SENTENCIA POR UN CUPLÉ, de Reinvéntate Teatro. Pasión castiza

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Como aves precursoras de primavera… 
En Madrid aparecen la violeteras… 
Que pregonando parecen golondrinas… 
Que van piando, que van piando… Y piando piando, vuelven los espectáculos del cuplé a la capital. Porque el cuplé tiene un no sé qué, un qué sé yo… que le toca a uno la casticidad más profunda y la hace florecer cual capullo en primavera (cuando ni siquiera sabías que estaba allí). Y obras como “Por los ojos de Raquel Meller”, los espectáculos de Olga María Ramos o esta “Sentencia por un cuplé” que nos ocupa, que se está representando en la Sala Bululú2120, recuperan el género ínfimo para que no se quede apolillado en el baúl de los recuerdos.

“Sentencia por un cuplé” una versión de la obra Flor de Azar, monólogo que escribió Miguel Medina Vicario en el año 1995. Y la compañía Reinvéntate Teatro ha convertido este monólogo en una obra de dos mujeres, en la que una toca el piano mientras la otra desgrana con su voz temas míticos del imaginario popular relacionados con este género. La sinopsis ya nos deja claro también el carácter del texto al que acompaña la música: Por la libertad, ¿qué significado tendrá esa palabra? De la mano de Laura y Aurora se nos descubre una historia ocurrida tras un lamentable suceso. Las protagonistas nos mostrarán como a través del Cuplé, se puede llegar a ser libre. De pronto una pasión casi muda, cobra voz por primera vez y a partir de ahí, ya nada la va a poder callar.

“Sentencia por un cuplé” es un espectáculo, dirigido por Ángela Conde y Catalina Julia, muy agradable, que a pesar del carácter dramático y político del texto (en ocasiones excesivo, ya que nada más empezar ya lanza al espectador algunas “profundas” reflexiones que no llegan a convencer) acaba siendo un entrañable recorrido por unos temas conocidos por todos, a través de la historia de una mujer y su reprimido padre que consigue la liberación a través de la música. Más exactamente del cuplé. Marta del Peso interpreta a Laura, la pianista (y a unos cuantos personajes más), mientras que Lola Catalá interpreta a Aurora, esa cupletista encerrada en un proyecto de toga. Las dos defienden el espectáculo con pasión. Y hay que decir que Catalá estaba enferma en la función a la que asistí, y aún así echó el resto y consiguió animar al público que acabo cantando cuplés a coro con ella… No hay nada como las ganas y la ilusión para superar los obstáculos, desde luego.

El caso, que “Sentencia por un cuplé” es un espectáculo sencillo pero hecho con amor (al género y al teatro), y en su pequeñez late un gran corazón. Y es una ocasión perfecta para escuchar temas míticos como «La chica del 17», «Si vas a París, papá», «El sátiro del ABC» (grande) o «La violetera»:  Llévelo usted señorito… 
que no vale mas que un real… 
cómpreme usted este ramito… 
cómpreme usted este ramito… 
pa’ lucirlo en el ojal…

 

Web del espectáculo: www.sentenciaporuncuple.es

 

 

LOS CENCI, de Artaud, en el Teatro Español. Crueldad.

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Reseña publicada originalmente en la web de cultura NOTODO.COM, que se puede encontrar pinchando aquí.

Los Cenci y su crueldad llegan al Teatro Español

Una mujer flota dentro de un tanque lleno de agua. Espectro acuático, caminante inexorable sin destino, con sus pies apoyados sobre pared de cristal. Visión fantasmagórica, poética y onírica. Es el fascinante arranque de Los Cenci, que se acaba de estrenar en el Teatro Español de Madrid, sobre un texto de Antonin Artaud. Paranoico, ateo y devoto, teórico visionario, figura clave del teatro como lo conocemos, Artaud y su Teatro de la Crueldad han influido enormemente en numerosos artistas, desde John Cage hasta Tomaz Pandur. Los Cenci es una historia (que muy bien podría haber dirigido éste último) basada en la tragedia real de cierta familia italiana del s. XVII. El patriarca, una aristócrata despiadado y maltratador, abusaba continuamente de su hija, quien se alió con la mujer de su padre (que no era su madre biológica) para vengarse de él. Un relato con tintes de tragedia clásica elevada a la enésima potencia.

