TRUE WEST (EL AUTÉNTICO OESTE), de Sam Shepard


teaserbox_19636357(Esta crítica ha sido publicada en la web de cultura Notodo.com con motivo del estreno de True West, dirigido por José Carlos Plaza, en la Sala Negra de los Teatros del Canal de Madrid. Para más información podéis hacer clic aquí y ver la reseña en la web de Notodo.)

TRUE WEST. Mentiras, verdades y tostadoras en el auténtico oeste.
Crítica por Miguel Gabaldón

Desiertos mentales y físicos, grillos y coyotes, máquinas de escribir y tostadoras, cerveza y whisky, verdad y mentira, familia y delirio, realismo y absurdo… Todo esto es True West, de Sam Shepard, que inaugura la Sala Negra de los Teatros del Canal después de haberse mantenido un tiempo considerable yendo y viniendo por el off del Teatro Lara. Una alucinada y alucinante historia que nos hace perdernos en los desiertos californianos y en la mente de los protagonistas.

Ya el acceso a la sala es extraño (acomodadores varios le indican a uno, a través de pasillos, accesos y ascensores, cómo llegar a la deseada Sala Negra). El horario es algo intempestivo también (con funciones a las diez de la noche y a las once y cuarto en fin de semana). Todo apoya una sensación algo atípica que el texto escrito por Shepard, ese lobo de las estepas familiares americanas, y la propuesta escénica de José Carlos Plaza confirman. El escenario, un cuadrilátero de blancos y sencillos muebles rodeado de arena. Unas líneas de tiza al fondo se erigen en imagen del ansiado desierto donde todo se convierte en verdad. Luis Rallo interpreta a Austin, un guionista organizado y responsable, y Alberto Berzal interpreta a Lee, el hermano con el que se reencuentra en la casa de su madre. Un perdedor, ladrón de poca monta con querencia a pasar temporadas en el desierto. La visita de un productor cinematográfico (Joaquín Abad) provocará un intercambio de papeles entre los hermanos, comenzando así un extraño y absurdo duelo al sol (aunque estén a cubierto y la noche sea su elemento) familiar. La aparición de una desorientada madre (Inma Cuevas) que cree que Picasso sigue vivo y está visitando su pueblo pondrá la guinda al pastel.

Si bien es cierto que el comienzo de la obra peca de repetitivo y no llega a convencer, el espectáculo va ganando enteros de forma brutal a medida que avanza y el alcohol empieza a regar los gaznates de los protagonistas. Entonces el escenario evoluciona, se llena de una suciedad y locura completamente fascinante (genial la obsesión con las tostadoras de Austin), defendido por unos espectaculares Luis Rallo y Alberto Berzal (aunque algunos dirán que se les va algo de las manos, pero su borrachera es una de los mejores y delirantes que he visto nunca) y que se corona con la aparición de una Inma Cuevas absolutamente surrealista e hipnótica.

Plaza dirige el espectáculo con un deje casi lynchiano (con una contrastada y en momentos casi onírica iluminación y una música que te transporta al desierto americano) en el que no se sabe muy bien si estos dos hermanos son reales o qué. Y es que, como el propio autor dice, se trata de un texto que habla (entre otras muchas cosas) de la naturaleza doble. El caso es que el espectáculo acaba por arrastrar en su locura (aunque algunos espectadores no parecieran muy convencidos a la salida de la sala) y resulta fascinante. True West es una búsqueda desesperada y casi palpable de la verdad y consigue sumergir al espectador esta historia doble de desiertos, perdedores en búsqueda de lo auténtico y, como explica Lee con respecto a su guión, perseguidores que no saben a dónde demonios les conducirán quienes persiguen… Y perseguidos que no tienen ni idea de a dónde van.

M.G.

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