ARIZONA, de Juan Carlos Rubio, en el María Guerrero. Reflexiones fronterizas

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Para leer la crítica sobre el espectáculo Arizona que se representa en la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero de Madrid, remito a mi reseña publicada en la web de cultura NOTODO.COM, que se puede encontrar en este enlace.

El Teatro María Guerrero acoge Arizona, de Juan Carlos Rubio

Una melodía de piano, como si de cine mudo se tratara, acompaña proyecciones, imágenes de la frontera del sur de Estados Unidos, sus gentes y sus problemas. O, para algunos, su problema: el paso de ilegales a su país. La alegre música ensalza la ironía de este tipo este políticas e ideologías “anti-invasivas”. Y de esto es de lo que trata Arizona, un texto de Juan Carlos Rubio (que dirige ahora La monja alférez en la sala contigua) dirigido por Ignacio García en la Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero. La historia nos presenta a George y Margaret, una tópica pareja de mediana edad americana que aparentemente va a hacer un picnic en el medio del desierto. Pero en realidad están allí para cumplir con una misión: vigilar la frontera e impedir la entrada de sus vecinos del sur. Se encuentran allí como parte del proyecto Minute-Men, una iniciativa de integración de la población civil como guardia patriótica improvisada. Juan Carlos Rubio leyó una noticia sobre ello en 2005 y aprovechó para escribir una obra con esta base. Hay una ironía extrema a lo largo de todo el montaje, los personajes hablan con clichés y prácticamente todo lo que hacen entra dentro de este juego. El caso es que cuando empieza el espectáculo uno espera que la caricatura vaya a ser más extrema todavía, deseando como un niño que llegue al cartoon, pero la cosa se queda un poco a medio gas. Y como el tema es jugoso, pero tal vez no se llega a desarrollar de forma completamente satisfactoria, tampoco hay una implicación que haga que te enganche. Y eso que los dos protagonistas (Alejandro Calva y Aurora Cano) defienden sus papeles. Pero (otro pero) lo malo es que al no existir un verdadero conflicto dramático entre ellos se queda en un retrato superficial. Y la terrible estupidez de los personajes tampoco puede llegar a conmover o indignar. La sensación que te deja es que parece que no sucede prácticamente nada durante toda la obra. Lo malo es que Beckett sólo hay uno. Y además cuando llega el punto de giro y la cosa tiene más aliciente, se acaba.

Arizona tiene sus detalles interesantes. Como unos momentos musicales (extrañamente bellos a la vez que completamente paródicos) que son lo mejor del montaje. Arizona tiene un espíritu musical y si se lanzara a la piscina de cabeza la cosa sería tan freak que ganaría considerablemente. Otro punto positivo: el personaje de Aurora Cano llega a resultar enternecedor a fuerza de ser tan naïf (o tonta) y la actriz consigue reflejar su bondad. Y hay otro detalle bastante curioso, y es que, al ser el espectáculo una coproducción con México, los dos actores protagonistas son de esa nacionalidad. Lo que resulta parádojico al interpretar a una pareja profundamente norteamericana y además en esa situación. La reflexión sobre este tipo de fronteras, físicas y mentales, que no sólo afecta a los Estados Unidos es algo necesario. Pero lo malo es que «la reflexión sobre las fronteras» que se busca ya la ha hecho el espectador a los pocos minutos del comienzo. Y el resto es algo repetitivo (la reiteración de los recursos para reflejar ese paso del tiempo, negros alternados con imágenes estáticas de ellos dos, como fotografías, apoyan esta sensación) y que muchos podrían considerar incluso simple y obvio. Evidentemente, la intención es jugar con esto, por eso aquí ya entran los gustos del público: habrá gente a la que el desarrollo les interese y enganche y gente que no. Como dice George: «Aquí pueden ocurrir grandes acontecimientos«. Tal vez la palabra clave es: “pueden”.

