THE WOOSTER GROUP’S VERSION OF TENNESSEE WILLIAMS’ VIEUX CARRÉ, una alucinación magistral

Photo by Steven Gunther

CRÍTICA

(NUEVA YORK, Baryshnikov Arts Center)


Hablar de The Wooster Group es hablar del grupo de teatro experimental más importante de Nueva York, y por ende de todo Estados Unidos. Este grupo de avant-garde teatral, nacido en 1975, es uno de los máximos exponentes de la concepción del hecho teatral como experiencia. Desde los setenta, sus miembros (entre cuyos fundadores se encuentra Willem Dafoe), siguen adaptando piezas de múltiples autores (Shakespeare, Chejov, O’Neill, Arthur Miller), dándoles un giro total y convirtiéndolas en algo mucho más cercano a la performance que al teatro convencional.

La adaptación de esta obra tardía de Tennessee Wiliams les hace encontrarse por fin con uno de los dramaturgos más importantes de Estados Unidos. Vieux Carré es un texto que Williams tardó cuarenta años en escribir, terminándolo ya en su vejez, que recopila las experiencias vividas en su juventud en una vieja casa de huéspedes del barrio de Vieux Carré en la ciudad de Nueva Orleans. Un texto fragmentario, meláncólico, con una parte autobiográfica importante, que no fue muy bien recibido en su momento (en parte por un evidente carácter homosexual de alguno de sus personajes) llegando a convertirse en una de las grandes obras olvidadas de Williams.

Un texto perfecto para The Wooster Group, que lo transforma en un viaje alucinatorio, lleno de erotismo y caos, a través de los recuerdos y la memoria del protagonista, ese joven escritor (alter ego de Williams) que despierta a la sexualidad y a la creatividad en esa casa de Nueva Orleans.

The Wooster Group sumerge al espectador en un sueño, o más bien en una pesadilla con un estado de duermevela constante. Un brutal lirismo se mezcla con la carnalidad más explícita. Todo sucede en un en un ambiente cargado, sinuoso y envolvente. En un escenario diáfano pero lleno de elementos desperdigados por el suelo, colchones, sillas, mesas, botellas, libros…un caos total, sucio y decadente por el que deambulan los personajes. Unos personajes llevados al límite, completamente excesivos, por unos actores increíbles que se desdoblan a su vez en varios personajes.

Ari Fliakos encarna al escritor, continuamente presente en escena (y casi continuamente también en ropa interior), que nos guía a través de sus recuerdos. Y consigue arrastrar al espectador dentro de su mente en el torbellino de emociones que está experimentando, en una mezcla de soledad, indecisión y deseo. Scott Shepherd interpreta a Nightingale, un viejo atormentado y lascivo artista homosexual tuberculoso, y a Tye, el brutal compañero de una de las inquilinas, Jane, interpretada con ternura increíble por Kate Valk, que a la vez interpreta a Mrs. Wire, la casera que parece sacada de una película de terror (brutal caracterización de Valk aquí también). Daniel Pettrow interpreta a un fotógrafo, itinerante en la historia, y a Sky, ése espiritu libre del que se enamora el escritor y con el que consigue escapar al final.

Toda la obra está impregnada de sexualidad: el escritor luchando por encontrar su camino, el viejo artista, obsesionado con tener una última relación, Tye utiliza el sexo para sus intereses, tres pantallas que hay en escena alternan imágenes pornográficas con otras de los propios actores en directo u otras imágenes evocadoras. Scott Shepherd en sus dos personajes lleva un falo de plástico (gran parte del tiempo a la vista en el viejo artista homosexual que viste con un simple batín, que recuerda a un kimono japonés), o embutido en la ropa interior en el rudo personaje de Tye (que puede llegar a prostituirse con hombres por una cantidad razonable de dinero). El sexo está explícitamente presente de forma continua, pero no de manera gratuita. Forma parte de la vida de esos personajes.

