PETIT PIERRE, con Adriana Ozores. Una joya mecánica

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(Esta crítica ha sido publicada en la web de cultura Notodo.com con motivo del estreno de Petit Pierre, dirigido por Carles Alfaro, en el Teatro de la Abadía de Madrid. Para más información podéis hacer clic aquí y ver la reseña en la web de Notodo.)

PETIT PIERRE. crítica de Miguel Gabaldón

El mundo como un carrusel mecánico que gira y gira, con sus pequeñas mezquindades, bellezas, guerras. Así lo entendía Pierre Avezard. Nacido en 1909, “un año pequeño” en el que él nace pequeño también: deforme, medio ciego, sordo y mudo. El mundo le rechaza y tiene que dejar de estudiar a los siete años para adoptar el oficio de los inocentes: pastor de vacas. Pero Petit Pierre, sin estudios ni saber leer o escribir, fascinado por el movimiento del universo, crea pequeños milagros mecánicos, tomando de partida los ejemplos que tiene a su alrededor. Y transformado la fealdad en belleza. Los aviones que sobrevolaban su pueblo francés en la II Guerra Mundial, para él son pequeños aeroplanos que lanzan remolachas para alimentar a las vacas.

Poco a poco, Petit Pierre fue erigiendo un universo paralelo impelido por su soledad hasta crear uno de las más pequeños y bellas metáforas del s. XX: un carrusel mecánico movido por un único motor, confeccionado con chapas, maderas y otros materiales no nobles y en el que se podía observar un pequeño y fascinante mundo en miniatura. Un ejemplo de ese llamado Outsider Art o Art Brut, con en el que Pierre, de forma completamente autodidacta y con materiales de desecho, reflejó de forma asombrosa un microcosmos particular en el que se mezclaban cientos de figuras: animales, tanques, flores de metal que jamás se marchitarían… Además de reflejar su soledad de forma absolutamente bella y naïf, al retratarse a él mismo bailando con una vaca sobre una redonda placa de metal mientras todos los demás disfrutan de parejas más convencionales.

La autora canadiense Suzanne Lebeau quedó maravillada por este personaje y decidió escribir una obra para niños y adultos sobre esta bella metáfora. Y ahora, Bambalina Producciones la hace aterrizar en el Teatro de la Abadía. Y no es de extrañar que una compañía de títeres se enamore de esta preciosa y pequeña historia. Carles Alfaro dirige el montaje, poniendo en marcha (después de Éramos tres hermanas) otro mecanismo de relojería movido por la sensibilidad y la poesía. Sólo dos intérpretes en escena, rodeados de un rústico invento circular y giratorio que nos sumerge en la mente de su protagonista. Jaume Policarpo es el encargado de poner  piel a Petit Pierre, con ternura y delicadeza. Con sus movimientos y gestos, Policarpo consigue una creación enternecedora y repleta de cariño. Y sus manos manejan los artefactos y pequeños títeres de la escena elegantemente, dotándoles de vida propia. Pero Policarpo no está solo en su viaje. Le acompaña una narradora de excepción, maestra de ceremonias de este cuento-carrusel y de la vida de Petit Pierre, encarnada de forma magistral por una impresionante Adriana Ozores. Y es que ella lleva el peso de la narración del espectáculo y nos arrastra en una montaña rusa de emociones haciéndonos girar y girar con su voz y su pasión. El engranaje entre los dos es sencillamente perfecto y conmueve en no pocas ocasiones.

Petit Pierre es una pequeña joya hecha de hecha de latón y madera. Y es que un mecanismo perfectamente engrasado también es la puesta en escena, con esa escenografía que envuelve a los personajes llena de movimiento, con sus pequeños muñecos y sencillas construcciones hechas de latón. Apoyada por una delicada iluminación llena de claroscuros y una casi omnipresente música que en ningún momento llega a cansar, sino que nos traslada sonoramente a este carrusel. Un canto a la vida, lleno de detalles infantiles pero también amargos que muestra los claroscuros del ser humano. De cómo hay seres tan especiales que a pesar de ser condenados al ostracismo le pueden hacer a ese mismo cruel mundo un regalo tan singular como para hacerles sentir niños de nuevo, devolviéndoles la inocencia y la capacidad de maravilla. Petit Pierre es una obra redonda como un tiovivo, llena de detalles, sutil y fascinante. Hermosísima y emocionante, pequeña gran metáfora del s. XX y de un mundo que “gira y gira, frágil, sin parar”.

