Pequeños dramas sobre arena azul, de Abel Zamora, ahora en el Teatro Lara

pequeños-web

Acaba de estrenarse Pequeños dramas sobre arena azul en el Teatro Lara. Aquí os dejo mi crítica publicada en Notodo.com con motivo de su estreno en La casa de la portera. Para más información podéis hacer clic aquí y ver la reseña en la web de Notodo.

CRÍTICA

¿Cómo serían las desventuras animales vistas desde una óptica humana? Esto es lo que nos cuenta Pequeños dramas sobre arena azul, de Abel Zamora, dramas ínfimos sobre un cajón de arena de gato en La casa de la portera. Según la sinopsis uno esperaba ver un tejido de historias urbanas entrelazadas protagonizadas por jóvenes desencantados. Pero cuando uno entra en los aposentos porteriles se encuentra con un actor vestido de felino. Y así, sorprendidos (me hubiera gustado mantener esto en secreto, pero para elaborar la reseña resultaba un poco imposible) descubrimos que los protagonistas de este montaje son mascotas. Y su dueña (Mentxu Romero), una soltera psicótica y egoísta (esa sí que es animal) enganchada a las páginas de contactos (unas citas que siempre siempre acaban como el rosario de la aurora, by the way).

El caso es que en ese piso cohabitan una gata recién parida (Marta Belenguer), un felino extremadamente sensible (David Matarín), un noblote perro (el propio Abel Zamora) y un par de visitantes: el gato callejero (Raúl Prieto) y la paloma yonqui (Nuria Herrero). Abel Zamora, autor también del texto, dirige el montaje y lo colma de ternura hacia sus mascotas. Y los actores, muy metidos en este universo animal, consiguen transmitir esa indefensión y rechazo ante unos acontecimientos que no comprenden (así como el amor indispensable hacia estas creaciones) y amaestran al público. Momentos francamente graciosos conviven con esos dramas del título, consiguiendo un efectivo equilibrio (aunque alguna escena resulte un pelín larga) que consigue encerrar al público en este original y reducido universo.

Pequeños dramas sobre arena azul es una especie de La dama y el vagabundo para la escena, mezclado con un culebrón venezolano (porque hay momentos de telenovela total, francamente curiosos al ser puestos en pie por mascotas dosmésticas) de aire indie, que funciona. El montaje, lleno de referencias populares (desde La sirenita hasta Física o Química), más allá de la simple gracieta en que podría convertirse nos habla de las ansias de libertad, la bestialidad humana, el absurdo de la dominación y acaba dejando un poso mucho más amargo de lo que se esperaba al comenzo… Una fábula moderna ante la que uno no puede más que decir… “Miau”.