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+ INFO

 

Nombre del montaje: Arizona

Disciplina: Teatro contemporáneo

Director: Ignacio García

Autor: Juan Carlos Rubio

Reparto: Alejandro Calva, Aurora Cano

Escenografía e iluminación: Raúl Munguía
Vestuario: Edyta Rzewuska
Sonido: Ignacio García
Vídeo: TONO
Asistente de dirección: Blanca Guevara
Producción ejecutiva: Teatro de Babel
Coproducción del Centro Dramático Nacional e Instituto Nacional de Bellas Artes de México

D�nde: Teatro María Guerrero. Sala de la Princesa

Direcci�n: Tamayo y Baus, 4. Madrid

Hasta: 16.06

Horario: De martes a sábados a las 19h. Domingos a las 18h.

Precio: 16 €. Miércoles día del espectador

Venta de entradas: www.entradasinaem.es

MUDA, de Pablo Messiez, en El Sol de York. La ternura y las palabras.

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CRÍTICA

Un triste conserje emigrante que escucha obsesivamente «Suspiros de España», añorando una vida propia. Una vecina hiperactiva que habla y habla para huir de la soledad. Y una muda, solitaria y tímida, recipiente de las existencias de los otros dos. Tres personajes, tres vidas y tres soledades que se empiezan a compartir y entremezclar gracias a la llegada de la última a un peculiar universo de departamentos bonaerense. Eso es «Muda», el tierno y hermoso espectáculo que dio a conocer a Pablo Messiez como director escénico hace tres años y que ha vuelto a la capital, a la sala El Sol de York.

«Muda» habla sobre la soledad, la amistad, la familia. «Muda» habla sobre el amor. «Muda» no para de hablar, hablar y hablar casi sin notarse, sobre el ser humano. Y dice mucho con muy poco. Un escenario casi desvencijado con un par de sillones, una silla, una mesa y un teléfono. Una iluminación sencilla, prácticamente sin cambios, aparte de un par de transiciones (curiosamente encendiendo fluorescentes, en vez de ir a negro). Un vestuario poco llamativo. Y, eso sí, una cuidadísima selección musical, que transmite (como dice una de las protagonistas) lo que los personajes sienten. Que va desde ese «Suspiros de España» cantada por Estrellita Castro (favorita de ese gallego emigrante) hasta Mercedes Sosa o Nina Simone (brutal y conmovedor momento éste, por cierto).

Pablo Messiez consigue un espectáculo delicado y sutil, desnudo, en el que la risa más franca se alterna con el estremecimiento de lo cotidiano de forma completamente natural. Y en el que los personajes se te meten debajo de la piel, levantándote los pelos de los brazos por mucho que te resistas. Personajes todos con los que te identificas, a los que quieres abrazar, a los que quieres consolar y hacer compañía en su soledad. Porque esta soledad es la tuya también. Ana, esa muda misteriosa, interpretada por Marianela Pensado de forma maravillosa. Con una caracterización, gestos y miradas que transmiten una enternecedora timidez. Flor, una espectacular Fernanda Orazi, la vecina verborreica. En apariencia una mujer alegre. Pero de repente en sus divertidísimos parlamentos se hace presente la tristeza, sin avisar. Y un extraordinario sentimiento te invade de sopetón, como un mazazo. Y el tercero en discordia (o concordia), el conserje español exiliado en argentina, aficionado a la bebida, solitario y dependiente de las vidas ajenas, interpretado por Óscar Velado. Este personaje, con sus historias de infancia (que relata a Ana antes de acostarse, porque si no, no puede dormirse) con su desamparo y desvalecimiento, es tan dulce que provoca compasión y simpatía sólo con su presencia. Los tres son seres marginados, hermosos en un mundo en el que nadie se escucha.

Messiez consigue uno de esos universos en los que te sumergirías todos los días, porque desearías saber qué habrá sucedido a sus protagonistas. «Muda» es, ante todo, un experiencia de increíble ternura. Este montaje es como una de esas plantitas que crecen en los resquicios de las baldosas rotas de una ciudad. Una pequeña planta que poco a poco se va a abriendo paso en el asfalto y llena de color el gris. Y no puedes apartar la vista de ese pequeño punto.