M.G.

EL CAFÉ, de Rainer Werner Fassbinder. Trago amargo

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Para leer la crítica sobre el espectáculo El café que se representa en el Teatro de la Abadía de Madrid, remito a mi reseña publicada en la web de cultura NOTODO.COM, que se puede encontrar en este link.

El café, en el Teatro de la Abadía: Goldoni, Fassbinder y los problemas del dinero.

«Sólo cuando a un hombre le gusta jugarse a una carta su casa, su dinero, su felicidad, cuanto tiene, sólo entonces es un hombre de veras«, dice uno de los excéntricos personajes de este espectáculo, El café, obra de Carlo Goldoni que Rainer Werner Fassbinder reinterpretó y que el director inglés Dan Jemmet revisiona a su vez sobre las tablas de La Abadía. El café (la comedia del dinero) es un espectáculo inundado por el sonido de las máquinas tragaperras, las brillantes luces de la falsedad y el vacío de la crisis de valores contemporánea. Fassbinder, creador decisivo de la modernidad cinematográfica y teatral, autor radical empapado de desesperación, hastío, crítica y cinismo, impregna de amargura el alegre texto del italiano. Como dicen en el programa, aunque Fassbinder escribió su versión de la obra del maestro de la Commedia dell’Arte en la Alemania de los años 60, su crítica de una sociedad obsesionada con el dinero, el sexo y las apariencias a día de hoy resulta aún más oportuna que nunca.

El café es un proyecto arriesgado, casi suicida, al cual si uno se aproxima como si fuera un espectáculo de evasión cualquiera corre el peligro de acabar cabreado como una mona. Porque la propuesta, una decostrucción de la obra de Goldoni, se pasa por el forro el texto para erigir una crítica formal apuntada hacia el materialismo, la codicia y el ansia de unos personajes absolutamente demenciados e incomunicados. Un puñado de individuos cuyas vidas se entrelazan sin conectar en un casino y un café anexo. Durante el primer acto los actores no se dirigen la mirada y lanzan convulsivamente sus parlamentos a un público permanentemente al descubierto (ya que la iluminación general de la sala se mantiene prácticamente durante todo el espectáculo). El segundo se reduce a una coreografía con el texto proyectado sobre una pantalla a una velocidad que es imposible leer. Algo provocado (como comenta Tráppolo el viejo camarero en una genial intervención metateatral) por recortes presupuestarios del montaje. El tercer acto se desarrolla sin embargo plagado de eternos y abisales silencios entre los personajes, contrapunto de la histeria colectiva de los anteriores. La propuesta es estimulante y osada, pero tal vez imprudente e incierta, sobre todo porque la remuneración de los actores depende de los ingresos en taquilla. Y precisamente la intrahistoria de este montaje resulta de lo más curioso y está íntimamente relacionada con la propuesta, puesto que la situación económica hizo peligrar este proyecto y provocó su suspensión. “Considerando la difícil situación económica, profesional y artística en que nos dejaba esta cancelación, los actores planteamos al teatro una propuesta de viabilidad que consiste en arriesgar nuestro sueldo haciéndolo depender de los ingresos de taquilla”, decidieron valientemente los actores.

El espectáculo, si bien puede entusiasmar a algunos, sin duda es difícill. Podríamos decir que se trata más bien un ejercicio de experimentación (en el que por momentos uno tiene la impresión de que al director directamente se la suda el público). Y hay decisiones de dirección, como la extrema agitación de los personajes, los eternos silencios, la obsesiva reiteración convirtiendo a diferentes divisas las cantidades cada vez que alguien lanza una cifra (que no son pocas, precisamente), que pueden resultar desesperantes y hasta obvias en su planteamiento. Sin embargo hay otros elementos bastante acertados, como una sencilla escenografía (ocho máquinas tragaperras, ocho sillas de madera y una gramola) y un interesante vestuario (botas de cowboy, cueros, taconazos de plataforma, medallones sobre pechos descamisados…) que acompañan el desenfreno e inestabilidad de estos personajes. Que son interpretados por lo que sin duda es lo mejor de la función: un elenco totalmente entregado, maravilloso en su histrionismo, que se entrega en cuerpo y alma para dar cuerpo a este café. José Luis Alcobendas, Miguel Cubero, Lino Ferreira, Daniel Moreno, Lidia Otón y María Pastor realizan una labor francamente espléndida. Un trabajo arduo, por lo especial de la puesta en escena. Y que además va a tener que hacer de tripas corazón para enfrentarse función tras función a las caras de las señoras que vayan a la Abadía sin haberse informado en condiciones. Pero son tal vez un simpatético Jesús Barranco en el papel del camarero y una espectacular Lucía Quintana, en el de la esposa que va a recuperar a su marido fugado, los que se llevan el gato al agua. Dos personajes cuyas apariciones, divertidísimas en su agonía, logran provocar las mayores carcajadas entre el público.