Sonia Sebastián, la directora, vivifica el morbo y la estética decadente y perversa en un retablo demente basado en un escenario enrejado con diferentes niveles y el tanque acuático como elemento central. Un vestuario gótico y oscuro con elementos saturados y un diseño de sonido extremo (con gritos y cacofonías a mansalva), apoyado por una muy interesante iluminación y una tremendamente efectiva y atmosférica música sintética con percusión en directo, confirman la intención estética y extrema del espectáculo. Pero, aunque la propuesta es interesante, no llega a fascinar. Aun encontrándose cerca en momentos puntuales (como, por ejemplo, su prometedor inicio). La puesta en escena, de una fisicidad tremenda, con diferentes coreografías y violencia explícita, no llega a funcionar y conseguir sus objetivos. Parece que el elenco, en general, no alcanza la destreza necesaria para un trabajo corporal de estas características. Y además las actuaciones son tremendamente irregulares. Aunque la protagonista, Celia Freijeiro, está estupenda en su papel de la pobre hija Beatriz. Maru Valdivielso tiene asimismo una presencia escénica potente como la madre. Además de que se pasa el noventa por ciento de la función por las alturas, haciendo virguerías en plan bailarina de barra americana (que tiene su mérito, oye). Y el Orsino de Daniel Holguín convence también. Pero respecto a otros de los intérpretes, hay profundas dudas. La mayor, la elección de cásting de Celso Bugallo como Francisco Cenci, el malvado progenitor aristócrata. Este personaje debe ser absolutamente imponente, provocar angustia y temor extremos. Pero Bugallo no posee este registro ni la intensidad necesarios. O por lo menos en esta función no quedó patente. Y la representación se desploma sin la atrocidad de esta figura. El Draco de Aarón Lobato tampoco llega a transmitir lo que se pretende, y al Giacomo de Rolando San Martín también le falta un trecho.

Aunque hay que tener en cuenta que es un espectáculo complejo que tal vez lo que necesita es algo más de rodaje para poder llegar a perfeccionarse y transmitir la desesperación, brutalidad y truculencia que busca. El Teatro de la crueldad ha sido creado para devolver al teatro una concepción de la vida apasionada y convulsiva, decía Artaud. Y lo que podría haber sido un auténtico puñetazo en la boca del estómago (porque la historia es de las de dejarte anclado en la butaca) en este caso se ha quedado en una caricia. Aún así, y puede que como decimos con el paso de las funciones cada vez vaya a más, se avista la cosmogonía del dolor, la locura, la violencia y la conmoción, el caos metafísico, la experiencia del espíritu que buscaba su cruel autor: lo importante es poner la sensibilidad, por medios ciertos, en un estado de percepción más profunda y más fina, y tal es el objeto de la magia y de los ritos de los que el teatro es sólo el reflejo.

Los Cenci
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Nombre del montaje: Los Cenci

Disciplina: Teatro contemporáneo

Director: Sonia Sebastián

Autor: Antonin Artaud

Adaptaci�n: Sonia Sebastián

Reparto: Celia Freijeiro, Luis Zahera, Celso Bugallo, Maru Valdivielso, Daniel Holguin, Rolando San Martín, Marta Belmonte, Eduardo Mayo, Aaron Lobato

Escenografia: Carmen Castañon
Iluminación: Nicolas Fitschel
Vestuario: Alberto Valcárcel
Composición musical: Juan Pedro Acacio
Coreografía y movimiento escénico: Chevi Muraday

D�nde: Teatro Español

Direcci�n: Príncipe, 25. Madrid

Hasta: 03. 03

Horario: De martes a sábados a las 20h. Domingos a las 19h.

Precio: De 5 a 22 €. Martes miércoles y jueves 25% dto.