Sin duda es una oportunidad para no perderse el poder volver a disfrutar de «Muda» en el Sol de York. Disfrutar de un montaje que convierte ese apartamento sin ventanas en algo tan luminoso. Un espectáculo imprescindible que hace reír y llorar. Porque habla de las personas, de su naturaleza, de su soledad y de la necesidad inmensa de cariño que tienen (tenemos). Una vivencia, de la que se sale con una sensación de liberación y amor a sus personajes indescriptible. Es poesía (y lo bueno es que se nota que no lo pretende). De la que te llena y te hace creer un poco más en el ser humano. De la que te deja sin palabras. Mudo. O muda.

-Miguel Gabaldón

FICHA ARTÍSTICA

MUDA

Director: Pablo Messiez

Intérpretes: Fernanda Orazi, Marianela Pensado, Oscar Velado

Duración: 75 min

Para más información:

Sala EL SOL DE YORK

Fechas: del 24/05/2013 al 09/06/2013

LA DANZA DE LA MUERTE, en La Puerta Estrecha. Vals macabro.

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Reseña publicada originalmente en la web de cultura NOTODO.COM, que se puede encontrar en este enlace.

La Puerta Estrecha baila al son de La danza de la muerte, de Strindberg

Dejad los que aquí entráis toda esperanza…” nos avisa uno de los personajes, bajando por una rampa de madera hasta ese infierno que nos espera en La danza de la muerte, el nuevo montaje de la compañía La pajarita de papel. La ubicación: ese especialísimo rincón de turbia atmósfera dedicada al arte escénico puro que es La puerta Estrecha. La obra de Strindberg se convierte en manos del director Rodolfo Cortizo en un baile angustioso, esperpéntico e intenso que sumerge al reducido público presente en un asfixiante universo conyugal. Colores terrosos, colgantes telas ajadas, flores secas, un candelabro de torcidas velas… Elementos todos que conforman un universo íntimo, íntimo casi hasta el ahogo. El universo de un matrimonio aislado del mundo exterior, extenuado en su convivencia, unidos sin remedio (“soldados”, como dicen en un momento) esperando a la muerte del otro para poder liberarse. Y mientras, la lucha continúa. El rencor por la vida perdida. Los incesantes insultos. La existencia aprehendida y escondida en el subsuelo. Hasta que un llega un tercer personaje. Un elemento con el que jugar al odio y que arrojar a los brazos del otro en este macabro vals nupcial.

Cortizo logra un ambiente asfixiante (con un sencillo pero muy efectivo diseño de iluminación y una definida ambientación sonora) en el cual el delirio de los actores se encuentra a escasos centímetro de los espectadores. Sus caras, blanquecinas. Sus atuendos, casi mortajas. Todo hace de estos personajes seres fantasmales, prácticamente ya muertos en vida. Lo que se nos presenta más parece un recuerdo espectral, una especie de castigo infernal propio de un universo dantesco en el que los personajes están abocados una y otra vez a revivir sus pecados. El expresionismo de la puesta en escena potencia este halo de irrealidad que impregna cada fibra del montaje. Empezando por las actuaciones. En especial la de un exageradísimo Nicolás Fryd (en el papel del marido, Edgar) una especie de Klaus Kinski hispanoamericano, que se retuerce, grita, y convulsiona hasta el histrionismo. El cual se complementa con Victoria Peinado Vergara, que interpreta a una extremadamente intensa esposa. Su interpretación es tremebunda, con la contención como punto de partida. Una contención dramática de gestos y modulación perfecta de la voz. Pero de mirada tan intensa que podría ser una fascinante estrella del cine mudo (si no fuera porque sería una pena perder una voz extraordinaria). El tercer personaje, el primo Kurt, es interpretado por Paco Gámez en un registro adusto y gutural en su voz para compensar interpretativamente los años que distancian al intérprete de su personaje (tal vez resulta demasiado joven, pero lo defiende muy bien). Y por último, la criada, interpretada por Violeta Jara Martín, personaje casi siempre en segundo plano (aunque es la encargada de abrir y cerrar el espectáculo) hasta que se rebela (y revela) en una onírica y pesadillesca intervención con el marido.

