“Ahora empieza el misterio” ¿Cómo afrontar un espectáculo como el cabaret de Myriam Mezières? Con la mente abierta, no hay otra forma. La actriz (musa de Alain Tanner y una figura podríamos denominar erótica de las pantallas) acaba de traer al teatro Conde Duque de Madrid Amour Fou, un cabaret dirigido por Pedro Mari Sánchez en el que comparte escena con un pianista/percusionista (Pablo Rubén Maldonado) y un hombre conejo que aparece de vez en cuando. Con esta base, pues ya os podéis hacer una ligera idea de lo curioso del asunto. Reflexiones filosófico/amorosas, canciones con fondo de música enlatada, imágenes de sus películas y un erotismo algo demodé se entretejen con el hilo conductor del binomio hombre/mujer, la ironía, el sadomasoquismo emocional, el burlesque y la pregunta de cuál fue la primera mujer que dejó de practicar el coito al estilo perro y darse la vuelta para mirar a los ojos a su cavernícola pareja durante el acto. “Bienvenidos a la jaula de las relaciones humanas”.
Y es que la verdad es que salí de este espectáculo con una sensación como pocas veces he experimentado en un teatro, ya que su nivel de friquismo supera unas cotas bastante importantes. Mis sensaciones navegaban entre las aguas de la vergüenza ajena y la fascinación más total y absoluta, llegando casi hasta la rendición total. Desde los momentos en que Mezières por poco se despeña desde sus tacones de infarto hasta su monólogo de diosa de la caverna (de surrealismo extremo, disfrazada de no se sabe muy bien qué y con insinuante falo incluido) pasando por unos números musicales cuyo valor musical mejor no entraremos a descifrar (no sé si al pasarlo a castellano el asunto ha perdido fuerza o incluso afinación), el espectáculo provoca por momentos una risa que no se sabe muy bien si está buscadísima o es involuntaria. Mezières parece que se parodia a sí misma, y hay que tener mucho valor para hacer eso. Pero es que además Amour Fou ofrece también unos instantes de atmósfera realmente única, de extraña belleza incluso. Hay momentos en los que realmente llegué a comulgar con ella, sus reflexiones y ese irresistible aire noventero y surrealista… Y todo esto, lo tremendamente irregular de la propuesta y su atmósfera de claroscuros provoca sentimientos encontrados y una malsana adicción. Sí, Mezières me ha provocado un malsano interés, e incluso a pesar mío me tuvo hipnotizado sin poder dejar de mirar fascinado hasta el final. No podía apartar los ojos de ella, me resultaba magnética. Cierto es que algún espectador huyó de la función, así que no era una fascinación generalizada, todo sea dicho.
Y hay que aplaudir el valor de aparecer completamente desnuda haciendo un striptease cuando ya no es una jovencita (aunque no se conserve nada mal, pero los cuerpos van cambiando, sí o sí). Y es que ese striptease resulta también de un erotismo extraño… Unas proyecciones de sus películas sirven de transiciones e ilustran la carrera de esa actriz que sale de la pantalla a la escena cual una rosa púrpura del Cairo subidita de tono. Unas proyecciones, por cierto, de calidad técnica bastante dudosa (puede ser que inevitable, por otro lado). Pero es que incluso esa ligera cutrez de imagen de vídeo noventera (por no hablar de esa barra de striptease a un lateral) y esa música de tintes étnicos (mix entre enlatada y en directo) provee de un look curioso y desfasado a este Amour Fou.
El público no estaba muy colaborador, bastante durito la verdad, todo hay que decirlo, y la pobre Mezières se las veía y se las deseaba para conseguir algún tipo de feedback. Cierto es que también se nota que el castellano no es su idioma natal, con lo cual el ritmo se resiente y tal vez no puede jugar todo lo que le gustaría con la audiencia (aunque ello permitió presenciar alguna joya del lapsus linguae como cuando preguntó a un hombre si la mujer de la lado era su «pajera» en vez de su «pareja»). Pero hay que reconocer que el acento tiene su morbo y la mujer pone empeño. Lo mismo un par de horas más tarde y con unas copitas la cosa habría cambiado con la gente más suelta. Y el Teatro del Conde Duque tampoco parece el lugar más apropiado para un espectáculo de estas características, ya que se queda en algo frío (me imagino cómo ganaría en un café teatro o similar). Pero aún así Mezières, con su ardiente melena pelirroja, ya sea vestida de cuero látigo en mano, en traje de noche o completamente desnuda consigue, eso desde luego, crear sensaciones. Exactamente cuales, eso ya que cada uno decida. Y por supuesto es un plus de absurdez y friquismo el señor disfrazado con orejas de conejo que de vez en cuando aparecía en escena (¡no nos olvidemos de él!). Pero, como la misma Mezieres dice, “ya acaba este espectáculo que oscila entre los escalofríos del Gran Todo y la niña de El Exorcista”. ¿Recomendable? Pues algunos os dirán que ni de coña (perdón por la expresión, pero es que sospecho que lo dirían así de directos). Pero a mí ha resultado tan freak (y realmente tan fou) que os digo que por supuesto que sí: desde este mismo momento je t’aime, Myriam Mezières y me declaro fan tuyo.
Del 24 de octubre al 02 de noviembre de 2013 en el Teatro Conde Duque de Madrid
Web del espectáculo: http://www.condeduquemadrid.es/evento/myriam-mezieres/