy atractiva. Es más, al comienzo (antes de que hablaran los actores), me pareció que prometía muchísimo. Múltiples proyecciones en diferentes planos del escenario sobre gasas y pantallas interactúan con los personajes. Una iluminación ténebre y oscura acompaña las ténebres y oscuras intenciones del escocés. Y el coro de voces graves de Madrid aporta la música de Verdi en una intertextualidad interesante. Pero la dirección de actores. Ay la dirección de actores. No sé si es que fue la representación a la que acudí. Pero desde luego fue demencial. Desde el minuto uno sin parar de gritar. Y sí, el texto es intenso desde el principio. Pero no creo que ése sea el tipo de intensidad que necesita. Sin pausas de ningún tipo. Sin espacios para preparar la siguiente escena. Los actores se desgañitaban en luchas continuas, cuando hay muchas veces que la sutileza es mejor sin duda alguna. desde luego es una propuesta de dirección. Podía haber funcionado. Pero para mí gusto (y repito, simpre el gusto es algo subjetivo), lo que pasó sobre las tablas de los Teatros del canal fue destrozar a Shakespeare.

Además tampoco creo que funcionara la elección de los intérpretes, en especial del mismo Macbeth, José Tomé, que resulta algo blando tanto en presencia como en voz. Tal vez podía haber resultado un Ricardo III interesante, pero desde luego no un Macbeth apropiado. Lo mismo sucede con la elección de una chica para el papel de hijo del rey. No llega a cuajar. En cuanto a Lady Macbeth, Pepa Pedroche no es mala actriz, pero la sutileza y maldad de su personaje se hacen excesivamente evidentes. Entre todos los actores tal vez el que destaca es Óscar Sánchez Zafra, que defiende el papel de Duncan y Macduff. El único controlado durante toda la función (gracias a ello su escena cuando se entera de lo que le ha pasado a su familia es de las más potentes sin lugar a dudas), y con voz y entonación magníficas.

Como digo, una apuesta visual interesante (bastante sugerente la aparición de las brujas), que aunque sin embargo tampoco llega a conformarse lo suficientemente como para poder sobreponerse a una elección de dirección actoral fallida. Y es que en Shakespeare los actores lo son todo. Por mucho que se tenga de parte de uno a la tecnología.

FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA

Macbeth

Autor: William Shakespeare

Versión: Helena Pimenta

Dirección: Helena Pimenta

Escenografía y Dirección Audiovisuales: José Tomé

Diseño Audiovisuales: Emilio Valenzuela, Eduardo Moreno

Iluminación: Felipe Ramos

Vestuario: Alejandro Andújar

Dirección Musical: Iñaki Salvador

Dirección Coro: Juan Pablo De Juan

Interpretación Coral: Coro De Voces Graves De Madrid

Intérpretes: Jose Tomé (Macbeth),  Pepa Pedroche (Lady Macbeth),  Oscar S. Zafra (Duncan / Macduff ), Javier Hernández-Simón (Banquo / Medico), Tito Asorey (Ross / Asesino),  Belen De Santiago (Malcom), Anabel Maurín (Lady Macduff / Enfermera)

Sala Verde Teatros del Canal, Madrid

FECHA DE LA REPRESENTACIÓN A LA QUE ALUDE LA CRÍTICA:

03/12/2011


AGOSTO (CONDADO DE OSAGE), de Tracy Letts

 

Para leer la crítica sobre el espectáculo “Agosto (Condado de Osage)” que se representa en el Teatro Valle-Inclán de Madrid, remito a mi reseña publicada en la web de cultura NOTODO.COM:

http://www.notodo.com/escena/teatro_contemporaneo/3005_agosto_teatro_valleincln_madrid.html

Gerardo Vera se despide del CDN con Agosto, interpretado por Amparo Baró y Carmen Machi

Gerardo Vera se despide del Centro Dramático Nacional a lo grande. Porque hay que decir una cosa: Agosto (Condado de Osage) es teatro con mayúsculas. Un texto magnífico de Tracy Letts, ganador del Pulitzer en 2008, saludado ya como un clásico contemporáneo. Una adaptación maravillosa del poeta Luis García Montero. Una puesta en escena majestuosa, sita en una casa asfixiante con todas las ventanas tapadas por plásticos sin que se pueda distinguir la noche del día. Y unos actores ante los que no hay palabras para describir su labor. Una verdadera lección de gran teatro a todos los niveles.

