Para leer la crítica sobre el espectáculo “The life and death of Marina Abramovic” representado en el Teatro Real de Madrid, remito a mi reseña publicada en la web de cultura NOTODO.COM, que se puede encontrar en el siguiente link:
http://www.notodo.com/escena/teatro_contemporaneo/3457_the_life_and_death_of_teatro_real_madrid.html
El evento cultural de la temporada, The life and death of Marina Abramovic, en el Real
he funeral is the artist last art piece before leaving (El funeral es la última pieza del artista antes de partir). Son palabras del Manifesto de la serbia Marina Abramovic, la abuela de la performance, reina y señora de la acción artística extrema que lleva convirtiendo su cuerpo desde hace más de cuarenta años en materia artística maleable. Y parece que el esteta Robert Wilson ha tenido en cuenta esta frase a la hora de llevar su vida a escena en el que es el acontecimiento cultural de la temporada, objeto de deseo para cualquier buen moderno que se precie: The Life and death of Marina Abramovic. Una producción del Teatro Real protagonizada por la mismísima Abramovic en (maltratada) carne y hueso, el archiconocido actor americano Willem Dafoe y el singular cantante Antony Hegarty (de Antony & the Johnsons). El espectáculo comienza con su funeral y, después de recorrer su existencia, acaba con la ascensión de Abramovic a los cielos cual Virgen María o Santísima Trinidad de la performance (conformada por ella y otras dos figuras portadoras de máscaras con el rostro de la serbia).
El espectáculo es sobresaliente y disfrutar de estos astros en escena es lo más cercano que se puede estar del Olimpo de la cultura escénica contemporánea. La sensación de estar inmerso en un sueño persiste durante las tres horas que dura la obra, gracias a la puesta en escena de Wilson y la conjunción de todos sus elementos. Pero los seguidores de Abramovic tal vez echen de menos algo más de riesgo. De la marca de la casa. De esas acciones artísticas impactantes, extremas y sin límites de la serbia. Asimismo se presenta un ejercicio de desacralización de su figura (enfocando aspectos de su vida de manera cómica y grotesca) que realmente no es tal puesto que a la vez que se está elevando un panegírico (al fin y al cabo ella es la protagonista aboluta). Paradoja, al igual que la semilla misma del proyecto: Abramovic, a pesar de odiar el teatro como toda buena performer que se precie (criticando la falsedad inherente de esta disciplina frente a la verdad de sus acciones artísticas), siente la necesidad cada cierto tiempo de otorgar poderes plenos a algún director de escena para que lleve su vida a las tablas. Y en este caso le ha tocado a Robert Wilson, uno de los visionarios de la escena, en activo desde los sesenta que aunque (para qué engañarnos) a estas alturas ya se repita, sigue teniendo un increíble poder hipnótico (con esa lentitud de movimientos, exquisita iluminación, vestuario y paisajes sonoros) y logra cuadros estáticos de sublime belleza. Una oda al minimalismo escénico como es característico en él y que,a pesar de ciertas contradicciones, irregularidades o paradojas, no deja de ser un espectáculo profundamente especial y perturbador.