Venta de entradas: www.telentrada.com

LA RENDICIÓN, de Toni Bentley. Trascendencia y sodomía

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La rendición, un monólogo sobre la sodomía (o el sexo anal) en el Teatro María Guerrero

Según la RAE: Sodomía (de Sodoma, antigua ciudad de Palestina donde se cometían todo tipo de actos deshonestos): 1. f. Práctica del coito anal. Aunque muchos no serían tan finos a la hora de nombrar esta práctica, seremos elegantes. El caso, que éste es el tema central de La rendición. Como lo oís: el sexo anal. Un monólogo sobre las experiencias reales de la autora australiana Toni Bentley, dirigido por Sigfrid Monleón y adaptado y protagonizado por la actriz suiza Isabelle Stoffel, que ya pasó por el Microteatro y ahora recala en la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero. La primera línea de estas memorias sexuales ya nos avisa: «Una vez amé tanto a un hombre que dejé de existir». La rendición es un espectáculo sobre la obsesión, el sometimiento voluntario, la libertad sexual y el sentimiento de dependencia. Sobre la búsqueda de la espiritualidad a través de la experiencia física. O cómo alcanzar el nirvana cuando te dan por culo (en el sentido literal de la palabra). El relato, una curiosa mezcla de lo espiritual y lo terreno, es el hijo literario que tendrían el Marqués de Sade y Santa Teresa de Jesús (cuyas visiones divinas mucho tenían en común con este monólogo, no hay más que ver cómo hablaba sobre cierto dardo de oro largo de un hermoso ángel que la traspasa: «Este me parecía meter por el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas… Era tan grande el dolor que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor que no hay desear que se quite…». Vamos, que algunas de estas frases podrían formar parte del monólogo de Bentley). Y la verdad es que puede parecer tanto blasfemo a algunos como iluminador a otros.

El espectáculo, a pesar de que su tema pueda parecer escandaloso a los más puritanos, posee una tremenda y singular elegancia. Principalmente gracias a la labor de su protagonista, una Isabelle Stoffel que maneja seductoramente los elementos del texto original y los lanza mirando pícaramente a los ojos de un público situado a poca distancia de ella. Con sus sensuales movimientos, extrema elegancia y su recitado de acento extranjero engatusa a los presentes y les conduce durante una hora a través de un erótico paisaje de experiencias sexuales. Hay que decir también que todo está salpicado con un fino humor e ironía para evitar resultar pretencioso o, lo que podría ser peor, ridículo.

La puesta en escena, un maravilloso y cálido juego de luces y una sencilla pero curiosa escenografía formada por elementos construidos con libros, acompaña las frases de estas particulares memorias. Y ayuda a que Stoffeldefienda con buen ritmo pero paladeando sin prisas su texto, ante un público que se siente casi más como un voyeur que espía a través del ojo de una cerradura las eróticas prácticas mal llamadas prohibidas de esta mujer… En otros ámbitos, tabú, lo que es tabú, como que ya no se considera esta práctica (qué os vamos a contar). La protagonista lo que pretende es compartir un universo de experiencias a las féminas heterosexuales que puedan tener sus reparos. Y con un poco de suerte que consigan abrirse, al igual que ella, a la trascendencia a través de la puerta de atrás. Así que ya sabéis, como dice la protagonista: «Entrad por la salida: os espera el Paraíso».

 

La rendición

Nombre del montaje: La rendición

Disciplina: Teatro contemporáneo

Director: Sigfrid Monleón

Autor: Toni Bentley

Adaptaci�n: Isabelle Stoffel

Reparto: Isabelle Stoffel

Escenografía: Alicia Blas Brunel
Vestuario: Cristina Rodríguez
Iluminación: Pilar Velasco
Maquillaje: Shai Bercovich
Producción de Traspasada: David G. Ricondo

D�nde: Teatro María Guerrero. Sala de la Princesa

Direcci�n: Tamayo y Baus, 4. Madrid

Hasta: 17.02

Horario: De martes a sábados a las 19h. Domingos a las 18h.

Precio: 16 €

Venta de entradas: www.entradasinaem.es

LAS HUÉRFANAS, de Miguel Albadalejo, en La casa de la portera

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Reseña publicada originalmente en la web de cultura NOTODO.COM, que se puede encontrar pinchando aquí.

