ELEKTRA, de Richard Strauss

Cartel de Elektra. Ilustración de Eduardo Arroyo.

CRÍTICA

El primer montaje del Real de este año ha sido la ópera de Richard Strauss «Elektra». Elektra nos cuenta la historia de la mujer del mismo nombre, hija de Clitemnestra y Agamenón, y hermana de Crisótemis y de Orestes. Muerto su padre a manos de su mujer, Elektra cae en una espiral de locura que la lleva a vagar por los aposentos de palacio vestida como una pordiosera, convirtiéndose en el hazmerreír de la servidumbre. Su único deseo es el retorno de Orestes, su hermano exiliado, para que vengue la muerte de su padre matando a su vez a la madre de ambos y a su nuevo marido.

Elektra está considerada como una ópera profundamente psicológica. Todo se articula en torno a su figura y su sufrimiento. Tengo que reconocer que soy bastante proclive a que me guste este tipo de historias, intensitas, vamos, pero la verdad es que este Elektra no me ha llegado a triunfar. No sé si es el único acto con su consecuente falta de actividad escénica o la música, impresionantemente orquestada pero algo difícil debido a la fuerte carga disonante que posee, pero el caso es que no llegó a atraparme la historia de esta loca Elektra.

Dos elencos se alternan en esta producción en los que destacan las dos sopranos que comparten el papel protagonista de Elektra, dos norteamericanas:Deborah Polaski, una de las más grandes Elektras actuales de los últimos diez años; y Christine Goerke, que debuta el papel en Madrid y se espera que sea la Elektra de los próximos diez años. La función que yo pude ver tenía como protagonista a la Polaski, que defendió su papel muy dignamente, aunque haya tenido tal vez más elogios su equivalente en el otro reparto. Además tengo que decir algo, y es que la soprano joven Ricarda Merbeth, que interpreta a su hermana Crisótemis, le arrebata el protagonismo en algunas escenas, tal vez por el mayor lirismo de sus temas, puede ser, pero el caso es que fue la más aplaudida de la noche (casi al nivel de la protagonista). Hay que reconocer que es una ópera complicada, y como dice el propio Mortier, director artístico del real, «Si no se canta bien la gente se aburre». Varios de los temas anticipan corrientes a venir como el dodecafonismo de Schonberg. En especial con momentos como las apariciones de Clitemnestra, interpretada por Rosalind Plowright, tal vez mejor defendida en el apartado interpretativo que vocal. En el reparto masculino destaca Samuel Youn como Orestes, con un magnífico registro. Aunque sólo un pequeño detalle. Ya quedaron atrás las discusiones de si es necesario un aspecto físico acorde o no para representar ciertos personajes (recordemos ciertas polémicas sobre sopranos entraditas en carnes). Pero es cierto que que es difícil que Elektra reconociese a su hermano cuando aparece en palacio, ya que se ha convertido en, ejem, coreano. Y todo dicho desde la admiración ya que vocalmente es impecable. Pero tengo que reconocer que, yo, en ese momento, sonreí. Si son hermanos, son hermanos. Todos coreanos, pues todos coreanos, no hay problemas. Pero uno de cada…

El decorado es magnífico, eso sí, obra del artista plástico Anselm Kiefer, construcción de cuatro niveles con entradas y galerías, mezcla entre palacio y escombrera, construcción en obras, encementada, fría y desoladora. Por ella vaga Elektra y el resto de los personajes. A destacar el manto de la reina (que parece de escayola), un armazón que cuando lo lleva puesto y camina provoca un efecto magnífico (casi como de ser monstruoso). Otros elementos como las linternas que portan en un par de ocasiones el coro de sirvientas ayudan en la puesta en escena al evitar un estatismo que, sin embargo, a mi parecer hace presa de este montaje. Los movimientos de los personajes parecen algo anquilosados. Algo que por otra parte no es mala idea, pero tal vez no se ha resuelto de forma adecuada. Porque la música aprisiona también a los personajes. Y eso está bien. Pero hay que reconocer que se me hizo ligeramente pesada la representación. Montaje del fallecido Klaus Michael Grüber, en lo musical dirigido por Semyon Bychkov, tal vez no llega a aprovechar la fuerza que podría tener. La iluminación de Guido Levi asimismo es efectiva, pero tampoco espectacular. Podría haber sido bastante más interesante en ese escenario y con esa historia.

La historia es intensa, y el libretista Hugo von Hofmannstahl sacó de Sófocles una tragedia psicológica sin dioses sino con personas de carne y hueso, con dolor y palabras que rasgan las entrañas. Elektra es catarsis y demencia. Sin embargo esta Elektra no llega a emocionar. La última parte levanta el vuelo y vemos destellos de gran espectáculo (así como sobresalen las apariciones de Crisótemis). Se ha alabado mucho el elenco con Christine Goerke. Tal vez ganara con ella. Pero la verdad es que yo me esperaba algo más de la Elektra que vi.

 

Foto: © Michele Crosera.

 

FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA

Elektra. Tragedia en un acto con libreto de Hugo von Hofmannsthal, basada en Sófocles. Música de Richard Strauss.

FICHA ARTÍSTICA

Dirección musical: Semyon Bychkov

Dirección de escena: Klaus Michael Grüber

Realización de dirección de escena: Ellen Hammer
Escenografía y figurines: Anselm Kiefer
Realización de escenografías: Christoff Wiesinger
Iluminación: Guido Levi
Dirección del Coro: Andrés Máspero

REPARTO

Klymâmnestra: Jane Henschel, Rosalind Plowright
Elektra: Christine Goerke, Deborah Polaski
Chrysothemis: Manuela Uhl, Ricarda Merbeth
Aegisth: Chris Merritt
Orest: Samuel Youn
Preceptor de Orest: Károly Szemrédy
Confidente de Klymâmnestra: Itxaro Mentxaka
Portadora del manto: Sandra Ferrádez
Viejo sirviente: Jason Bridges
Celadora: Svetla Krasteva
1º Doncella: Katarina Bradic
2º Doncella: Silvia de la Muela
3º Doncella: Letitia Singleton
4º Doncella: Sandra Ferrández
5º Doncella: Annett Fritsch

TEATRO REAL DE MADRID

Fecha de la representación a la que alude la crítica:

11/10/2011