Algo más de una hora de infierno no apto para todos los paladares, desde luego. Una hora de delirio, locura, odio y enfrentamiento. Un baile angustioso. Un vals obsesivo (por cierto, magnífico e increíblemente evocador ese momento de escucha atenta a la música de la fiesta, retazo lejano del abandonado mundo exterior) en el que los personajes giran y giran en círculos sin avanzar, sumergiéndonos más y más cada vez en el oscuro mundo de Strindberg y La puerta estrecha. Danzad, danzad, malditos…

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Nombre del montaje: La Danza de la Muerte

Disciplina: Teatro independiente

Director: Rodolfo Cortizo

Autor: August Strindberg

Adaptaci�n: Rodolfo Cortizo

Reparto: Nicolás Fryd, Victoria Peinado Vergara, Paco Gámez y Violeta Jara

Música: Johan Halvorsen
Escenografía, Vestuario y Atrezo: La Puerta Estrecha
Diseño de Iluminación y Sonido: Rodolfo Cortizo y Nicolás Fryd
Diseño Gráfico y Fotografía: José Gonçalo Pais
Producción: Peldepa S.L.L.

D�nde: La Puerta Estrecha

Direcci�n: Calle del Amparo, 94. Madrid

Hasta: 30.06

Horario: Viernes, sábado y domingo a las 20.30h.

Precio: 17 €

Venta de entradas: www.teatrolapuertaestrecha.org

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S.PARADISE, de Paco Anaya, en el Garaje Lumière. Vapor.

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CRÍTICA

Una nube de humo/vapor recibe al espectador. Suena música disco. Un chico en toalla mira lascivamente a los que llegan. Otro está recostado en un banco en medio de la sala. Esto es lo que encuentra uno en el Garaje Lumière cuando se acerca a ver la obra S.Paradise, de Paco Anaya. Una húmeda obra sobre sexo, fantasmas y masoquismo sentimental.

Dos chicos Kike (Javier Martínez) y Lu (Jorge Quesada) se conocen en una sauna. Las conversaciones (y lo que no son las conversaciones) vienen y van. Y mientras, un fantasma femenino preso en la sauna, interpretado por Celia de Molina, ameniza al público. S.Paradise empieza como una comedia erótica muy ligerita, pasa por el espectáculo casi de show de drag-queen (con perlas como la chochofobia incluida) y evoluciona casi sin querer en una reflexión sobre el masoquismo sentimental y lo que nos gusta un buen drama («a todos nos han jodido alguna vez, por muy activos que seamos«) bastante acertada. El peculiar fantasma saunero aligera la historia de la pareja con un divertidísimo monólogo fragmentado que levanta las carcajadas de los presentes (aunque seguro que no es lo único que a muchos se les levanta, porque el montaje tampoco escatima en carnes). La pareja de actores, Javier Martínez y Jorge Quesada, acaban por transmitir la química necesaria para el espectáculo y funciona la contraposición de caracteres e intereses. Y, sobre todo, Celia de Molina está divertidísima, con una gracia andaluza tremenda, en el papel de ese fantasma monologuista. Cierto es que algunos de los diálogos son facilones, lugares comunes (incluso demasiado comunes) que causan cierto sonrojo. Pero es verdad que a eso es lo que juega la obra. Y con lo que juegan los mismos personajes. E incluso mucha gente que te encuentras en el día a día, qué os vamos a contar.

No es un espectáculo para todos los públicos, que quede claro. Las ordinarieces salen de la boca de ese fantasma como de la del mejor transformista de un bar de ambiente (rabos, chochos y demás lindezas están a la orden del día). Vamos, que no es Tennessee Williams. Pero tiene la capacidad de ser tan ligera y densa como el mismo vapor de esa sauna…

-Miguel Gabaldón


www.garajelumiere.com

PERFIL DE FACEBOOK DEL ESPECTÁCULO


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PROMOCIÓN: ¡50% de descuento para ver MUDA de Pablo Messiez este fin de semana en El Sol de York!

¡Estamos de enhorabuena! Porque este fin de semana la sala El Sol de York nos trae uno de esos espectáculos imprescindibles: vuelve a la cartelera madrileña Muda, el montaje con el que Pablo Messiez se dio a conocer al público español como uno de los directores (argentinos y no argentinos) más interesantes del momento. Muda fue para algunos medios el mejor montaje de la temporada.  Así que… ¡qué mejor oportunidad que ésta para poder ver (si no lo hicisteis en su momento) o disfrutar de nuevo de este Muda de Messiez!