El café es una espectáculo que provoca risas, desesperación, aburrimiento, reflexión y cinismo. Avisados estáis, porque es un café bastante amargo. Si queréis ver un espectáculo diferente, sin duda éste lo es. Y, aunque uno tenga sus dudas acerca del resultado final, merece la pena por la labor y el riesgo (en todos los sentidos) que corren unos actores decididos a jugar en esta máquina tragaperras. Cuando saben que está trucada por el dueño del casino. Ellos ya han hecho sus apuestas. Ahora os toca a vosotros. No va más

El café
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Nombre del montaje: El café (La comedia del dinero)

Disciplina: teatro contemporáneo

Director: Dan Jemmet

Autor: Carlo Goldoni

Adaptaci�n: Rainer Werner Fassbinder

Reparto: José Luis Alcobendas, Jesús Barranco, Miguel Cubero, Lino Ferreira, Daniel Moreno, Lidia Otón, María Pastor, Lucía Quintana

Traducción: Miguel Sáenz
Espacio escénico e iluminación: Dan Jemmett
Diseño de vestuario y ayudante de escenografía: Vanessa Actif
Ayudante de dirección: Andrea Delicado
Una producción de La Abadía, con la colaboración del Goethe-Institut Madrid

D�nde: Teatro de la Abadía

Direcci�n: Fernández de los Ríos, 42. Madrid

Hasta: 31.03

Horario: De miércoles a viernes 20h. Sábados 19 y 22h. Domingos 19h.

Precio: 24 €. Jueves día del espectador. Descuento especial para funciones hasta el 10.03

Venta de entradas: www.telentrada.com

EL DICCIONARIO, con Vicky Peña en la Abadía. La emoción de las palabras

el diccionario

Reseña publicada originalmente en la web de cultura NOTODO.COM, que se puede encontrar pinchando aquí.

Una inmensa Vicky Peña regresa con El diccionario al Teatro de la Abadía

Oxímoron, palabra, persona, cosa, definición, diccionario, libertad... Palabras y palabras. Un mar de ellas proyectadas sobre las paredes del madrileño Teatro de la Abadía dan nuevamente la bienvenida al espectador sobre el escenario que acogió el montaje a principios de curso cuando entra en la sala para ver El diccionario, de Manuel Calzada Pérez. Una obra dirigida por José Carlos Plaza en la que la formidable Vicky Peña interpreta a María Moliner, la autora del Diccionario de uso del español (según muchos el diccionario más útil, coherente y profundo de la lengua castellana, por encima del de la RAE). El caso es que un biopic sobre un personaje así podría parecer algo peregrino: ¿qué tipo de interés puede haber en la historia de la autora de un diccionario? Pues la verdad es que mucha. Porque, aparte de la hercúlea labor que significó escribir una obra así (y ella solita) y su conciencia política (fue represaliada por la dictadura franquista a causa de sus simpatías republicanas, relegándola a un puesto laboral muy inferior del que le correspondía), a María Moliner le diagnosticaron arterioesclerosis cerebral. Lo que significa que pasó sus últimos años olvidando palabras, lenta pero inexorablemente. Y qué sufrimiento peor se puede imaginar para una persona que ha dedicado toda su vida a las palabras que ver cómo éstas se escurren entre sus dedos.