Las huérfanas de Miguel Albadalejo se instalan en La casa de la portera

Oscuridad total. Una luz trémula se acerca por el pasillo de La casa de la portera. Por un momento crees que va a aparecer por la puerta del salón la Nicole Kidman de Los otros con su candil. Pero no. Quien aparece con un farolillo de vela es un hombre barbudo y de cara simpática, con coletas y ataviado con un camisón. Es Marta, una niña que va a la cama de la nueva que ha llegado al hospicio (otro hombre barbudo con peluca y camisón) para comunicar que la madre muerta de la recién llegada se le ha aparecido para transmitir un mensaje. A partir de entonces asistiremos a una historia melancólica, divertida, sobrenatural, pero ante todo tierna, sobre la evolución de la amistad de estos dos entrañables personajes. Que son los protagonistas de Las huérfanas, un nuevo espectáculo del bajo de Abades 24, escrito por el conocido Miguel Albadalejo (director de las películas La primera noche de mi vida o El cielo abierto, entre otras).

La casa de la portera presta sus dependencias de nuevo a un íntimo y especial recorrido teatral, en este caso a través de la vida de Marta y Lucía. Jorge Calvo da vida a Marta de una manera inmensamente tierna, ante la que es imposible no sentir una simpatía inmediata e incondicional. Y José Martret, en el papel de Lucía, la nueva huérfana, posee una evolución y registros geniales en su caracterización a través de los tres actos de la obra, que son las tres etapas del ser humano: infancia, madurez y vejez. Martret se estrena como actor de este espacio creado por él mismo junto a Alberto Puraenvidia, quien en esta obra se encarga de una sencilla pero perfecta escenografía. Sin olvidar que el vestuario, deliciosamente retro como el resto de este espacio, corre a cargo del nominado al Oscar por Los miserables Paco Delgado. Calvo y Martret, una vez superado el efecto cómico de los primeros momentos, consiguen que el reducido público presente se olvide por completo de su género, convirtiéndose realmente en las dos féminas, Marta y Lucía, logrando transmitir toda la complicidad, los roces y los lazos de estas entrañables compañeras.

El texto de Albadalejo, sencillo pero efectivo, consigue tocar la fibra y emocionar con el retrato de estas huérfanas de orfanato de auxilio social de la posguerra española cuyas madres fueron represaliadas por la dictadura franquista. Con este fondo de una época oscura de España, componentes paranormales y un humor por lo general bastante negro, estas niñas sin padres tocan el corazoncito y se instalan en un rincón de los sentimientos del público. Un público que durante hora y media se encuentra (física y emocionalmente) tan cercano a ellas. Y que una vez abandonada esta casa no puede librarse de su imagen y calor, como si fueran fantasmas queridos que se resisten a abandonarle a uno.

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Nombre del montaje: Las huérfanas

Disciplina: Teatro independiente

Autor: Miguel Albadalejo

Reparto: José Martret, Jorge Calvo

Vestuario: Paco Delgado
Escenografía: Alberto Puraenvidia

D�nde: La casa de la portera

Direcci�n: Abades, 24. Madrid

Hasta: Marzo

Horario: Jueves y viernes a las 22h. Sábados y domingos a las 18h.

Precio: 15€

Venta de entradas: Reserva telefónica: 649397571

HILVANANDO CIELOS, de Paco Zarzoso. El Apocalipsis va a llegar

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El Apocalipsis llega al Teatro Valle-Inclán con la obra de Paco Zarzoso, Hilvanando cielos

«Qué fin del mundo más torpe nos ha tocado vivir», lamenta uno de los personajes de Hilvanando cielos. Paco Zarzoso escribe y dirige esta obra que se acaba de estrenar en el Teatro Valle-Inclán de Madrid. El Apocalipsis llegará en seis meses. Cinco personajes -el abuelo (un reputado actor de teatro clásico), el padre (actor de televisión de éxito), la madre (una arquitecta que trabaja en un proyecto que nunca se construirá), la nieta (Cordelia, única con nombre propio, una Lolita apocalíptica) y una vecina frágil y engañada- se enfrentan al fin de los tiempos, cada uno según su propia óptica. Una historia que sí, parece parida del mismo útero que el fundamental Sacrificio de los ochenta de Tarkovsky y aquella Melancolía de Lars Von Trier, obra magna del cine catastrofista-arty que fascinó a muchos seguidores del danés y la filosofía fílmica.