Unos personajes que se deslizan entrando y saliendo de la escena, como de la mente del escritor, que les convoca a todos, que finalmente, cuando consigue salir del bloqueo que le atenaza, comienza a escribir. Sus palabras se ven reflejadas en el fondo del escenario. Y esas palabras son a a la vez las palabras que salen de la boca de los personajes de la casa de huéspedes en una plasmación directa del hecho creativo. Son estos recursos lo que hacen de The Wooster Group algo inimitable: el mágnífico uso de los pantallas (que además del uso ya descrito, proyectan también imágenes de las películas de los sesenta de Ryan Trecartin y también de Paul Morrisey para Andy Warhol), la escenografía (que posee además plataformas rotatorias para cambios de escena), la iluminación (sencillamente magnífica, irreal y tenebrosa, con cambios continuos de diferentes filtros para las diferentes escenas que se producen a la vez en el escenario, con ondulaciones en momentos de pausa que provocan un efecto hipnótico, como cuando observas el mar o el fuego de una chimenea). Por no hablar de un diseño de sonido como nunca he oído en un teatro, potenciando su capacidad expresiva al máximo, otorgando a cada uno de los personajes unas cualidades sonoras diferentes (ecos, volúmenes, gravedad…), además de crear unos ambientes evocadores y muy ricos y utilizar unas composiciones musicales perfectas que fomentan la melancolía necesaria para experimentar esta pieza.

Todo, y digo todos y cada uno de sus elementos, están en una armonía superior para crear este viaje alucinatorio. Por lo visto en The Wooster Group todos los departamentos trabajan a la vez en la preparación de las escenas. De un día de seis horas sacan en claro diez minutos de obra, en un diálogo constante y conjunto entre actores, escenógrafos, iluminadores, sonidistas, equipo audiovisual…todo supervisado por la directora, Elisabeth LeCompte. Sin duda es una forma de trabajar que les beneficia.

Podría estar hablando horas y horas sobre este increíble espectáculo, pero voy a parar. Simplemente decir que si alguna vez tenéis la oportunidad de asistir a un espectáculo de esta compañía, no lo dudéis ni un solo momento. Es una experiencia catártica. Y de lo mejor (si no lo mejor a secas) que he visto sobre un escenario jamás.

 

Photo by Paula Court

 

FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA

VIEUX CARRÉ
by Tennessee Williams

The Writer: Ari Fliakos
Photographer: Judson Williams (2009), Daniel Pettrow (2010-11)
Mrs. Wire: Ellen Mills (2009), Kate Valk (2010-11)
Nursie: Kaneza Schaal
Jane Sparks: Kate Valk
Nightingale: Scott Shepherd
The Pickup: Daniel Jackson
Mary Maude and Miss Carrie: Alan Boyd Kleiman (on video)
Tye McCool: Scott Shepherd
Avatar: Andrew Schneider
Dancer: Casey Spooner (on video)
The Judge: Ben Williams (voice-over)
Sky: Raimonda Skeryte (2009), Daniel Pettrow (2010-11)

Director: Elizabeth LeCompte
Associate Director: Kate Valk
Lighting: Jennifer Tipton
Sound: Matt Schloss, Omar Zubair
Video: Andrew Schneider
Production Manager: Bozkurt Karasu
Stage Manager: Teresa Hartmann
Technical Director, Additional Video: Aron Deyo
Master Electrician: Rob Reese (2009), Kent Barrett (2010-11)
Technical Assistant: Daniel Jackson
Wardrobe: Enver Chakartash
Sound Consultant: Jamie McElhinney
Special Advisor: Casey Spooner
Cineturg: Dennis Dermody
Producer: Cynthia Hedstrom
General Manager: Edward McKeaney
Grants/Operations Manager: Jamie Poskin
Archivist: Clay Hapaz
Media Projects: Geoff Abbas
Arts Education Manager: Kaneza Schaal
Administrator: Jason Gray Platt
Strategic Consultant: Joel Bassin
Video Blog: Zbigniew Bzymek with Jean Coleman

VIEUX CARRÉ is presented by special arrangement with Samuel French Inc. on behalf of the University of the South, Sewanee, Tennessee. A co-production between Théâtre National de Strasbourg, Les Spectacles Vivants-Centre Pompidou, Festival d’Automne à Paris.