Y además nuestros amigos de El Sol de York nos hacen una oferta irresistible: si reserváis a través del teléfono de la sala, 91 4458596, y decís que sois seguidores de nuestro blog, Espectáculos en Madrid, tendréis un 50% de descuento. ¡Pero sólo para este fin de semana! Así que aprovechad para ir este viernes 24 de mayo a las 23h, sábado 25 de mayo a las 23h o el domingo 26 a las 19h. ¿Quién se anima?


«Ana tiene un mal día. Hace mucho que todos los días son malos. Ana se mueve, se cambia de casa, se muda. Hasta que por fin llega al sitio que cree buscar: un estudio en pleno centro porteño. Allí, la vecina de arriba y el encargado del edificio aplacarán sus propias soledades a fuerza de colmar a Ana con relatos. Las ficciones propias, las ajenas, las involuntarias y las premeditadas se convertirán en el motor de la vida, en la materia compartida que les permitirá dejar de estar solos.»


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MUDA, de Pablo Messiez

Viernes 24 y sábado 25 de mayo a las 23h.

Domingos 26, 2 y 9 a las 19h

Viernes 31 y 7, y sábados 1 y 8 de junio a las 20.30h.

www.elsoldeyork.com

EL SOL DE YORK, Calle Arapiles 16, Madrid

 

LA CHUNGA, de Mario Vargas Llosa. Y Aitana se volvió chunga

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Reseña publicada en la web de cultura NOTODO.COM, que se puede encontrar en este enlace.

Aitana Sánchez Gijón se mete en el cuerpo de La Chunga de Vargas Llosa, en el Español

«¿Qué paso aquella noche, Chunguita?». Una noche, en la que Josefino pierde gran cantidad de dinero en una timba y ofrece en prenda su acompañante Meche, una ingenua muchacha, a La Chunga, la dueña del bar. Ambas suben a la habitación de la propietaria y nunca más se sabe de la joven. Los cuatro clientes de ese barcito de mala muerte de un pueblo peruano imaginarán, fantasearán y elucubrarán sobre el destino de la joven y lo que pasó aquella noche. Y mientras, La Chunga calla. «¿Qué paso aquella noche, Chunguita…?»

La Chunga es la obra dramática más representada (aunque sea una faceta poco conocida) de Mario Vargas Llosa, y se puede ver por fin en el Teatro Español. La Chunga es, ante todo, una historia de amor. De compasión. Y de soledad. Una mujer se balancea en su mecedora, impávida, dejando pasar la existencia. Una mujer seca, rencorosa y dolida con la vida, marimacho, como dicen el texto, y que se prenda de Mechita en cuanto la ve aparecer por su local del brazo de un chuloputas agresivo y fanfarrón. Mechita hace despertar a La Chunga, aunque sea a su pesar. El personaje de esta mujer dura pero inmensamente frágil (“no quiero ser guapa, si fuera guapa nadie me respetaría”, grita) es de los que se te meten dentro y navega en tu interior como un barco a la deriva. Que se te agarra como un tequila peléon. Y Aitana Sánchez Gijón dota de una fragilidad extraña con gritos rotos (que a algunos tildarán de desagradables, ya que incluso en ocasiones parece que no le da la voz) a este personaje al que engrandece haciéndolo, curiosamente, en cierto modo más pequeño. E Irene Escolar, su luminoso objeto de deseo, le da la réplica con sensibilidad e inocencia, complemento perfecto para la oscuridad de la Chunga.