Zarzoso sigue esta estela ritual y melancólica y elabora con sus personajes un texto denso, profundamente simbólico, poético y de carácter cuasi-filosófico y metafísico que reflexiona sobre los males que aquejan al ser humano contemporáneo. Según las propias palabras del director, «un teatro ebrio, de gran intensidad, con personajes al límite y muy espiritual». Podría resultar un punto de partida algo excesivo y peligroso, pero gracias a la calidad del texto, bellísimo e inteligente, y apoyado por una sencilla pero muy equilibrada puesta en escena y unas magnéticas interpretaciones resulta absolutamente fascinante. El único y bucólico escenario, un sencillo porche rodeado por tierra en mitad de la oscuridad, es el refugio de los personajes. El sugerente diseño de sonido (con ese fondo permanente de grillos nocturnos) y de iluminación hacen que casi se pueda oler y sentir esa noche estival en la que se desarrolla la acción. La inquietante atmósfera, prácticamente mística, viene dada también por un ritmo pausado pero inexorable que van marcando los actores. Cinco hipnóticos intérpretes que logran deslizar un sentido profundo en cada frase que pronuncian, convirtiéndose en completamente humanos a la vez que arquetípicos y universales.

Carles Sanjaime está perfecto como el padre en pugna entre sus deseos y sus responsabilidades. Ruth Atienzaresulta cercana y frágil como la vecina que visita a la familia, con nuevas desestabilizadoras. Lola López, absolutamente fascinadora, es la madre imbuida de un espíritu que le lleva a diseñar un proyecto imposible. Mireia Sobrevela, una joven actriz a la que sin duda seguir la pista, da vida y piel a una seductora recreación de adolescente rebelde e inquietante. Y Luis Campos (actor argentino que ya interpretó el mismo papel en Buenos Aires, ciudad donde se estrenó el texto) está magnífico como esa figura patriarcal que, con la lucidez de los locos, interpreta fragmentos de Ricardo III o El Rey Lear y guía a su nieta en este camino hacia el Apocalipsis.

Hay imágenes y metáforas contenidas en este espectáculo (como la incierta amenaza de los perros organizados en jaurías salvajes al acercarse ese meteorito que va a impactar contra la tierra; o los planos del edificio soñado: una clínica para devolver la vista a los ciegos…) tan bellas y sugerentes que lo convierten en un must para quien se sienta atraído por un tipo de historias de este calibre. Y además no le falta su punto de ironía, sonrisa y humor negro (aunque no entraría que digamos dentro de los cánones del espectáculo de evasión y entretenimiento). En la espera de estos seres ante su inminente fin no hay alarma, excitación ni histeria. Hay silencio y callada turbación. En definitiva, Hilvanando cielos resulta completamente fascinante como texto poético. A la vez que se erige en una reflexión potentísima, reposada, hermosa y oscura, sobre la desestructuración de una sociedad en crisis reflejada en el resquebrajamiento de una única familia aislada en una casa de campo. Y pone sobre la mesa de ese porche la necesidad de un cambio de rumbo. Como dice el abuelo en un momento de la obra: «Ya es hora de atender el descuidado jardín».

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Nombre del montaje: Hilvanando cielos

Disciplina: Teatro contemporáneo

Director: Paco Zarzoso

Autor: Paco Zarzoso

Reparto: Ruth Atienza, Luis Campos, Lola López, Carles Sanjaime, Mireia Sobrevela

Escenografía: Damián Gonçalves en colaboración con Antonio Barroso Vega
Iluminación: Toni Sancho
Espacio sonoro: Miguel Alarcón
Vestuario, peluquería y maquillaje: Josán Carbonell
Taxidermia: José Ros
Ayudante de dirección: Mafalda Bellido
Producción: Compañía Hongaresa Lydia García
Coproducción del Centro Dramático Nacional y Compañía Hongaresa

D�nde: Teatro Valle-Inclán. Sala Francisco Nieva

Direcci�n: Pza. Lavapiés s/n. Madrid

Hasta: 24.02

Horario: Martes a sábado a las 19h. Domingo a las 18h.

Precio: 20 €. Día del espectador descuento 50%.

Venta de entradas: www.entradasineam.es

http://youtu.be/oHrMT24eY1w

EL CRÍTICO, de Juan Mayorga.