El muy interesante texto de Calzada, repleto de saltos temporales, se articula en torno a las visitas al médico de Moliner, alternándolas con un discurso imaginario que la autora nunca llegó a pronunciar dedicado a los miembros de la Real Academia Española y otras escenas cotidianas con su marido. Combina inteligentemente drama, puntos sutilmente cómicos, el retrato de una época (las palabras ya no nos pertenecen, dice a causa de sus experiencias en la época franquista) y la vida de esta mujer, logrando conformar la imagen de un personaje absolutamente conmovedor y casi heroico en su tesón y humildad. Con una Vicky Peña inmensa, en el que puede ser uno de sus mejores papeles (y mira que tiene). Peña dota a su María de un alma maravillosa y consigue que sea imposible apartar los ojos de ella. Los recursos de esta actriz son tantos y los maneja de forma tan increíble que uno no puede sino quitarse el sombrero. La angustiosa escena en la que Moliner se retrotrae delirando al tribunal de depuración franquista (por unas simples pruebas que le está realizando el doctor) es de ésas para el recuerdo. Helio Pedregal por su parte está perfecto como el doctor, y las escenas entre los dos son una auténtica delicia (su personaje está convencido de que ha encontrado un nuevo síndrome, el delirio de diccionarista, con lo cual su relación es bastante particular). Y Lander Iglesias resulta tierno y convincente en general como el sufrido marido de Moliner.

José Carlos Plaza dirige este conmovedor trabajo consiguiendo sacar a la luz las emociones y la poética de la heroicidad cotidiana de esta mujer. Un escenario sencillo, con una montaña de muebles y objetos apilados al fondo, la mesa del médico a la izquierda y la mesa de trabajo de la casa de Moliner a la derecha son los elementos con los que juega, completado por un fondo nebuloso (como la neblina que poco a poco va cubriendo la mente de la protagonista). Una cálida y cambiante iluminación y una ambientación musical agradable y emotiva (aunque en algunos momentos resulte algo excesiva ya que se transforma en un fondo continuo en determinadas escenas) crean las atmósferas adecuadas para cada momento. El caso, que este hermoso diccionario es un sentido homenaje a una mujer discreta, tenaz y digna de admiración, pero también un espectáculo teatral de calado, muy recomendable. Una historia humana y emotiva, perfectamente tejida para llegar al corazón del espectador. Una expresión del amor por las palabras. Porque, como dice la protagonista: al final todo se reduce a un acto expresivo… Expresar con la palabra, qué difícil a veces. Pero qué necesario. Expresar. Y entender.

El diccionario
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Nombre del montaje: El diccionario

Disciplina: Teatro contemporáneo

Director: José Carlos Plaza

Autor: Manuel Calzada Pérez

Reparto: Vicky Peña, Helio Pedregal, Lander Iglesias

Escenografía e iluminación: Francisco Leal
Vestuario: Pedro Moreno y Cristina Rodríguez del Yerro
Música y espacio sonoro: Mariano Díaz
Ayudante de dirección: Leo Granulles
Producción: Teatro de La Abadía y Anadramápete

D�nde: Teatro de la Abadía

Direcci�n: Fernández de los Ríos, 42. Madrid

Hasta: 17.11

Horario: De martes a sábado a las 20h. y domingos a las 19h.

Precio: Entre 17 y 24 €

Venta de entradas: www.telentrada.com

NOCHE DE REYES, en La Abadía. Shakespeare y music hall

 

Reseña originalmente publicada en la web de cultura NOTODO.COM, que se puede encontrar pinchando aquí.

Noche de Reyes, de Shakespeare, llega al Teatro de La Abadía en clave musical

¿Te has parado a darle vueltas, darle vueltas sin parar, a por qué estamos en este mundo añil? Esto lleva a muchos hombres a beber y a fracasar, pero aquí lo trataremos de explicar. Éste es el comienzo de la canción que recibe a los espectadores de esta Noche de Reyes estrenada (después de haber pasado por otras ciudades) en el Teatro de la Abadía de Madrid. Una versión de la obra de Shakespeare por parte de la Compañía de Teatro Noviembre con aires de de music hall, dirigida por Eduardo Vasco. Noche de reyes (Twelfth Night) cuenta la historia de dos hermanos gemelos, Viola y Sebastián, que tras un naufragio acaban en el reino imaginario de Iliria, creyendo ambos que el otro ha muerto. Viola decide entonces disfrazarse de hombre, provocando una cadena de enredos, al enamorarse del Duque Orsino, quien está enamorado de la Condesa Olivia, que a su vez se enamora perdidamente de Viola disfrazada de hombre. Una comedia fresca, dinámica y ágil, de confusiones, enamoramientos, música y ambigüedad sexual.