Joan Ollé dirige el espectáculo de forma evocadora, con bellísimos momentos, como por ejemplo algunas interpretaciones musicales en directo (y un precioso tema grabado por la gran Silvia Pérez Cruz). Y con un telón que oculta o descubre lo que va sucediendo en esa misteriosa habitación a la que suben las dos mujeres. Gran decorado de vertiente realista, vestuario e iluminación también para ambientar ese barcito. Un hogar para gente solitaria, de jugadores y borrachos que necesitan enfrentar sus fantasmas: Lituma, un personaje tímido y emocionante que en la piel de Jorge Calvo proporciona uno de los momentos más tiernos de la obra; El Mono, un Tomás Pozzi muy grande en su pequeño cuerpo, de energía desbocada, que protagoniza la que es una de las mejores escenas del espectáculo junto a las enmascaradas mujeres (una confesión pesadillesca, onírica, fascinante y perturbadora); José, el personaje del pajillero, tal vez el menos desarrollado y menos agradecido también, que defiende Rulo Pardo; y Josefino, el novio de Mechita, al cual Asier Etxeandía otorga su brutal presencia y vigor habituales. Ellos son los comparsas de las dos féminas: la víctima y la protectora, Escolar y Sánchez Gijón, que consiguen crear unos personajes inolvidables. Y es que en esos momentos de la habitación, entre las dos consiguen detener el tiempo. Son instantes delicados, sensuales, de una conexión y sensibilidad a flor de piel. Un acercamiento entre animales: un cervatillo descubriendo la vida y un depredador, silencioso, lleno de cicatrices, que utiliza sus garras para defenderse y no para atacar. Cierto es que tiene cosas que no convencen del todo esta Chunga: entre otras, la puesta en escena y su estructura en ocasiones confunde, sin llegar a aclararse adecuadamente entre realidad y fantasía. Además se podía haber trabajado en condiciones el tema de los acentos. Pero no se le pueden negar instantes espléndidos, de esos para el recuerdo, llenos de emoción. Instantes y una Aitana Sánchez Gijón que dibuja un personaje inolvidable: “Llámame Chunga, no más.”

La Chunga
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Nombre del montaje: La Chunga

Disciplina: teatro contemporáneo

Director: Joan Ollé

Autor: Mario Vargas Llosa

Reparto: Tomás Pozzi, Jorge Calvo, Rulo Pardo, Asier Etxeandía, Aitana Sánchez Gijón, Irene Escolar

Escenografía: Sebastià Brosa
Iluminación: Lionel Spycher
Vestuario: Miriam Compte
Movimiento escénico: Andrés Corchero
Diseño de sonido: Orestes Gas
Una producción del Teatro Español

D�nde: Teatro Español

Direcci�n: Príncipe, 25. Madrid

Hasta: 16. 06

Horario: De martes a domingo a las 20h.

Precio: De 7 a 24€. Martes, miércoles y jueves 25% de descuento

Venta de entradas: www.telentrada.com

LA LLAMADA, de Javier Calvo y Javier Ambrossi. Cuando Dios canta Withney Houston

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Reseña publicada originalmente en la web de cultura NOTODO.COM, que se puede encontrar en este enlace.

La llamada, un divertidísimo, tierno y absurdo musical en el Off Lara

Bienvenidos al campamento cristiano La Brújula…Por favor, apaguen sus dispositivos móviles, porque pueden interferir con los instrumentos de la banda… Pero sobre todo, pueden interferir con la señal de Dios…”. Con esta intro tan sui géneris nos reciben en La llamada. El musical ideado por Javier Calvo y Javier Ambrossi que se puede disfrutar en el hall del Teatro Lara. Un espectáculo que mezcla a Withney Houston, Presuntos Implicados y el electro-latino con monjas y visiones celestiales. Un cóctel freak en toda regla, surrealista y con una energía desbordante que, efectivamente, lleva a los espectadores al cielo (o muy cerca).

Y es que la historia tiene tela. Dos amigas, María y Susana, se encuentran en en un campamento cristiano, pasándose por el forro las órdenes de las monjas que velan por ellas. Hasta que les cae un castigo encima, porque las monjas descubren que se han escapado para irse de de fiesta. Una nueva monja, la Madre Bernarda, que acaba de llegar para intentar poner algo de orden y alegría con su música cristiana, es la encargada de cuidar de las chavalas junto a otra más joven y frágil, Milagros, quien se queja de que no sabe ya tratar con las chiquillas. Pero (y aquí viene lo surrealista) María, ha comenzado a ver a Dios. Que es un crooner que en sus apariciones canta canciones de Withney Houston. Y la cosa no es que la chavala se haya metido un tripi y alucine más de la cuenta. Es que se le aparece de verdad. Pero todo este absurdo está enlazado de manera que, lo que podría convertirse en un desmadre del copón, acaba teniendo sentido. Y se erige en un tierno relato de iniciación (en diferentes aspectos) tremendamente cercano. Todo regado además con algunas canciones originales y diferentes versiones tocadas por una banda en directo y cantadas (mejor o peor, pero siempre con gracia) por los propios actores, que van desde una divertidísima canción de campamento religioso (Estoy alegre, por qué estás alegre) hasta el I will always love you de la susodicha Withney. O el temazo de Suma Latina (el conjunto de las chavalas protagonistas) llamado Lo hacemos, y después ya vemos.