‘Si-supiera-cantar-me-salvaría.-El-crítico’-mayorga


Para leer la crítica sobre el espectáculo Si supiera cantar me salvaría. El crítico que se representa en el Teatro Marquina de Madrid, remito a mi reseña publicada en la web de cultura NOTODO.COM, que se puede encontrar pinchando aquí.

LA INAPETENCIA y LA EXTRAVAGANCIA, de Rafael Spregelburd. Absurdos Pecados

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CRÍTICA

¿Por qué pensar que la familia es la mejor manera de organizar los cuerpos en el espacio?.  Esta particular pregunta que se lanza en la obra “La extravagancia” (que junto con “La inapetencia” vuelve a la sala AZarte durante este mes de enero) es el eje de este programa doble. Dos razones, dos pecados por los que tenemos que sentirnos culpablemente agradecidos. Agradecidos porque, gracias a éstos y al Lúcido que hasta hace poco pudimos ver en el CDN, la figura del argentino Rafael Spregelburd tiene una presencia, sólida y perturbadora, en las salas de Madrid. Las obras de este autor consiguen introducirnos en un mundo absurdo en el que se fuerza al espectador continuamente a replantearse la realidad, en el que la línea argumental tradicional se desmembra y en el que la familia como institución se pone en tela de juicio de forma sistemática. Todo regado con un sentido del humor negro y delirante que provoca a menudo unas deliciosas risas.

«La inapetencia» y «La extravagancia» son dos piezas inedependientes (aunque con puntos que conectan entre sí) pertenecientes a la “Heptalogía de Hieronymus Bosch” (un personal acercamiento de Spregelburd a los siete pecados capitales) (ojalá caigan los cinco restantes, por cierto) que se presentan en programa doble dirigidas por Diego Sabanés. En «La extravagancia» (que en pecado capital sería la envidia) se nos presentan a unas trillizas con los desopilantes nombres de María Socorro, María Brujas y María Axila. El caso es que una de ellas es adoptada, pero no saben cuál de las tres es. El absurdo está servido desde el planteamiento mismo de la función, como se puede comprobar. Las tres son interpretadas por Lola Polo, en un divertidísimo recital de recursos interpretativos. Dos de las hermanas en directo se preguntan continuamente quién será la adoptada (hay una cuestión de vida o muerte en el aire, y por ello necesitan averiguarlo), mientras que la tercera es una omnipresente presentadora de televisión, que lascivamente comenta desde asuntos fonéticos (simplemente desternillante la reflexión sobre las palabras con la letra “l”) hasta mitológicos, proyectada desde una pantalla con fondo cósmico (cual presentadora de cualquier nocturno de presupuesto ínfimo). La obra transita por las envidias de estas tres mujeres, regada con un hilarante sentido del humor y, con la valiosísima ayuda de la brutal vis cómica y la caracterización de la protagonista, se erige en una breve y deliciosa pieza de tono absurdo.

En «La inapetencia» (que sería como la lujuria), aunque tal vez no tan redonda como la primera, el mundo spregelburdiano alcanza cotas de delirio aún mayores. La obra comienza presentando a una pareja sin hijos, con problemas sexuales y comunicativos. Posteriormente la mojigata mujer se lanzará a la lascivia mediante la visita a una empresa sadomasoquista, descubriremos cómo fluctúa sin sentido ninguno su número de hijos o asistiremos incluso al momento en que regala una de ellos a un gitano… Una serie de contradicciones y re-presentaciones de la realidad en la que el absurdo es el camino principal (y podríamos decir que único). El eje es este singular personaje femenino, que interactúa con vídeos proyectados a sus espaldas en un ejercicio de precisión de puesta en escena y coordinación. Patricia Almohalla, la protagonista, va ganando puntos mientras avanza la función y consigue salir airosa del reto con nota. Delfín Estévez resulta algo melifluo como el marido (aunque por otra parte resulta muy acorde con el personaje) y Julia Fournier defiende bien el personaje de Laila, al igual que el elenco de los vídeos pregrabados.