La versión de Yolanda Pallín es perfectamente clara e inteligible para el público actual, y opta por realizar algunas actualizaciones con respecto al texto original e introducir ciertos chascarrillos y refranes típicos españoles que en alguna ocasión sonrojan ligeramente (hay por ahí algún «anda y que te ondulen» y similares que hacen gracia pero resultan rarunos en un texto del Bardo de Avon) aunque que en general están bien imbricados dentro de los versos shakespearianos. La puesta en escena de Eduardo Vasco es ligera y rítmica, basada en el music hall y los años veinte (perfecto vestuario de Lorenzo Caprile, por cierto), insertando aquí y allá canciones que interpretan los actores acompañados por un piano. Sólo hay una pega, y es que al ver esta versión es imposible no acordarse del genial espectáculo de la compañía Cheek by Jowl que hace cuatro años pasó por el Teatro María Guerrero. Un Twelfth Night con actores exclusivamente masculinos y en ruso (ahí es nada) dirigido por Declan Donnellan (qué grande es ese hombre) con un punto de partida muy similar: la estética de los años veinte y el musical. Pero como las comparaciones son odiosas (y la obra de Donnellan era una auténtica maravilla), hay que dejar de lado aquélla y reconocer que esta puesta en escena de la Compañía Noviembre es de las que crecen en la memoria y vuelves a su recuerdo con una sensación tremendamente agradable y cálida. Y es que el sencillo escenario (con un piano, las candilejas y un par de cortinajes), una iluminación acogedora y, sobre todo, las compactas interpretaciones de todo el elenco, hacen de éste un espectáculo para pasar una tarde estupenda. De los intérpretes, sólo decir que cumplen perfectamente con su cometido y nadie sobresale por encima de nadie. Que es de lo mejor que se puede decir de una Compañía Teatral como dios manda. Así que, como dice el Duque Orsino: Si la música es el alimento del amor, tocad, tocad hasta que me sacie.

Noche de Reyes
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Nombre del montaje: Noche de Reyes

Disciplina: Teatro clásico

Director: Eduardo Vasco

Autor: William Shakespeare

Adaptaci�n: Yolanda Pallín

Reparto: Arturo Querejeta, Daniel Albaladejo, Jesús Calvo, Francesco Carril, Beatriz Argüello, Fernando Sendino, Maya Reyes, José Ramón Iglesias, Rebeca Hernando, Héctor Carballo, Ángel Galán

Iluminación: Miguel Ángel Camacho
Vestuario: Lorenzo Caprile
Escenografía: Carolina González
Música: Ángel Galán y Eduardo Vasco
Ayudante de dirección: Fran Guinot
Una producción de Noviembre Compañía de teatro y Teatro Calderón de Valladolid

D�nde: Teatro de la Abadía

Direcci�n: Hasta el 04.11
Teatro de la Abadía. Madrid

Hasta: 04.11

Horario: De martes a sábados a las 20h. Domingos a las 19h.

Precio: 24 €. Día del espectador: 19€

Venta de entradas: www.telentrada.com

GROOMING, Alicia en el país de las perversiones

CRÍTICA

Sobre el banco de un parque una chica parece descansar acurrucada. Sin que se despierte, vemos cómo un conejo vestido de traje se le acerca. Ésta es la primera escena de Grooming. Después de un fundido a negro, veremos a Antonio de la Torre en el banco y a Nausicaa Bonnin bajando por una escalerilla a ese parque «que no es un parque». Los dos personajes han quedado por internet, aunque parece que De la Torre ha engañado a la chica, haciendo aparentar por el messenger que tenía 16 años. A partir de ese momento se establece un juego de dominio entre los dos personajes que irá evolucionando de forma imprevisible.

Grooming es el anglicismo que se utiliza para denominar el acoso cibernético a menores, tema sobre el que habla (entre otras cosas) la obra. Y ése es el título de del autor Paco Bezerra para su primera obra que es estrenada, dirigida por José Luis Gómez en el Teatro de la Abadía de Madrid. Un texto en el que se mezcla la denuncia social con un tono de thriller y una atmósfera impregnada de surrealismo con referencias a Alicia en el País de las Maravillas o a Alfred Hitchcock. Interesante es la referencia en la que se habla del Cary Grant de Con la muerte en los talones y el James Stewart de La ventana indiscreta explicando la teoría de que en realidad son los dos uno: el trasunto de Hitchcock. Uno lo que le gustaría ser al director y otro lo que realmente era, con lo cual vemos así el concepto del juego en la obra con las personalidades y las apariencias.