Los jóvenes actores Ambrossi y Calvo han escrito y dirigido este texto, que sorprende por su frescura. Y por su enfoque. Porque todos los personajes están dibujados con un cariño tremendo, llegando incluso a emocionar. El espectáculo podría haber tirado hacia una crítica ácida a la religión, utilizando los típicos campamentos de verano como excusa para poner a parir a diestro y siniestro. O mínimo para despollarse con una mala baba importante (lo que habría sido igualmente divertido, aunque mucho más facilón). Pero… nada más alejado de la realidad: el texto rehúye reírse de los personajes para, por el contrario, ponerse de su lado y meterse en su piel. Tanto en la de las dos chavalas fans irredentas del electro-latino, como de las dos monjas del campamento. Y es que, a pesar de que parece que hay un abismo entre los dos mundos (Ya no sé de qué hablar con las chicas…¿Conoce usted a Juan «Margan»? dice Milagros. No, contesta Sor Bernarda. Pues ya somos dos) la obra se mantiene en el perfecto término medio como para no resultar ofensiva en ciertos círculos (incluso Rouco podría ir a verla, fíjate lo que te digo) (aunque tendría que superar ciertas fobias, también es cierto) ni tampoco sospechosa de estar patrocinada por el Opus.

Además La llamada demuestra que con unos medios más bien discretos pero con imaginación y con ganas se puede hacer un espectáculo interesante y disfrutar de una escenografía y vestuario perfectamente adecuados, por ejemplo. Tiene sus cositas que hay que ir afinando (como el sonido), pero acaban de estrenarla y un musical no es fácil de montar. Pero todo se perdona porque son detalles que no llegan a afectar al resultado final. Y es que es un éxito, sin duda, gracias a la frescura del texto y las fantásticas actuaciones de su reparto. Que destila naturalidad, diversión y amor a sus personajes. La primera: Macarena García, con su flamante Goya todavía reciente por Blancanieves, es una perfecta y natural María, que, junto a una espontánea y divertida Andrea Ros establece una pareja de amigas que te crees completamente, reconociendo cada uno de sus detalles y coletillas. Te partes con ellas. Y qué decir de la Madre Bernarda de Llum Barrera. Ya es de sobra conocida la vis cómica de esta actriz, pero aquí está simplemente genial. Divertidísima con su personaje de (en un principio) dura superiora. Richard Collins Moore convence como un más que aceptable intérprete divino à la Withney Houston. Pero es Belén Cuesta la revelación con el personaje más tierno del montaje: Milagros, la joven monja que adora a los chavales pero está llena de dudas. Un personaje absolutamente conmovedor, construido con una ternura tremenda e interpretado de forma dulce y emocionante (a la vez que divertidísima) por esta joven actriz a seguir muy de cerca.

Resumiendo, que este espectáculo es un llamada insistente y delirante a la que es imposible hacer oídos sordos. Alabados sean espectáculos como éste con los que no puedes parar de reir: terapia divina, sí señor. Y es que además se sale con un buen rollo espectacular. Vamos, que resulta absolutamente recomendable. Hala, Id con Dios.

+ INFO

Nombre del montaje: La llamada

Disciplina: Musical

Director: Javier Calvo y Javier Ambrossi

Autor: Javier Calvo y Javier Ambrossi

Reparto: Macarena García, Llum Barrera, Andrea Ros, Belén Cuesta, Richard Collins Moore

Escenografía: Ana Garay
Vestuario: Ana López Cobos
Diseño de iluminación: Carlos Alzueta Bengoetxea
Canciones originales: Alberto Jiménez (“Miss Caffeina”)
Banda en directo: Jaime Vaquero, Sergio Rojas, Alberto Torres y Alejandro de Lucas.
Coreografía: Ana del Rey

D�nde: Teatro Lara (Hall)

Direcci�n: Corredera Baja de San Pablo, 15. Madrid

Hasta: Junio

Horario: Ver web del teatro

Precio: 16 €

Venta de entradas: www.entradas.com

 

LA FUNCIÓN POR HACER, de Miguel del Arco y Aitor Tejada. Puro teatro.