La extravagancia. La inapetencia. Dos estimulantes piezas, que gustarán sin duda si se disfrutó con la magnífica y especial Lúcido. Y si bien es cierto que los medios de esta compañía son bastante más modestos (aunque a la obra de Ochandiano tampoco le sobrara el presupuesto) y la sala AZarte no es el Valle-Inclán, donde hay talento no se tiene en cuenta la falta de recursos. Y sin duda consiguen transmitir esa particular concepción (tan heredera del absurdo beckettiano) de la esencia del relato y de la realidad de Spregelburd: La realidad es una construcción de lenguaje de los poderosos. Los poderosos arman argumentos y los esgrimen como los únicos posibles, mientras que la ficción, lo que hacemos nosotros, debe poner a la realidad en absurdo, y demostrar que los acontecimientos que nos rodean son apenas una versión posible de lo real y no la única, y fundamentalmente, no la más verdadera.


WEB DEL ESPECTÁCULO: http://lainapetenciaylaextravagancia.wordpress.com/


La Inapetencia 2

UN PASADO EN VENTA, con Marta Fernández-Muro. Pasen, pasen…

Marta Fernández-Muro
Foto: Nacho del Río

Reseña publicada originalmente en la web de cultura NOTODO.COM, que se puede encontrar pinchando aquí.

Marta Fernández-Muro protagoniza su peculiar monólogo Un pasado en venta en La casa de la portera

Todos ustedes vienen a ver la casa, ¿no? Pues pasen, pasen… Así recibe Marta Fernández-Muro en el rellano de la escalera vecinal de la calle Abades número 24 a los espectadores de Un pasado en venta, que se representa en La casa de la portera (ese bajo tan kitsch y especial reconvertido en particular microespacio escénico). Los espectadores, durante una hora, se convierten en potenciales compradores de un inmueble que este particular personaje nos muestra habitación por habitación, y en oyentes involuntarios de la historia de su familia.

La mítica secundaria de tantas y tantas películas y series de los ochenta y los noventa (el Laberinto de pasionesalmodovariano o el Arrebato de Iván Zulueta son sólo un par de sus títulos) escribe y protagoniza este monólogo dirigido por Pilar Massa. Un espectáculo especial (como todos los de este local porteril, por otra parte) en el que la actriz interactúa continuamente con los 25 espectadores presentes mientras (Compréndalo, es que paso mucho tiempo sola y me tengo que desahogar) relata historias personales y de una familia, su familia, que habitó durante años esos aposentos y muchos otros que imaginamos pero no vemos. Un texto que oscila (casi incoherentemente, pero en ello consiste también la gracia del asunto) de unos asuntos a otros. Básicamente cómico, pero con puntos desasosegantes anclados en el absurdo: hombres que encogen y encogen hasta la muerte, cabezas de jabalíes que lloran serrín o mujeres enamoradas de ciervos de ojos verdes. Todas referencias a una locura familiar generalizada que, sospechamos, ha heredado (o proyectado) esta mujer, eternamente esperando, como Godot, a alguien que nunca llega, y que defiende el suicidio como idea de liberación.

Marta Fernández-Muro se descubre así, aparte de como una actriz capaz de llevar perfectamente el peso de una obra ella solita, también como una particular autora teatral (aunque hay que señalar que ya se había destapado como escritora con los cuentos publicados en sus volúmenes Niñas malas y Azoradas). Lo más tremendamente seductor de este monólogo son los destellos de delirio fabulador, de la triste locura de este desvalido personaje, que nos sumergen en un universo íntimo y especial, acogedoramente insano. Potenciado siempre, por supuesto, por el singular espacio escénico de La casa de la portera. Muy estimulante, sin duda, la visita con opción a compra de esta casa. Así, que simplemente, llamen y concierten su visita, que no se arrepentirán. Gracias, gracias por venir… Muy amables, gracias, de verdad, gracias, gracias, muchas gracias. Gracias, gracias, gracias…

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Nombre del montaje: Un pasado en venta

Disciplina: Teatro independiente

Director: Pilar Massa

Autor: Marta Fernández-Muro

Reparto: Marta Fernández-Muro

Ayudante de dirección: Ignacio Jiménez
Vestuario: Inmaculada Ortega
Diseño Gráfico: estudiolallorona.com

D�nde: La casa de la portera

Direcci�n: Abades, 24. Madrid

Hasta: 27.07

Horario: Sábados y domingos a las 18h.

Precio: 12 €

Venta de entradas: Reserva telefónica: 649397571