Casi cuatro horas (tres horas y cuarenta y cinco minutos con intermedio para ser más exactos) que no tienen que asustar al espectador, porque en ningún momento se desea su fin. Una familia reunida de nuevo ante la desaparición del patriarca que desata el huracán de emociones que es este espectáculo. Una madre enferma de cáncer adicta a las pastillas. Tres hijas que huyen de ellas mismas para acabar cayendo en agujeros horadados desde años antes por su entorno. Una casa asfixiante en medio del desierto de Oklahoma. Una jaula de madera en la que se ahogan los personajes, como esos periquitos que compraba Violet, la madre, y que morían uno tras otro debido al calor. También nos encontramos con los tíos, respectivas parejas, hijos… Todos, todos los intérpretes son dignos de alabanzas. Entre ellos especialmente el elenco femenino, las verdaderas protagonistas: Sonsoles Benedicto, Clara Sanchís, Alicia Borrachero, Marina Seresesky, Irene Escolar… Todas actrices en estado de gracia. Pero hay que destacar justamente a la pareja sobre la que recae el mayor peso dramático de la obra: Carmen Machi (increíble, magnífica y versátil) y Amparo Baró, ante la que no hay más remedio que quitarse el sombrero. Maravillosa su labor como la matriarca de la familia, un personaje doloroso y egoísta que se erige como uno de los más potentes del teatro contemporáneo y como un hito en la carrera de esta gran actriz. Es una verdadera delicia observar la interpretación de todos estos actores. Y sólo por destacar algo: las escuchas. Esos momentos que pasan desapercibidos pero son tan importantes para dotar de riqueza un escenario. Es maravilloso pasear la vista por el decorado y avistar a personajes que, aunque no sean parte de la acción protagonista en ese momento, sí están presentes escuchando a los otros personajes o simplemente se encuentran en otro aposento (ya que vemos la estructura de la casa y todas las habitaciones) leyendo, viendo la televisión… Son detalles que engrandecen una puesta en escena que, por otra parte, también llama la atención poderosamente por ese fantástico decorado de Max Glaenzel, por la magnífica y cambiante iluminación de Felipe Ramos o por la perfecta ambientación musical con piezas de Eric Clapton o Bob Dylan. Todo acompañando al magnífico texto de Letts, que pasa del drama a la comedia como sólo los grandes saben.

Con regusto a las obras clásicas de dramaturgos modernos como Eugene O’Neill, Tennessee Williams o Edward Albee, Agosto nos devuelve ese placer de los grandes textos y las grandes actuaciones, ese teatro de la crueldad ante el que nos sentimos dolorosamente identificados y que mezcla el llanto con la risa sin poder adivinar qué viene a continuación. Se le puede achacar algo de exageración a la historia. Un cierto aire de culebrón. Pero lo cierto es que a muchos clásicos se les podría decir lo mismo. Lo importante es lo que transmite y cómo lo transmite. Y los culebrones desde luego no poseen frases tan memorables como este texto. Es sólo que sufro de llanuras, dice el personaje interpretado por Machi, como un estado en el que el hábitat en el que uno evoluciona describe una situación anímica y mental. Además todo el mundo puede sentirse identificado. Como madre, padre, hijo, hermano… Cualquier tipo familiar está representado en Agosto, con los egoísmos que todos sacamos a la luz en algún momento. Con la frustración ante lo inevitable, el dolor ante lo que todo el mundo sabe menos uno mismo, las ganas de huir de algo de lo que es imposible escapar… La verdad es que podría seguir alabando las virtudes de este montaje, pero acabaré aquí, simplemente instando a que no se pierda nadie este montaje. Porque es uno de los acontecimientos teatrales más importantes de la temporada. Y me atrevería incluso a decir que de los últimos años.

+ INFO

Nombre del montaje: Agosto (Condado de Osage)

Disciplina: teatro contemporáneo

Director: Gerardo Vera

Autor: Tracy Letts

Adaptaci�n: Luis García Montero

Reparto: Amparo Baró, Sonsoles Benedicto, Alicia Borrachero, Irene Escolar, Gabriel Garbisu, Antonio Gil, Carmen Machi, Markos Marin, Miguel Palenzuela, Chema Ruiz, Clara Sanchís, Marina Seresesky, Abel Vitón

Traducción: Ana Riera
Escenografía
: Max Glaenzel
Vestuario
: Alejandro Andújar
Iluminación
: Felipe Ramos
Sonido
: Roc Mateu
Videoscena
: Álvaro Luna

D�nde: Teatro Valle-Inclán

Direcci�n: Plaza de Lavapiés, s/n. Madrid

Hasta: 19.02.12

Horario: De martes a sábados, a las 19.00 h. Domingos, a las 18.00 h

Precio: De 15 a 18 €. Día del espectador: reducción del 50%.

Agosto