LA CLEMENZA DI TITO, Mozart en blanco


CRÍTICA

Un salón en blanco despojado de elementos aloja a los personajes de «La clemenza di Tito», en este montaje del matrimonio Herrmann que ha transitado durante más de treinta años por los escenarios del mundo y que Gerard Mortier ha decidido traer al Real, ya que se trata de uno de sus montajes fetiche. Mozart pone música en este caso a una historia que habla sobre el poder y los motivos de la traición.

Es ésta una ópera que a mi parecer no llega a alcanzar las cotas de otros ejemplos que hemos podido ver esta temporada, aunque logra un unánime aplauso del público, pero no un entusiasmo feroz. Tal vez el montaje (aunque de un indudable esteticismo) ya no logra el efecto que tuvo en su momento dado que se han podido ver escenografías si no similares si con un concepto parecido. Tal vez la historia no llega a emocionar. Tal vez no llega a las cotas musicales de otras óperas de Mozart (durante el s. XX se ha considerado ligeramente de segunda a esta pieza). El caso es que hemos podido disfrutar de un espectáculo muy digno, pero no emocionante. Eso sí, a nivel interpretativo hay dos protagonistas que realmente merecen un punto y aparte. Por un lado el Sesto de Kate Aldrich, cantante tremendamente expresiva que logró llenar el escenario en sus complejas apariciones, y por otro la maravillosa Vitelia de la soprano Amanda Majeski. Aparte de lo vocal (cierto que resultaba algo extraña en los graves), esta cantante posee una presencia escénica absolutamente fantástica. Su pelo rojo,su palidez, su belleza y frialdad en en comienzo y su evolución hacia el arrepentimiento final hacían que los ojos no se pudieran despegar de esa elegante figura. Una figura con hechuras de gran diva a seguir muy de cerca, desde luego. Yann Beuron (al que ya pudimos ver en Pélleas et Mélisande) defendió bien a su Tito, al igual que los secundarios Serena Malfi y Guido Loconsolo. Entre estos secundarios hay que destacar también a una encantadora Servilia interpretada por Maria Savastano, bajita y pizpireta, carácter acentuado por su vestuario. Un vestuario que en general compagina elementos más modernos y más clásicos, con base en el blanco y en el negro, a excepción de los llamativos vestidos de Vitelia (en especial uno púrpura, tremendamente agresivo en el entorno de blanco impoluto del escenario). La iluminación, basada en fluorescentes ocultos en los bordes de al escena que iluminan las paredes de diferentes tonos, acompaña la concepción de sencillez estilística del espectáculo, que además juega con las perspectivas en diferentes fugas que se observan cuando se abren las puertas que hay en las paredes del decorado. Por destacar un momento a nivel de juego escénico, magnífica la revuelta, con el coro escondido en las alturas sobre las tribunas de las sala. La dirección musical de Thomas Hengelbrock fue muy acertada también, con una orquesta que en ningún momento llega a situarse por encima del nivel de los cantantes.

La Clemenza di Tito ha dicho adiós, por lo que parece. Pero su influencia a nivel estético seguro que permanecerá. Y aunque, como dije, tal vez ya no se trate de un espectáculo tan rompedor como lo fue en su momento, no hay que restarle méritos. Y gracias a él hemos podido disfrutar de la presencia escénica de Amanda Majeski. Sólo por eso ya merecería la pena esta Clemenza.

Foto: javier del real

FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA

LA CLEMENZA DI TITO, de W. A. Mozart

AUTOR DEL TEXTO: Pietro Metastasio, adaptado por Caterino Mazzolà.

DIRECTOR MUSICAL: Thomas Hengelbrock / Peter Tilling (día 29).

DIRECTOR DE ESCENA: Ursel Herrmann, Karl-Ernst Herrmann.

ESCENÓGRAFO, FIGURINISTA E ILUMINADOR: Karl-Ernst Herrmann.

CANTANTES: Yann Beuron, Amanda Majewski, María Virginia Savastano, Kate Aldrich, Serena Malfi y Guido Loconsolo.

ORQUESTA: Titular del Teatro Real (Sinfónica de Madrid).

CORO: Titular del Teatro Real (Intermezzo); director: Andrés Máspero.

PRODUCCIÓN: Festival de Salzburgo

Fecha de la representación a la que alude la crítica:

02/03/2012

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