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Para leer la crítica sobre el espectáculo La función por hacer, que se representa en el Teatro de la Abadía de Madrid, remito a mi reseña publicada en la web de cultura NOTODO.COM, que se puede encontrar en este enlace.


OVIDIA, COEURS EN TRANSIT, de La Societé de la Moufette. Poesía, soledad y marionetas.

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CRÍTICA

Ovidia vive en un motel de carretera regentado por un hombre extraño e inquietante. Ovidia se despierta sobresaltada todas las noches por sueños que no le dejan descansar. Ovidia es solitaria, frágil y extremadamente sensible. Ovidia tiene dos corazones. Ovidia… es una marioneta. Como todos los protagonistas del montaje que lleva su mismo nombre, Ovidia (Coeurs en transit), de La societé de la Moufette que se ha podido ver en Kubik Fabrik. Un espectáculo de marionetas mágico, oscuro y turbador.

Los tres componentes de la compañía nos ofrecen unos seres movidos por sus manos expertas y por extraños impulsos para introducirnos en un mundo absolutamente particular y perverso. Y tremendamente hermoso. Los marionetistas están a la vista, incluso interaccionan de vez en cuando de forma tierna y delicada con los verdaderos personajes. Los protagonistas, sin duda, son sus criaturas, en los que el espectador centra la vista sin molestia ninguna, a pesar de que se vea a sus motores humanos. Todo gracias a la limpieza de movimientos de los manipuladores. Y a que realmente éstos son actores e interpretan, no sólo mueven unos muñecos (como algunos podrían pensar): ellos mismos se transforman en las marionetas.

El personaje de Ovidia, esta criatura que sueña con su hermano gemelo, es sencillamente fascinante. Al igual que el desequilibrado dueño del motel, que domina a su inquilina llegando casi hasta un punto aterrorizador. Pero que por otra parte no sabe ni abrir una lata de guisantes. Hay muchos detalles que hacen de éste un espectáculo especial. Desde las inquietantes marionetas (casi macabras), hasta esa escenografía en miniatura: el motel giratorio. Pasando por un diseño de iluminación extraordinario y una ambientación sonora que no le va a la zaga. Hay incluso un momento musical estremecedor en directo (versión de un tema de un grupo belga: A part of our hearts, de Dez Mona). En resumen, todo consigue crear una atmósfera especial e hipnótica. Hay ideas geniales, como el representar los interiores sobre el motel y pasar a muñecos más pequeños, esquemáticos, cuando los personajes caminan por el exterior del edificio. Pero, en especial, hay unos instantes mágicos, poéticos y excepcionales: los sueños de Ovidia. En estos sueños aparecen los fetos (que evolucionan en cada aparición) de ella y su gemelo en el útero materno. Dos figuras flotantes, blanquecinas y espectrales (para potenciarlo se hace uso además de la luz negra) que se relacionan de una forma delicada y especial antes de nacer. Son imágenes hermosísimas y fascinantes, de una belleza brutal. Es increíble como se puede transmitir tanto de forma tan sencilla (aunque de sencillo nada, claro).

En definitiva, Ovidia es un espectáculo especial, muy especial, poético y perturbador en el que merece muchísimo la pena poder sumergirse. Una extraña historia sobre la soledad, la pérdida y la liberación… «Some of those are solitary… I think I’m one of those…»

FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA:

Dirección artísitica:
Vera Glez.

Marionetistas
Esther D´Andrea, Lucas Escobedo y Vera Glez.

Construcción marionetas
Gavin Glover y La Société de la Mouffette

Espacio sonoro
Iñaki Rubio

Construcción escenografía
Molina FX

Diseño iluminación
Juanjo Llorens

Dirección manipulación
Javier Jiménez

Ayudante dirección
Jasón Guerra

Vestuario
Ana López

http://lasocietedelamouffette.blogspot.com.es/