Para leer la crítica sobre el espectáculo Arizona que se representa en la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero de Madrid, remito a mi reseña publicada en la web de cultura NOTODO.COM, que se puede encontrar en este enlace.
Una melodía de piano, como si de cine mudo se tratara, acompaña proyecciones, imágenes de la frontera del sur de Estados Unidos, sus gentes y sus problemas. O, para algunos, su problema: el paso de ilegales a su país. La alegre música ensalza la ironía de este tipo este políticas e ideologías “anti-invasivas”. Y de esto es de lo que trata Arizona, un texto de Juan Carlos Rubio (que dirige ahora La monja alférez en la sala contigua) dirigido por Ignacio García en la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero. La historia nos presenta a George y Margaret, una tópica pareja de mediana edad americana que aparentemente va a hacer un picnic en el medio del desierto. Pero en realidad están allí para cumplir con una misión: vigilar la frontera e impedir la entrada de sus vecinos del sur. Se encuentran allí como parte del proyecto Minute-Men, una iniciativa de integración de la población civil como guardia patriótica improvisada. Juan Carlos Rubio leyó una noticia sobre ello en 2005 y aprovechó para escribir una obra con esta base. Hay una ironía extrema a lo largo de todo el montaje, los personajes hablan con clichés y prácticamente todo lo que hacen entra dentro de este juego. El caso es que cuando empieza el espectáculo uno espera que la caricatura vaya a ser más extrema todavía, deseando como un niño que llegue al cartoon, pero la cosa se queda un poco a medio gas. Y como el tema es jugoso, pero tal vez no se llega a desarrollar de forma completamente satisfactoria, tampoco hay una implicación que haga que te enganche. Y eso que los dos protagonistas (Alejandro Calva y Aurora Cano) defienden sus papeles. Pero (otro pero) lo malo es que al no existir un verdadero conflicto dramático entre ellos se queda en un retrato superficial. Y la terrible estupidez de los personajes tampoco puede llegar a conmover o indignar. La sensación que te deja es que parece que no sucede prácticamente nada durante toda la obra. Lo malo es que Beckett sólo hay uno. Y además cuando llega el punto de giro y la cosa tiene más aliciente, se acaba.
Arizona tiene sus detalles interesantes. Como unos momentos musicales (extrañamente bellos a la vez que completamente paródicos) que son lo mejor del montaje. Arizona tiene un espíritu musical y si se lanzara a la piscina de cabeza la cosa sería tan freak que ganaría considerablemente. Otro punto positivo: el personaje de Aurora Cano llega a resultar enternecedor a fuerza de ser tan naïf (o tonta) y la actriz consigue reflejar su bondad. Y hay otro detalle bastante curioso, y es que, al ser el espectáculo una coproducción con México, los dos actores protagonistas son de esa nacionalidad. Lo que resulta parádojico al interpretar a una pareja profundamente norteamericana y además en esa situación. La reflexión sobre este tipo de fronteras, físicas y mentales, que no sólo afecta a los Estados Unidos es algo necesario. Pero lo malo es que «la reflexión sobre las fronteras» que se busca ya la ha hecho el espectador a los pocos minutos del comienzo. Y el resto es algo repetitivo (la reiteración de los recursos para reflejar ese paso del tiempo, negros alternados con imágenes estáticas de ellos dos, como fotografías, apoyan esta sensación) y que muchos podrían considerar incluso simple y obvio. Evidentemente, la intención es jugar con esto, por eso aquí ya entran los gustos del público: habrá gente a la que el desarrollo les interese y enganche y gente que no. Como dice George: «Aquí pueden ocurrir grandes acontecimientos«. Tal vez la palabra clave es: “pueden”.
Nombre del montaje: Arizona
Disciplina: Teatro contemporáneo
Director: Ignacio García
Autor: Juan Carlos Rubio
Reparto: Alejandro Calva, Aurora Cano
Escenografía e iluminación: Raúl Munguía
Vestuario: Edyta Rzewuska
Sonido: Ignacio García
Vídeo: TONO
Asistente de dirección: Blanca Guevara
Producción ejecutiva: Teatro de Babel
Coproducción del Centro Dramático Nacional e Instituto Nacional de Bellas Artes de México
D�nde: Teatro María Guerrero. Sala de la Princesa
Direcci�n: Tamayo y Baus, 4. Madrid
Hasta: 16.06
Horario: De martes a sábados a las 19h. Domingos a las 18h.
Precio: 16 €. Miércoles día del espectador
Venta de entradas: www.entradasinaem.es