Production History

November, 2008: Rehearsals at The Performing Garage
December, 2008: Research and film shoot in New Orleans, Louisiana
May, 2009: Rehearsals at The Performing Garage
August-October, 2009: Rehearsals at The Performing Garage
November 19 – 23, 2009: Performances at Festival d’Automne at Centre Pompidou in Paris, France
November 6 – 14, 2009: Performances at Festival Premieres at Théâtre National in Strasbourg, France
May – June, 2010: Rehearsals at The Performing Garage
August 21 – 24, 2010: Performances at the Edinburgh International Festival at Royal Lyceum Theater in Edinburgh, Scotland
October – November, 2010: Rehearsals at The Performing Garage
December 1 – 12, 2010: Performances at REDCAT in Los Angeles
February 2 – March 13, 2011: Performances at the Baryshnikov Arts Center in New York

Web de la compañía:

http://thewoostergroup.org/twg/twg.php?vieux-carre

FECHA DE LA REPRESENTACIÓN A LA QUE ALUDE LA CRÍTICA:

13/03/2011


HIGH, la historia de una adicción

CRÍTICA

(NUEVA YORK, Booth Theater)

Acabo de leer que HIGH, obra de Broadway que tuve la oportunidad de ver en Nueva York el pasado marzo (en una de sus funciones anteriores al estreno), fue suspendida después de ocho funciones oficiales debido a la baja recaudación que estaba obteniendo. Una pena, porque la verdad es que me pareció una pieza fantástica.

High es una texto algo excesivo, puede ser, demasiado dramático y psicológico (en el sentido obvio de la palabra), pero que funcionaba muy bien gracias a todos sus elementos, en especial a unas actuaciones espectaculares por parte de sus protagonistas. Kathleen Turner (muy alejada de su imagen de mujer fatal de formas perfectas), interpreta a una monja (como habéis oído) bastante malhablada (ahí ya cuadra más la cosa) e irónica, que se encarga de la rehabilitación de un joven (Evan Jonigkeit) marcado por una adicción terrible a las drogas y por la sospecha de haber tenido algo que ver en la muerte de un adolescente en una habitación de motel. La hermana Jamison no quiere aceptar este encargo y se enfrenta con su amigo el padre Michael, su superior y quien le ha encargado esta tarea. (Voy a hacer un paréntesis en este momento, y es que el resto de este párrafo es un spoiler y puede descubrir elementos vitales para la trama. En otra ocasión no lo haría, pero dado el carácter de esta crítica ya que es una obra que ya no está en cartel, me he tomado la licencia de hacerlo) Bueno, continúo: Los miedos de la religiosa son bien fundados ya que cabe la posibilidad de que el joven les arrastre a todos en su espiral hacia el vacío porque ella misma estuvo enganchada a las drogas en su juventud. Pero el padre Michael necesita que alguien se encargue del chaval porque es el hijo de su hermana fallecida y no tiene a nadie más. Entre la hermana y Cody se establece una relación de amor odio jalonada por bromas, lágrimas e incluso intentos de violación provocados por las drogas. Desde luego la obra no es sutil. Y peca del fallo de necesitar traumas terribles en todos los personajes (al final se descubre que el personaje Kathleen Turner tiene un complejo de culpa terrible por invitar a su casa de adolescente a un chico que mataría a su hermana). Pero a pesar de ello, te sumerges inevitablemente en la relación de estos personajes vapuleados por la vida. Matthew Lombardo, el autor, adorna además la obra con multitud de puntos cómicos sin los que tanto dolor sería insoportable. Y consigue así eso tan difícil que es pasar de la risa a la lágrima en un instante.

En cuanto a la puesta en escena, una pantalla con un cielo despejado por el que van pasando lentamente cúmulos de nubes reciben a los espectadores en un fondo negro mientras se van sentando. Después la pantalla se eleva y desaparece y el fondo se llena de puntos luminosos, estrellas que inundan el escenario. Y ahí es cuando Kathleen Turner sale y llena la escena. Posteriormente un par de simples elementos en blanco, dos paneles con una puerta y un par de sillas, aparecen deslizándose desde diferentes puntos de la escena en un movimiento fantasmagórico (los paneles salen desde la oscuridad de las estrellas sin saber muy bien cómo y se giran colocándose en sus posiciones) utilizando luz negra creando la fosforescencia de estos elementos. No hay muchos cambios (simplemente aparecen y desaparecen en los monólogos de Kathleen Turner) y al final el mobiliario es sustituido por un par de muros de ladrillos blancos para la calle en la que la monja encuentra a Cody. Todo ello potenciado por una iluminación basada en luces directas y potentes sin filtros, como el foco que ilumina al personaje principal en sus monólogos, asilándola de la oscuridad exterior entre las estrellas. La música asimismo, unas pocas notas que parecen de sintetizador y que se repiten en diferentes momentos, ayudan a crear esta atmósfera melancólica y pacífica, ensoñadora, que se contrapone a la dolorosa realidad de los personajes.