José Luis Gómez dirige este texto magníficamente, con una puesta en escena sencilla pero  inquietante apoyada en la escenografía, iluminación, vestuario y diseño de sonido, así como en un par de proyecciones, creando un ambiente que recuerda vagamente a una pesadilla.»Esto es un parque», reza la frase escrita en tiza situada a uno de los lados del escenario cubierto de césped. Frase que luego mutará a «Esto NO es un parque». Algo que ya dice bastante de los juegos de esta obra. Unos juegos que desarrollan Antonio de la Torre y Nausicaa Bonnin de forma magnífica. De la Torre dota a su personaje de un carácter por momentos cómico a la vez que profundamente desagradable, mientras que la interpretación de Bonnín, que al principio puede tener rasgos y comportamientos que resultan algo chocantes y no llegan a comprenderse del todo (algo que tiene explicación después), va creciendo a lo largo de la obra según se van sucediendo los puntos de giro. Unos puntos de giro extraños y sorprendentes que atrapan en todo momento la atención del espectador,  que se ha introducido como esta Alicia moderna en una madriguera bastante más oscura que la de Carroll, repleta de mentiras, engaños y perversiones, en la que nada es lo que parece.

FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA

Reparto

Nausicaa Bonnín
Antonio de la Torre

Ficha artística

Texto Paco Bezerra
Dirección y espacio escénico José Luis Gómez
Diseño de iluminación Juan Gómez-Cornejo (AAI)
Diseño de vestuario Ana López
Diseño de sonido Luis Miguel Cobo
Diseño de vídeo Alfonso Nieto
Ayudante de dirección Carlota Ferrer

TEATRO DE LA ABADÍA, MADRID

Fecha de la representación a la que alude la crítica:

08/03/2012

EN LA LUNA, de Alfredo Sanzol, viaje al centro de la memoria


CRÍTICA

En la luna. Recuerdos. Inventados o reales. Cuentos macabros. Fiestas de cumpleaños muy sui géneris. Lejanos paisajes. Planisferios celestes. Policías atracadores. Esposas escritoras de historias para Interviú. Desenterradores de fosas comunes. Paisajes infantiles. O adulterios a vista de telescopio. Elixires milagrosos. Todo cabe en las quince historias que Alfredo Sanzol teje en esta labor de patchwork lunera y nostálgica. Un conglomerado de historias que arrancan carcajadas, sonrisas y ternuras a partes iguales. Recuerdos que podrían ser verdaderos o falsos, que conforman una memoria histórica de una sociedad posfranquista en adaptación a una joven democracia.

Sanzol de todas formas utiliza la exageración y la risa como arma para crear un espectáculo popular y amable, a pesar de esconder no pocos dardos en su interior. El escenario lunar (que afecta hasta a las butacas), nos hace tomar distancia ante algo que, por otra parte, no es tan lejano. Acertada y minimalista puesta en escena con apenas un antiguo ventilador de manivela, un cochecito de bebé antiguo y una pequeña bandera de los EEUU en un lateral.

Porque no hace falta más teniendo a los seis actores que ponen en escena los textos de Sanzol. Seis parejas en continuo cambio de chaqueta interpretativa que arrancan las carcajadas al respetable casi continuamente. Gran labor de caracterización de cada uno de ellos en sus diferentes momentos. Los seis (Juan Codina, Palmira Ferrer, Nuria Mencía, Luis Moreno, Jesús Noguero, Lucía Quintana) conforman un compacto grupo del que no se puede destacar ninguno, ya que todos realizan un gran trabajo. Aunque hay que reconocer que la creación de Nuria Mencía en la historia del cumpleaños es antológica (imposible dejar de reír a carcajada limpia con su «especial» personaje). Tal vez sería uno de los fragmentos más destacables, junto con la macabra adaptación de la historia de los cabritillos y el lobo (la historia más oscura de todo el espectáculo seguramente). Aunque la primera historia y la de la la mujer que escribe en Interviú son francamente buenas también… Como se puede ver, resulta difícil destacar una sola de las historias, con lo cual lo mejor es ir al Teatro de la Abadía a verlas todas y pasar un buen rato teatral En la luna.

Foto: Ros Ribas

 

FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA

Reparto

 

Juan Codina
Palmira Ferrer
Nuria Mencía
Luis Moreno
Jesús Noguero
Lucía Quintana

 

Ficha artística

 

Texto y dirección Alfredo Sanzol
Escenografía y vestuario Alejandro Andújar
Iluminación Pedro Yagüe
Música Fernando Velázquez
Colabora Lazona

 

Teatro de la Abadía, Madrid

 

FECHA DE LA REPRESENTACIÓN A LA QUE ALUDE LA CRÍTICA:

13/12/12