En este caso con la vida de la Abramovic ha realizado una serie de tableaux vivants centrados especialmente en su infancia y juventud. La obra de la artista se ve imbricada en la historia por algunas proyecciones y en forma de personajes que recuerdan a algunas de sus performances: un hombre con una serpiente (vivita y coleando) enroscada al cuello, féminas cuchillo en ristre, parejas sadomasoquistas…. El texto alude asimismo (en ciertos momentos de forma algo obvia, todo hay que reconocerlo) a esa necesidad patológica de infligirse daño. Ante nuestros ojos aparecen escenas oníricas bellísimas y otras profundamente perturbadoras, casi de pesadilla. La imagen de un Dafoe completamente desatado con la boca llena de sangre (acompañada de un angustioso paisaje sonoro) sospecho que se va a quedar grabada en la retina para el resto de mi vida. El caso es que la fuerza artística del personaje de la serbia se deja entrever pero no llega a revelarse completamente. Y si nos atenemos al libreto, aunque no se pretenda un desarrollo linear y convencional sino la escenificación de una serie de imágenes para provocar una sensación, finalmente hay que reconocer que se queda en una algo simplista visión psicoanalítica de la tormentosa relación con su madre (elevándola así a motivación primordial de las acciones de Abramovic). Y Wilson plasma esto de manera grotesca a la vez que estetizante, mezclando tragedia y comedia con elementos surrealistas. ¿Qué importancia puede tener por ejemplo que la familia de Abramovic fuera la primera en tener una lavadora en su ciudad comparada con algunas de sus performances? Pues Wilson decide hacer un episodio entero sobre ello, mientras que pocas escenas tenemos acerca de sus acciones artísticas (por otro lado eso sí que se convertiría en un fake de momentos irrepetibles). En cuanto a los intérpretes, el guía principal de esta sátira es Willem Dafoe, maestro de ceremonias en un registro exageradísimo que sin embargo resulta completamente hipnótico y muestra la increíble fuerza de este actor. Dafoe, que fue fundador de The Wooster Group (grupo de teatro neoyorquino experimental por excelencia, con lo cual no le pilla lejos esto de la escena contemporánea) hace aquí una demostración de sus extraordinarias dotes y recursos. Su personaje, un remedo de Joker vestido de uniforme militar (Abramovic no se libra de la inlfuencia de los conflictos de su país natal y esto también se refleja en el espectáculo), narra en tono jocoso los hitos de la vida de la artista mientras en segundo plano se representa la acción por multiplicados personajes, todos maquillados hasta el extremo, máscaras que recuerdan al teatro oriental. Antony por su parte aparece y desaparece del escenario en un personaje indefinido (presencia oscura pero protectora, hombre y mujer simultáneamente) y en el instante en el cual escuchamos su voz se congela el tiempo. Sus temas consiguen elevar el espectáculo hasta cotas estratosféricas y lo único que se lamenta es que no le hayan otorgado algo más de protagonismo. Él asimismo es el responsable de la dirección musical y de ensamblar sus propios temas con la magnífica música (atmosféricos paisajes sonoros) creada para la ocasión de otros dos compositores, William Basinski y Svetlana Spajic. Ésta última aparece también en escena interpretando sus piezas, de una fuerza extraordinaria, inspiradas en los cantos populares serbios. Y Marina Abramovic, el eje del espectáculo, se interpreta a sí misma (en numerosas ocasiones de forma estática, muy al gusto de Wilson) pero también a su madre, en un juego en el que se enfrenta a sus demonios interiores. Las propias performances de Marina Abramovic son una manera de combatir estos miedos, como ella misma ha comentado, y este espectáculo ahonda en ese camino. Quizá incluso Wilson se vea reflejado (por lo visto tampoco sus años de juventud fueron un camino de rosas). Es la visión (escenario lleno de fantasmas como testigos de un sueño enfebrecido) de un director y un personaje sobre la vida y la redención. Una forma de exorcizar demonios, de purgar la existencia para enfrentarse de nuevo con el mundo de forma libre. De utlizar la catarsis como medio de purificación. El réquiem entonado por la sobrenatural voz de Antony lo expone desde el primer instante: I’ll tell you a story / Through my man’s eye / Your story / My way / Your black and blue story / Through the white of my eye / My loneliness / My pain (…) I’m gonna cry / I’m gonna use our eyes / I’m gonna cry / I’m gonna cry through your eyes.
Nombre del montaje: The life and death of Marina Abramovic
Disciplina: teatro contemporáneo
Director: Robert Wilson
Autor: Robert Wilson y Marina Abramovic
Reparto: Marina Abramovic, Willem Dafoe, Antony Hegarty, Svetana Spajic, Christopher Nell
DIrector musical: Antony
Compositores: Antony, William Basinski, Svetlana Spajic
Figurinista: Jacques Reynaud
Iluminador: A.J.Weissbard
Diseñador de sonido: Nick Sagar
DIseñador de maquillaje: Joey Cheng
Diseñador de video: Tomasz Jeziorski
D�nde: Teatro Real
Direcci�n: Plaza de Oriente, s/n
Hasta: 22.04
Horario: De martes a sábado 20h. Domingos 18h.
Precio: De 7 a 90 euros
Venta de entradas: http://www.generaltickets.com