Kathleen Turner está inmensa en su personaje. Le dota de una fuerza y presencia increíbles, y a la vez de gran humanidad y fragilidad. Entre escenas con los otros dos personajes la vemos en monólogos, únicamente ella en el centro del escenario, contando historias de su infancia y juventud (es más, la obra empieza y termina así), con lo que se establece una conexión emocional inmediata con este personaje.  Además, quieras o no, es Kathleen Turner en escena, un mito de Hollywood, protagonista de películas como «Fuego en el cuerpo (Body Heat)» de Lawrence Kasdan (aunque ahora esté más cercana en físico a la genial «Los asesinatos de mamá (Serial Mom)», del iconoclasta John Waters) y sólo eso ya es impresionante.

En cuanto a los otros dos actores, Stephen Kunken como el padre Michael realiza una labor perfecta de acorde con su personaje, que tiene que ser más invisible, apoyo de los otros, fuerte pero también débil y arrastrando pesadas cargas en su espalda. Y Evan Jonigkeit, que interpreta al joven Cody, hace una labor de caracterización espectacular, en un continuo temblar y agitarse a causa del mono de la droga. Con la culpa continuamente sobre él se debate en una lucha constante (con su propia sexualidad, con sus adicciones,contra su terrible final) que acaba por perder en una callejón solitario. En algunos momentos puede parecer excesivo, pero comentaré un punto por el que se me quitó esa idea de la cabeza: al acabar la representación hubo un encuentro con el equipo, que se transformó repentinamente en una reunión improvisada de un centro de rehabilitación. Lombardo, el autor, confesó que era ésta una obra con componentes autobiográficos, ya que estuvo él mismo enganchado durante años a la droga, pero llevaba cuatro años limpio. Así como varios de los asistentes que se encontraban entre el público. Y algunos de ellos hasta lloraron al comentar que se habían visto completamente reflejados (a ellos o a gente cercana) en este personaje. Hasta en los más mínimos detalles. Esto hace darse cuenta de que en ocasiones la realidad supera la ficción.

La obra acaba de forma amarga. Tal vez todo lo que ha pasado ha servido de algo a los personajes, tal vez no. Tal vez el personaje de Cody ha encontrado la paz por fin, «high in the sky» como dice el personaje de Kathleen Turner (en contraposición a otra acepción de «high», que en inglés también significa «colocado», en relación a las drogas). Tal vez era lo que tenía que pasar.

Hay obras que te emocionan, te tocan por dentro, y ésta es una de ellas. Ya han pasado varios meses, pero sospecho que por mucho que pase el tiempo seguiré sintiendo emoción al pensar en esta obra.

FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA

HIGH

By Matthew Lombardo; directed by Rob Ruggiero; sets by David Gallo; costumes by Jess Goldstein; lighting by John Lasiter; music and sound by Vincent Olivieri; makeup by Joe Rossi; production supervisors, Arthur Siccardi and Patrick Sullivan; production stage manager, Bess Marie Glorioso; company manager, Jennifer Hindman Kemp; associate producer, Lawrence J. Moss; general manager, Leonard Soloway. Presented by Leonard Soloway, Chase Mishkin, Terry Schnuck, Ann Cady Scott, Timothy J. Hampton, James and Catherine Berges, Craig D. Schnuck, Barbara and Buddy Freitag, Lauren Class Schneider, David Mirvish, Gene Fisch Jr./Stu Sternbach, David Fagin/Rosalind Resnick, Jacki Barlia Florin/Michael A. Alden and Lizabeth Zindel, the Shubert Organization and the Repertory Theater of St. Louis. At the Booth Theater, 222 West 45th Street, Manhattan; (212) 239-6200, Running time: 2 hours 15 minutes.

WITH: Kathleen Turner (Sister Jamison Connelly), Stephen Kunken (Father Michael Delpapp) and Evan Jonigkeit (Cody Randall).

FECHA DE LA REPRESENTACIÓN A LA QUE ALUDE LA CRÍTICA:

31/03/2011